Al cierre del año, analistas congregaron a empresarios y políticos para explicar en qué punto del desarrollo se encuentra Uruguay. En la coyuntura que se desdibujó, el economista Hernán Bonilla y el contador Bruno Gili recomendaron priorizar en la agenda una reforma en educación para mejorar las condiciones en el mercado laboral y en competitividad.
Por Joaquín Requena | @ReqJ
El Índice de Libertad Económica (ILE) mide entre uno y diez, con qué soltura uno puede desempeñarse en el mercado, ponderando el peso del Estado, el marco legal, la estabilidad monetaria, el comercio internacional y la regulación de transacciones y mercados. Uruguay a nivel global marca un 7,08 en la escala, por encima de la mitad, pero no tan bien ubicado en la tabla comparativa mundial. En 2015, Uruguay se encontraba en el puesto 43 de los 178 países evaluados, hoy se encuentra en el puesto 74, donde es el cuarto más libre de Latinoamérica, detrás de Chile, Costa Rica y Perú. El puntaje de Uruguay ascendió en 2015, explicó el director del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), aunque no tanto como los demás países. Uruguay entonces se encuentra rezagado.
El peso de la libertad
“Se encuentra todos los años, y este no fue la excepción, que hay una relación estrecha entre mayores niveles de libertad económica y mayores niveles de desarrollo en todos ellos”, justificó Hernán Bonilla, director del CED, la importancia de la libertad económica. La explicación se debe a que, según el informe de libertad económica del Fraser Institute de Canadá, los países con mayor libertad económica también poseen más de 40 mil dólares de ingreso por habitante.
Mayor libertad económica no significa un crecimiento desigual, asegura Bonilla, ya que, al parecer, los países en el cuartil superior son los de menores cifras de pobreza (2,3%). Valuado en términos de ingreso, el decil más pobre de la población percibe más en contextos con mayor libertad económica.
Tras la exposición de los resultados, Bonilla sentenció que “Uruguay está en una posición de mitad de tabla.” El economista de CED profundizó que se tienen mejores indicadores de democracia y de libertades civiles; pero hay “luces amarillas y rojas” en educación, rigidez del mercado laboral y competitividad en el mercado.
Competitividad global
Bruno Gili, socio de CPA Ferrere, explicó qué lugar ocupa Uruguay en el informe de Competitividad Global elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF). Este indicador, formado a partir de encuestas a empresarios del medio local, refleja “la productividad y la probabilidad de seguir creciendo”, dijo.
El indicador del WEF asigna un puntaje entre uno y siete mediante una docena de variables, agrupadas en tres clusters: requerimientos básicos, promotores de eficiencia y sofisticación e innovación. De 138 países evaluados, Uruguay se ubica en el puesto 73 con un puntaje de 4,17 que poco ha fluctuado en estos últimos diez años. Sin embargo, Uruguay ha oscilado entre las posiciones 70 y 80 en esta última década debido a cambios en los puntajes de los países circundantes en el ranking.
El mercado laboral fue nuevamente uno de los aspectos que más perjudicó el puntaje competitivo uruguayo. Esto se explica no solamente por las rigideces a la hora de marcar salarios o de entrada y salida, sino que los empresarios dicen no encontrar capital humano capacitado, lo que repercute en los aumentos de productividad.
Según Gili, “no hay mucha mejora para hacer en los requisitos básicos”, lo que explica por qué Uruguay se ubica entre las etapas dos y tres de un índice que ubica a los países más desarrollados en la tercera etapa. Esta situación de transición obliga a que se ponderen con mayor importancia aspectos de eficiencia e innovación. En los últimos dos grupos mencionados, Uruguay ha mejorado con respecto al 2006 en términos de eficiencia, apoyado en factores como la inversión fija.
Sin embargo, el subíndice de sofisticación e innovación presentó un puntaje estancado, donde en la última década ha rondado los 3,4 puntos. Al observar este pilar del informe, Uruguay no alcanza a los países miembros de la OCDE, que sostienen un puntaje superior a 5. Entre los factores que explican el bajo puntaje en sofisticación, se encuentra que el gasto en investigación y desarrollo tuvo un descenso interanual de 10 puntos.
En respuesta a esta situación, Gili dijo que “hay que trabajar en diversificar los mercados de bienes y servicios” para poder colocar la producción que se generaría al innovar. A su vez, correspondería fomentar la eficiencia en los mercados y la incorporación tecnológica para ampliar la productividad.
Dado un contexto en el que el ministro Danilo Astori ha resaltado la rebaja del desempleo y unas expectativas moderadamente optimistas de crecimiento (1%) para el año próximo, las condiciones parecen dadas para desarrollarse.
Los comentarios
El senador Luis Lacalle Pou, quien fue invitado para comentar los resultados, resaltó la necesidad de cuidar la fortaleza institucional, especialmente en organismos como el Poder Judicial y el Tribunal de Cuentas. También se mostró disconforme en materia de educación, donde aludió a cómo se recibieron los resultados recientes de las pruebas PISA. Comentó además que desearía apoyar al presidente Vázquez si se destinara el 1% del PIB a Investigación y Desarrollo (I+D). En el cierre de su comentario, disparó contra la gestión actual al decir que “ha fracasado un modelo”.
Por su parte, el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, que también participó como invitado y llamó a que se aproveche el paradigma de la excelencia, un salto de calidad. Resaltó el hecho de vivir en la sociedad del conocimiento, y que hay que emprender en proyectos innovadores.