Aunque la crisis financiera internacional demostró que era necesario regular mejor al sistema financiero, un informe publicado por el Banco Mundial, hace un llamado de atención a las crecientes restricciones impuestas, advirtiendo que podrían estar obstaculizando las perspectivas de crecimiento al limitar el flujo de financiamiento que tanto necesitan las empresas y los hogares.
La discusión está planteada y la respuesta no es sencilla. La crisis financiera internacional de 2008 (aunque el punto de inicio puede marcarse un poco antes) puso sobre la mesa la necesidad imperiosa de regular la banca internacional para evitar que existan las instituciones denominadas “too big to fail” -o “demasiado grandes para caer”- que trajeran consigo serias consecuencias al resto de la economía del planeta. En ese sentido, se fueron planteando a nivel internacional y nacional diversas medidas de forma de restringir el accionar de los bancos internacionales.
Sin embargo, un informe del Banco Mundial publicado el pasado martes 7 de noviembre hizo un llamado de atención a las crecientes restricciones impuestas, advirtiendo que podrían estar obstaculizando las perspectivas de crecimiento al limitar el flujo de financiamiento que tanto necesitan las empresas y los hogares.
El informe Global Financial Development Report 2017/2018: Bankers without Borders (Informe sobre el desarrollo financiero mundial 2017-18: Bancos sin fronteras) del organismo multilateral, destaca que “la banca internacional puede generar importantes beneficios para el desarrollo, pero no es la panacea y conlleva riesgos”. “Las autoridades normativas de las economías en desarrollo deberían buscar la forma de maximizar los beneficios de la banca transfronteriza y minimizar, al mismo tiempo, los costos que esta supone”, sostiene el documento.
La crisis financiera internacional llevó a que se reevaluaran los beneficios y los costos que implica la banca internacional, y llevaron a la adopción de restricciones que pusieron fin a una década caracterizada por el auge de los servicios financieros globalizados y los préstamos transfronterizos. Sin embargo, en el informe se señala que los países en desarrollo podrían verse en la necesidad de reconsiderar el valor de los bancos internacionales como instrumentos imprescindibles para acceder al crédito mundial y lograr un crecimiento económico más acelerado, aun cuando deban seguir gestionando los riesgos.
“Mientras las aspiraciones siguen aumentando en todo el mundo y el sector bancario evoluciona, cabe hacerse una pregunta básica: ¿las finanzas serán un aliado o un enemigo en la lucha para poner fin a la pobreza?”, se cuestionó el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, según consignó el organismo en un comunicado.
El jerarca evaluó que “la banca internacional sin duda genera riesgos de exportar inestabilidad, sobre todo en el caso de los países que cuentan con regulaciones e instituciones deficientes, y esos riesgos deben ser mitigados”. Sin embargo, estimó que “sin un sector bancario competitivo, los pobres no podrán acceder a servicios financieros básicos, muchas empresas serán excluidas de los mercados y los países en desarrollo dejarán de crecer”.
Riesgos y oportunidades
El informe destaca que el financiamiento bancario es esencial para lograr un sector privado dinámico, que fortalezca a las pequeñas y medianas empresas. Los países en desarrollo pueden maximizar los beneficios que reporta un sistema bancario más sólido y, al mismo tiempo, protegerse de los riesgos mejorando el intercambio de información a través de los registros de antecedentes crediticios, exigiendo activamente el cumplimiento de los derechos contractuales y de propiedad, y garantizando la estricta supervisión de los bancos.
De acuerdo al documento del Banco Mundial, mientras los bancos de las economías avanzadas se replegaron luego de la crisis, los de las economías en desarrollo adoptaron una política audaz y se expandieron más allá de sus fronteras (representaron el 60% de los nuevos bancos que ingresaron al mercado desde que comenzó la desaceleración económica). En ese sentido, se han intensificado las relaciones bancarias entre los países en desarrollo y la regionalización de las operaciones bancarias internacionales.
Al mismo tiempo, el tamaño total de activos de los bancos más grandes del Mundo aumentó un 40%, lo que genera la preocupación de que las medidas regulatorias adoptadas desde la crisis no hayan logrado abordar el riesgo que conllevan los bancos que son demasiado grandes para quebrar. Frente a una mayor incertidumbre sobre los beneficios de la apertura, muchos países han reaccionado con desconfianza a la reciente expansión de los bancos internacionales más importantes restringiendo las operaciones de la banca extranjera. Casi el 30% de los países en desarrollo han establecido restricciones a las sucursales de bancos extranjeros. “Estas restricciones están privando a muchas economías de la oportunidad de acceder a crédito internacional que podría beneficiar a las empresas y los hogares”, señala el comunicado del Banco Mundial.
El director de investigaciones del organismo, Asli Demirguc-Kunt, indicó que “la apertura a la banca internacional no garantiza el desarrollo financiero ni la estabilidad”, pero sí muestran que “si se cuenta con políticas e instituciones adecuadas, se puede garantizar que la apertura conduzca a una mayor competitividad, ayude a mitigar las crisis económicas locales y permita ampliar el acceso al escaso capital necesario para fomentar el crecimiento”.
Teniendo eso en cuenta, interpretó que haciendo las cosas correctamente “permitir el ingreso de los bancos extranjeros y ampliar la apertura financiera -en el marco de mercados de capital que funcionen adecuadamente- puede generar beneficios sistémicos, como el aumento de la estabilidad financiera, de la competitividad y de la resiliencia a las perturbaciones económicas”.