Durante años China aumentó considerablemente las relaciones comerciales con los países de América Latina, entre ellos Uruguay, y ello se evidenció en el comercio bilateral, el financiamiento y la llegada de inversiones. Sin embargo, desde 2020 la desaceleración económica del gigante asiático ha implicado una caída del financiamiento, las inversiones, y –en menor medida- del comercio.
El pasado miércoles se realizó el webinar “Claves para entender las relaciones entre China y el Cono Sur. Una mirada al comercio y a las inversiones”, organizado por el Centro de Estudios Internacionales UC (Ceiuc), el Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Católica del Uruguay (UCU). El evento contó con la exposición de Margaret Myers, y los comentaristas Nicolás Albertoni, politólogo y profesor en la UCU, y Francisco Urdinez, profesor de Ceiuc.
Myers centró su discurso en las relaciones económicas entre China y América Latina y cómo están evolucionando, al ser impactadas por las políticas económicas y sociales en el gigante asiático más que nada, pero también por cambios importantes en Latinoamérica y tendencias globales y regionales.
En este sentido, hizo hincapié fundamentalmente en dos puntos claves: la continuidad de la relación China-Cono Sur a pesar de los inconvenientes en los últimos años, y el cambio en su perfil económico.
Por esta línea, comentó que el primer punto se afirma sobre la relación comercial. Existe una estrategia creada en los 90, que aún es usada por China para “salir al exterior”. Se trata de dar incentivo a empresas chinas para invertir en producción de recursos naturales -que hace aumentar la disponibilidad de estos hacia su país-; promover el desarrollo de mercados de exportación para bienes chinos -aunque al principio la relación se enfoca en artículos de bajo valor agregado, ahora se ve una gama más amplia de bienes y servicios de alto valor agregado-; y el apoyo de Latinoamérica en la internacionalización de firmas chinas, ya sea financiero o por afiliación al gobierno chino.
Otro ejemplo de continuidad que mencionó Myers es el programa “la franja y la ruta”, sobre lo que líderes chinos han dejado en claro que mantienen su compromiso, incluso con América Latina que ha sido la última región en ser incluida, en 2018.
«Enfoca en varias áreas, que incluyen el desarrollo de infraestructura, pero también otros. La coordinación de políticas, que significa intercambio comercial o coordinaciones a nivel de inversión u otras reglas o normas, gobernanza de internet, entre otros. Promueve una facilitación de inversión y comercio, la integración financiera y el intercambio comercial», explicó Myers.
Transformaciones
Sobre el cambio del perfil económico de China, afirmó que ya existían tendencias evidentes antes de la pandemia, pero se han intensificado.
«Ahora vemos cierta desaceleración de la actividad económica de China en la región, pero no tanto en la comercial, que aún es muy importante. También una concentración de inversiones y financiamiento en ciertos sectores o industrias», desglosó la directora.
La desaceleración es más evidente en la inversión «greenfield». En todos los países cayó un poco en 2021, pero existe una caída bastante dramática en la inversión china en 2020.
La experta relacionó esto con el nuevo enfoque de atención que le están dando inversionistas privados y públicos a sectores específicos. El transporte (principalmente puertos), infraestructura y minería siguen acaparando gran atención como desde hace muchos años, pero ahora se comenzó a centrar más que nunca en sectores sobre aplicaciones o componentes tecnológicos, la generación y distribución de electricidad, energía renovable, telecomunicaciones e inteligencia artificial.
«En muchos casos, los sectores que China está priorizando -especialmente en áreas de alta tecnología-, son aquellos que han recibido una amplia atención en su país, en respuesta a la crisis económica generada por el covid. Pero en 2020 y años anteriores las compañías se enfocaron en la llamada nueva infraestructura, que incluye energía renovable, transmisión de electricidad y afines, que coincide con aquellas que recibieron amplio apoyo económico como parte del estímulo chino. Por lo que es lógico que se traduzca en más actividad, y es muy probable que veamos mayor actividad en estas industrias en los próximos meses», aseguró Myers.
Desacelerando
Atendiendo a lo anterior, Albertoni advirtió que desde Uruguay también se siente la desaceleración «como en todo el continente». Es un país que hizo «poco provecho» del factor inversiones y financiamiento.
«Entrar en esta fase de vínculo, cuando China se desacelera, se ve con cierta preocupación de estar entrando tarde. La otra cara de la moneda es ver un proceso que no fue una dependencia estructural», alegó el uruguayo.
En adición, Myers evidenció que los préstamos soberanos de bancos políticos -que constituían una característica fundamental de los vínculos entre el continente y el gigante asiático-, registraron una rápida disminución desde 2015, y actualmente han cesado totalmente.
Los principales cuatro países que han recibido préstamos de bancos chinos son Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina. Sin embargo, en la amplia lista que presentó la experta, Uruguay ni siquiera aparecía.
«El grado en que el creciente enfoque de China en la inversión y el comercio tecnológico beneficiará a América Latina también depende, en gran parte, del grado de transferencia de tecnología de contrapartes chinas y latinoamericanas y de los planes de desarrollo de los países de la región», sentenció la experta.
El futuro
Otro punto destacado fue el proceso continuo de localización de actividad china en la región para lograr varios objetivos. En este sentido, Myers identificó una estrategia que llamó «de múltiples niveles», para establecer una red extensa en varios niveles de gobernanza.
«Esto incluye, un enfoque extenso en el cultivo de relaciones bilaterales; incluso con Uruguay», dijo la experta, y enseñó un mapa que evidencia la forma en que China concibe la relación con los países latinoamericanos y su importancia relativa. En este último, Uruguay aparece en la segunda categoría, «strategic partnership of cooperation» (asociación estratégica de cooperación, por su traducción al español).
Sobre su ya establecida relación comercial con el país oriental, el experto chileno recordó que está vigente desde 2005 y se renovó hace poco tiempo. En suma, agregó que ha sido muy fructífero y les ha abierto mercados.
«Cuando suceden shocks exógenos siempre genera preocupación la excesiva dependencia hacia el mercado chino. Vivimos años muy intensos en la relación con China y ahora entra una fase de consolidación y maduración», dictaminó Francisco Urdinez, profesor de Ceiuc.
Dando cierre al tema, Albertoni cuestionó cómo se podría entrelazar la agenda medioambiental de Uruguay y los principios chinos.
«¿Hasta dónde en este contexto mundial -que se suma a la dependencia estructural de Uruguay con China-, un Tratado de Libre Comercio tradicional es el modelo indicado? Quizás es más estratégico empezar por una integración más cualitativa, para fortalecer un acuerdo. Ya sea con bancos políticos o comerciales, el vínculo con nuestro país ha sido bastante magro en esos términos», concluyó.