Beneficios tributarios para la exportación de servicios y “escalar” en la cadena de valor

Ventajas > Más empleo, salarios y reactivación de la economía

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Las exportaciones de servicios tienen una gran relevancia  y su desarrollo se entiende fundamental para generar mejores empleos, salarios, y acelerar la economía, según se analizó ayer jueves en un evento de la Academia Nacional de Economía. Se propusieron cuatro iniciativas tributarias para favorecer al desarrollo del sector y poder “escalar” en la cadena de valor.

Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl

“¿Uruguay puede ser hub regional para la exportación de servicios? Principales propuestas”, fue la segunda charla organizada por Academia con el propósito de presentar ideas que aporten al debate y puedan ser utilizadas por el nuevo Gobierno (ver recuadro).

Mario Amelotti,  Carlos Loaiza, y Diego Rijos, fueron los encargados de la presentación, donde se destacó que las exportaciones de servicios  “no son algo nuevo en Uruguay” y ya representan el 21% de las exportaciones totales del país.

Rijos señaló que las recomendaciones surgen del pensar formas de contrarrestar los efectos económicos del coronavirus en Uruguay, pero las propuestas buscan ir más allá de esta coyuntura específica.

Dado el pequeño tamaño del país, explicó, Uruguay está obligado a abrirse al mundo, pero no solo en bienes, que es donde se suele poner el foco, sino también en servicios, sector en el que tenemos algunas ventajas, pero también problemas.

Para contextualizar, Rijos se refirió a la caída y deterioro del empleo de los últimos años, la reducción de la dinámica empresarial, la caída de la inversión y el enlentecimiento de la economía.

Además, subrayó la importancia de la “economía del conocimiento” donde “lo que importa es la información y la capacidad de procesarla (…) y a partir de ahí generar valor”. Eso conlleva la necesidad de contar con “gente más preparada”.

Pero más allá de cuestiones internas, Rijos también subrayó que “el mundo está cambiando”, con un “avance brutal” de los servicios transfronterizos, deslocalización y cadenas de valor. Estimó que Uruguay debe “escalar” en esta cadena a través del conocimiento, para generar más valor agregado.

También ha cambiado “el paradigma” del mundo del trabajo: automatización, trabajo flexible en el que no importan los horarios sino los objetivos, y donde crecen prácticas como el “home office” o el “cowork”. Enfatizó que estas transformaciones ya venían ocurriendo, pero se aceleraron con la pandemia y “vinieron para quedarse”.
El economista sostuvo que las exportaciones de servicios en Uruguay son rentables, fundamentalmente desde zonas francas (ZF), lo que –evaluó- se debe a cuestiones impositivas. Un 75% de las exportaciones de servicios sale de ZF, graficó.

Se trata, principalmente, de empresas de software y servicios empresariales, que son “muy intensivas” en capital humano de alta capacitación.
Entre las ventajas de Uruguay, destacó la “buena conectividad” (fibra óptica, cable submarino), que permite contar con “conexiones rápidas y estables”. Además, pese a las críticas que pueden hacerse al sistema educativo, “tenemos un buen capital humano”. Por último, subrayó la confianza internacional del país por su respeto a los contratos, reglas de juego y derechos de propiedad. “Es uno de los principales activos del Uruguay”, evaluó.

Entre las consecuencias positivas que podría tener el desarrollo del sector servicios mencionó mayores salarios, reactivación de la economía y crecimiento del empleo directo e indirecto.

 De alto impacto
A su turno, Loaiza destacó que las propuestas refieren a aspectos tributarios que “pueden tener un alto impacto”, pero que forman parte de una política de Estado que “va más allá”, como mejorar la educación y promover la investigación e innovación.

Evaluó que “es un momento propicio” por el cambio de Gobierno, pero también por la coyuntura “no deseada” de la pandemia, que aceleró procesos. “Si bien ha sido un cisne negro (…) muchos hechos ya venían pasando y lo que único que hicieron fue acelerarse”, destacó Loaiza. A su entender, Uruguay puede aprovechar el buen manejo de la pandemia para potenciarse.

Las dos primeras medidas apuntan a la misma dirección: evitar la doble imposición. En primer lugar, negociar más convenios internacionales para evitar la doble imposición, pero también introducir una “norma unilateral” para evitar esa doble imposición. Loaiza subrayó que esta tributación tiene “un impacto decisivo, que puede definir  ser competitivo o no”, ya que puede implicar menores márgenes de ganancias, o impactar al alza del precio quedando en desventaja ante otros competidores.

Loaiza remarcó que desde el 2009 Uruguay lanzó una “red e acuerdos muy nutrida” y actualmente tiene 34 convenios en vigor. Sin embargo, subrayó que “la red tiene que incrementarse” y en particular “algunos convenios críticos que han sido suscritos pero no ratificados”, como el de Brasil. Fundamentó que la tributación con Brasil es “compleja”, pero en promedio las exportaciones de servicios están cargadas con hasta un 38% de impuestos. Si bien la mayoría “no son evitables”, de contar con un convenio se reducirían en “no menos de 15%”.

Pero aún si no existe un convenio, “Uruguay debería introducir una medida para evitar la doble imposición” de forma unilateral.

Por su parte, Amelotti se refirió a las otras dos propuestas. En primer lugar, una deducción de gastos para determinar la base imponible del IRAE, es decir, gastos pueden deducirse porque se utilizan para producir la renta. En ese sentido, se refirió a la “regla candado”, donde se puede deducir el gasto si está gravado por el proveedor que presta el servicio, pero en caso contrario no lo puede hacer o lo hace a una tasa menor. Eso “genera inequidades y distorsiones”. Apuntó que esa situación “está bastante agravada” cuando se trabaja con el exterior, por las dificultades para conseguir la información y los regímenes especializados. “Si queremos darle competitividad a este sector y subir en la escalera (de cadenas de valor), el no poder deducir los gastos y tener un impuesto a la renta que es bastante mayor al 25% crea un factor de no competencia que debemos corregir”, subrayó.

Algo similar debería plantearse con el IVA. En particular se está hablando de consolidar el principio de imposición en destino, para que no se genere un incremento de precios. En ese sentido, se propone que el exportador de servicios no esté gravado por el IVA.


Espíritu constructivo

La Academia Nacional de Economía organizó tres charlas esta semana: la primera con foco en la internacionalización del país (ver nota página 15), la segunda con propuestas para fomentar la exportación de servicios y una tercera que se realizará hoy viernes sobre el desempeño fiscal. La intención, según explicó a CRÓNICAS, María Dolores Benavente, es la de elevar las propuestas surgidas a las autoridades nacionales con un “espíritu totalmente constructivo”.

En la charla de ayer, Loaiza remarcó que estas iniciativas buscan ser un aporte, pero que su concreción depende del sector político, lo que implica un proyecto del Poder Ejecutivo o del Poder Legislativo, que plasme esos cambios. También son jugadores claves el Ministerio de Economía y la Cancillería.

Por su parte, Rijos agregó que también deberían ser los empresarios del sector servicios quienes promuevan estas políticas.