Los avances tecnológicos pueden ser la solución a los desafíos demográficos de Uruguay o pueden “polarizar el mercado laboral”, dependiendo de cómo se gestionen, según analiza un informe elaborado por el Banco Mundial (BM). Si Uruguay logra superar los desafíos y mantener el ritmo de crecimiento, adaptándose a las nuevas tecnologías, “tiene altas chances” de transformarse en una economía desarrollada, según uno de los autores.
Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl
“Justo a Tiempo” es el nombre del reciente estudio publicado por el BM, que analiza el envejecimiento poblacional, el cambio tecnológico, y sus impactos en el mercado laboral.
Ignacio Apella, economista para Protección Social en América Latina y el Caribe del BM y uno de sus autores, dijo, en diálogo con CRÓNICAS, que el nombre del trabajo remarca que “ahora es el momento de tomar acciones. No queda mucho más tiempo”.
Sin embargo, también entiende que si Uruguay supera los desafíos y mantiene el ritmo de crecimiento, adaptándose a las nuevas tecnologías, “tiene altas chances” de transformarse en una economía desarrollada.
“Uruguay todavía goza del ‘bono demográfico’” (proporción de población activa con capacidad de ahorro en sus máximos), pero “se está agotando”. La tasa de dependencia de niños y adultos por cada adulto alcanzará en 2020 “su mínimo valor” (55%), pero luego subirá en 2040 a 60% y hacia fin de siglo a 80%. “La sociedad uruguaya está envejeciendo y seguirá envejeciendo, eso trae inquietudes respecto a la capacidad de mantener el crecimiento económico de largo plazo”, advierte Apella.
Una forma de extender este “bono” es incrementar la participación de mujeres en el mercado laboral y retrasando la edad de retiro.
La participación femenina puede lograrse con mayor apoyo en el hogar y en los procesos de incorporación de empleos. Apella destacó que “la evidencia muestra” que el Sistema Nacional de Cuidados contribuye en esa dirección, aunque también debe apoyarse un cambio cultural, promovido “no solo por el gobierno, sino por la sociedad”, algo que en su opinión ya está sucediendo.
Por su parte, para extender la edad de retiro, se pueden flexibilizar los procesos de retiro, revisar las fórmulas de cálculo de las jubilaciones incentivando a seguir trabajando, y permitir a los adultos mayores reinsertarse en el mercado en actividades diferentes.
Otra opción para compensar el agotamiento del “bono” es incentivar al sector privado a acelerar la innovación tecnológica, ya que ello implicaría un aumento de la productividad de la economía en el mediano y largo plazo. No obstante, advierte que el efecto puede no ser neutro en el mercado de trabajo. “Para que el efecto sea positivo, será necesario promover los sectores que incrementen la demanda de empleo, reforzar los programas de capacitación durante toda la vida laboral y mejorar la calidad de la educación formal (…), así como regular las nuevas formas de empleo en las plataformas digitales”, señala el informe.
Fuerte y al medio
En particular, se insta a promover la innovación tecnológica en los sectores donde el “efecto escala crea empleo”.
La tecnificación tiene dos efectos sobre el trabajo: por un lado de sustitución (la automatización reemplaza tareas) y del otro de “escala”, es decir, mayor eficiencia, menores costos, y una “producción y empleo de mayor calidad”.
El informe menciona el caso del sector financiero uruguayo como “un buen ejemplo de incorporación de tecnología con crecimiento en el empleo”, donde, si bien hubo una reducción de empleo para la atención presencial, como contrapartida aumentaron los puestos para desarrollar otras líneas de negocios vinculadas a servicios electrónicos. “El sector está sustituyendo trabajadores de bajo y medio nivel de calificación por otros con mayor nivel de educación”, señala. Algo similar, ocurre con el comercio minorista.
“En Uruguay, el avance tecnológico no dio lugar a una situación de desempleo, sino a un cambio en el perfil de los trabajadores de acuerdo con las tareas que realizan”, explica el BM.
Apella sostiene que la preocupación no es el “desempleo tecnológico”, sino una “polarización del mercado de trabajo” con efectos distributivos negativos. “Crece el empleo en los dos extremos, en el más calificado (mejor remunerado) y en el menos calificado (peor remunerado). Ese es el riesgo: hacia donde se dirige el grupo que está en el medio. Ahí es a donde tiene que apuntar la política pública”.
Educación, educación, educación
El estudio invita a “repensar el sistema educativo para orientarlo a la adquisición de habilidades relevantes en el nuevo mercado de trabajo”. Ello se puede lograr “fortaleciendo los programas de capacitación para la población en edad de trabajar y extendiéndolos a toda la vida laboral, y mejorando la calidad de la educación de los niños y jóvenes”.
Los sistemas educativos se deben enfocar en desarrollar habilidades cognitivas y socioemocionales que faciliten la adaptación a los nuevos escenarios. Ello implica pasar de un sistema que forma habilidades tradicionales, “con contenidos informativos enciclopédicos y desligados de proyectos concretos”, a priorizar el desarrollo cognitivo y socioemocional, para una continua adquisición de habilidades.
El segundo desafío es diseñar programas de entrenamiento y capacitación durante toda la vida laboral, promovidos y financiados tanto por el sector público como privado. A propósito, Apella destacó el rol del Inefop, así como un trabajo realizado por el Ministerio de Trabajo, consistente en desarrollar una amplia base de datos, que lista de forma dinámica todas las ocupaciones y sus características, lo que permite –entre otras cosas- identificar si son automatizables o no. “Eso es útil para el Inefop o la autoridad de formación continua, para definir las estrategias de formación”, explico Apella, resaltando que fue una política que trascendió colores políticos. “Esto se inició con el Gobierno anterior, pero el actual lo mantiene y lo apoya”, resaltó.
Mantener el equilibrio
Otro desafío es “adaptar la protección laboral y social”. Las oportunidades que generan las nuevas modalidades de trabajo deben ser balanceadas con la necesidad de asegurar una adecuada protección laboral y de seguridad social.
La demanda de trabajo por plataformas digitales se ha extendido rápidamente en algunos servicios específicos, y se espera que siga creciendo en el futuro, lo que implica una “mayor heterogeneidad de las relaciones laborales” y la necesidad de revisar normas laborales y de seguridad social.
Un debate mencionado en el informe es la dificultad de distinguir si un trabajador es un proveedor de servicios independiente o un empleado de una plataforma. Quizás la solución, señala, sea encontrar una nueva forma de definirlo. El punto, según el estudio, es “encontrar un equilibrio”, adaptando los mecanismos de la seguridad social para brindar cobertura a todas las modalidades de empleo independientemente del tipo de acuerdo laboral.
También se deberían simplificar procedimientos de registro y contribución. “Si la regulación facilita el registro de los trabajadores en las plataformas digitales, la expansión de este sector puede ayudar a reducir el trabajo informal”, sostiene.