Aunque con diferencias a su interna, el Banco Central Europeo (BCE) parece estar apuntando al mes de junio para comenzar su camino de recortes en la tasa de interés. Sin embargo, la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, aclaró que no puede comprometerse «de antemano con una senda concreta de tasas», descartando así que se registren bajas consecutivas en las tasas de interés.
Al igual que sucede con la Fed (ver nota página 12), los mercados también buscan anticipar cuándo comenzará el BCE su camino de recortes en las tasas de interés, pero también se preguntan cómo será ese proceso una vez que se inicie.
Tras la última reunión del BCE, el pasado 7 de marzo, Lagarde aseguró que no se habló de bajar las tasas de interés, y al ser consultada por diversos medios respecto a la posible fecha en la que ello podría ocurrir, insistió en un concepto: “Sin prisa, sin prisa».
La próxima reunión será en abril, luego en junio, julio, setiembre, octubre y una última instancia en diciembre. Para el próximo encuentro se da por desestimado un posible aumento. Sin embargo, junio parece ser la fecha clave.
En enero, durante el Foro de Davos, la presidenta del BCE contestó a una pregunta sobre si las bajas de tasas podrían iniciarse en el verano europeo (que comienza en el mes de junio): «Yo diría que también es probable”, respondió.
Esta semana, la presidenta del BCE volvió a referirse al respecto, asegurando que “en los próximos meses recibiremos más datos que nos ayudarán a valorar si podemos confiar suficientemente en el camino a seguir para pasar a la siguiente fase del ciclo de nuestra política monetaria».
Despacito por las piedras
Sin embargo, la parte más destacada de las declaraciones de Lagarde esta semana fueron que, tras esa primera baja, el BCE no puede comprometerse «de antemano con una senda concreta de tasas». Esto significa que, al contrario que lo que sucedió con las subas, los descensos no necesariamente serán sucesivos. Este escenario ya había sido anticipado a principios de mes por Martins Kazaks, gobernador del banco central de Letonia, al afirmar que «no estaremos obligados a poner el piloto automático”.
Según Lagarde, una vez concretado el primer recorte, habrá un periodo «en el que será necesario confirmar de forma continuada que los nuevos datos respaldan» las proyecciones de inflación del BCE. Por tanto, cabe esperar que el banco central vaya haciendo pausas en el camino descendente del precio del dinero una vez que lo inicie.
A pesar de su anormalidad, la visión del BCE coincide con la del mercado. Según los swaps indexados a un día recogidos por el consenso de Bloomberg, que sirven para comprobar las previsiones de los inversores respecto a las tasas del BCE, solo habrá tres movimientos a la baja (de 25 puntos básicos cada uno) a lo largo de las seis reuniones que habrá en lo que resta de 2024.
Por tanto, si se cuenta con que el primer descenso sea en junio, y quedando a partir de entonces cuatro reuniones del banco central, el mercado contempla una pausa este año.
Sin embargo, y como viene siendo habitual a la interna del BCE, la discordia entre los miembros es evidente.
El gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn, declaró hace alguna semanas, que “ha quedado claro que ha disminuido visiblemente el riesgo de que el recorte de tasas sea demasiado prematuro”, haciendo referencia a las expectativas de que la inflación media se ubique en el 2% (objetivo del BCE) en 2025.
El mes pasado, últimos datos que hay disponibles, el IPC general de la eurozona se suavizó al 2,6% interanual.
En la misma línea que Rehn, declararon el gobernador del banco central de Bélgica, Pierre Wunsch, quien indicó que “vamos a tomar una decisión” y que no será en “mucho tiempo», y su par del Banco de Francia, Francois Villeroy de Galhau, quien fue más allá y dijo que “es muy probable que haya un primer recorte de tasas en primavera».