El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dejó la puerta abierta a posibles cambios en la política monetaria que lleven a una reducción de los estímulos en la próxima reunión de setiembre. Las palabras del jerarca llenaron de optimismo a los mercados haciendo subir al euro y los bonos europeos. Sin embargo, según fuentes cercanas a Draghi, los mercados financieros reaccionaron “exageradamente”.
Por un lado, la economía de la zona euro crece y da lugar a creer que los estímulos económicos podrían reducirse. Por el otro, el mercado laboral aún muestra debilidades y las turbulencias en los mercados de las materias primas, hacen presagiar que los estímulos deberían mantenerse.
En esa dicotomía se encuentra actualmente el Banco Central Europeo (BCE), que tendrá una reunión clave en poco más de dos meses.
Con ese telón de fondo, el presidente del BCE el italiano Mario Draghi, dejó la puerta abierta a posibles cambios en la política monetaria agresiva, alentando las expectativas del mercado de que la entidad que dirige anuncie una reducción de los estímulos durante su reunión de setiembre.
Sin embargo, cualquier cambio en la postura del banco -que actualmente mantiene las tasas de interés en terreno negativo y realiza compras de bonos masivas mensuales- debería ser gradual, ya que la zona euro aún necesita un «considerable» apoyo monetario y la aceleración de la inflación dependerá también de condiciones financieras globales favorables, según explicó el jerarca. «La posición política se volverá más flexible, y el banco central puede acompañar la recuperación ajustando los parámetros de sus instrumentos políticos», señaló Draghi en una conferencia del BCE en Sintra, Portugal.
¡Vamo’ arriba!
Como era de esperar, los comentarios del italiano inmediatamente hicieron subir 0,5% el euro respecto al dólar y motivaron un repunte de los bonos, ya que los inversores los tomaron como una señal de que el BCE se está preparando para anunciar una reducción a su programa de compra de bonos en septiembre.
El plan de adquisición de activos de 2,3 billones de euros tiene vigencia hasta fin de año y el BCE tendrá que decidir si lo extiende o pone fin a las compras de bonos, reconciliando una aparente contradicción entre un crecimiento saludable y una débil inflación.
“Draghi dio su primer paso hacia indicar que la política monetaria del BCE se volverá menos flexible en el 2018″, sostuvo el analista económico de UniCredit Marco Valli, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias Reuters. “A menos que haya un impacto inesperado, habría un anuncio formal sobre el final (del plan de estímulo) en la reunión de política monetaria del BCE del 7 de setiembre», agregó.
Pero Draghi también bajó las expectativas de una retirada masiva de los estímulos, al sugerir que cualquier normalización será gradual: «Hay una fuerte necesidad de prudencia en los parámetros de ajuste de la política monetaria, aún cuando la recuperación acompañe», indicó.
Para el titular del BCE, “cualquier ajuste en nuestra posición debe ser hecho gradualmente, y solo cuando las dinámicas de mejora que lo justifican parezcan lo suficientemente seguras».
La aceleración del crecimiento en la zona euro y su tendencia firme apuntan en la dirección de una reducción del estímulo, mientras que la debilidad del mercado laboral y las turbulencias en los mercados de materias primas ponen en duda esa postura.
«Todas las señales apuntan ahora a un fortalecimiento y a una recuperación amplia en la zona del euro. Las fuerzas deflacionarias han sido sustituidas por unas de reactivación», concluyó Draghi en el foro anual de política del BCE.
Están exagerando
Sin embargo, fuentes del BCE consignadas por la citada agencia, evaluaron que los mercados financieros reaccionaron “exageradamente” a los comentarios de Draghi.
El presidente del BCE intentó comunicar que el organismo tendrá tolerancia a un periodo de inflación débil y no que un ajuste de la política monetaria es inminente, indicaron fuentes cercanas al funcionario.
Las fuentes explicaron que Draghi quería tomar en cuenta la fortaleza de datos económicos recientes y preparar al mercado para una decisión en otoño boreal sobre el futuro del programa de compra de activos del BCE de 2,3 billones de euros, pero sin ofrecer un compromiso expreso.
También quiso, según las fuentes, hacer notar que el BCE no flexibilizará automáticamente su política monetaria debido a la actual desaceleración en la inflación, prevista en un 1,2% en junio y en alrededor de ese mismo nivel para el año que viene.
En lugar de eso, el BCE está preparado para permitir que los precios se tomen más tiempo para alcanzar el objetivo cercano a 2%, incluso después de más de cuatro años de incumplimiento en la meta de inflación. El BCE declinó de hacer declaraciones.
La Unión Europea también mira a Japón buscando un acuerdo comercial que enfrente las tendencias proteccionistas
En el recientemente celebrado Foro de Inversión Europea en Uruguay (ver CRÓNICAS del 23 de junio), las autoridades y empresarios locales y del viejo continente hicieron un llamado a concretar el dilatado acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), como una forma de responder al incremento de las tendencias proteccionistas en el mundo, y particularmente, las llevadas adelante por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Pero el Mercosur -seguramente para suerte de la UE- no es el único frente que tienen los europeos como alternativa para aumentar sus vínculos comerciales a nivel global, y en ese sentido, las miradas parecen estar puestas en “el país del sol naciente”.
Negociadores de la UE y Japón, se reunieron en Tokio buscando avanzar en lograr un acuerdo de libre comercio, dando así respuesta a la ola de proteccionismo que avanza sobre la economía mundial.
De acuerdo a lo informado por la agencia de noticias Reuters, Japón y la UE han estado negociando desde el 2013, pero las charlas se intensificaron desde la semana pasada, con reuniones casi diarias para superar los obstáculos principales, incluidos los aranceles a los automóviles y piezas de vehículos japoneses y al vino, el queso, las pastas y otros alimentos europeos.
Un pacto entre Japón y la UE podría dejar a las firmas estadounidenses en una situación de desventaja, especialmente después que el presidente Trump retirara a su país del acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP).
«Hay una atmósfera entre los negociadores de que Japón y la UE necesitan detener el proteccionismo que está prevaleciendo en el mundo», señaló al citado medio una fuente familiarizada con el tema que pidió no ser identificada porque las discusiones continúan. «Se está incrementando el impulso para que Japón y la UE adopten el liderazgo en la promoción y ejecución del libre comercio», agregó.
En una señal de optimismo, la jefa de comercio de la UE, Cecilia Malmstrom, indicó que se podría firmar un acuerdo provisional con Japón tan pronto como la próxima semana.
Un acuerdo entre la UE y Japón «enviaría un fuerte mensaje a EEUU de que el libre comercio es importante y que no debería cerrarse demasiado», dijo otra fuente consultada por Reuters.