El fin de la política de “covid cero” en China podría generar una fuerte reactivación de su actividad, incidiendo positivamente sobre las deterioradas perspectivas de crecimiento mundial. Sin embargo, algunos analistas entienden que el repunte del gigante asiático podría ser “un arma de doble filo”, ya que al contrario de lo sucedido en 2022 cuando China fue una fuerza desinflacionaria a nivel mundial, este año su aceleración podría reavivar las presiones sobre los precios internacionales.
Al repasar los resúmenes de la economía en 2022, todos los análisis realizados coincidían en calificarlo como “el año de la inflación”. La fuerte aceleración del aumento de precios en la economía, generado por distorsiones en las cadenas globales de suministros y agravados tras el estallido de la guerra en Ucrania, llevó a que la inflación ocupara el primer lugar en las preocupaciones de las autoridades económicas.
Sin embargo, el débil desempeño económico que mostró China el año pasado, en parte generado por sus estrictos confinamientos por su política de “covid cero”, se convirtió en una fuerza desinflacionaria. El menor consumo chino de materias primas probablemente haya sido clave para que la inflación global no se disparara aún más.
Ahora, con el levantamiento de las estrictas medidas y la mayor apertura del país, la situación podría cambiar. Por una parte, al retomar un crecimiento mayor, el gigante asiático podría convertirse en un motor clave para una economía mundial que enfrenta una fuerte desaceleración (ver nota página 12). Por otra, podría convertirse en un factor de riesgo al generar presiones sobre los niveles internacionales de precios, lo que podría reavivar el problema de la inflación global.
De acuerdo a un artículo publicado por el portal web El Economista, lo que suceda dependerá de lo que pese más en la balanza: su rapidez para volver a funcionar a pleno rendimiento como la fábrica predilecta del mundo o el aumento de su demanda de materias primas.
“Para las economías occidentales, el fin de la estrategia ‘covid cero’ en China siempre ha sido un arma de doble filo. Por un lado, significa que tras una oleada de casos de covid-19, la economía china podría abrirse antes y más rápido de lo que se pensaba inicialmente, reduciendo el riesgo de nuevas fricciones en la cadena de suministro. Por otro, es muy probable que esta reapertura haga subir la demanda y los precios de la energía”, señaló Warren Patterson, estratega de ING, según consignó el citado medio.
En la misma línea, un artículo de la firma TD Securities sostiene que posiblemente el fin de las políticas de “covid cero” en China causen “dolor económico a muy corto plazo”, aunque con una mirada más larga, “las perspectivas se vuelven más brillantes”. “Ahora esperamos que el PIB crezca un 5,3% este año desde el 4,7% esperado anteriormente, y es probable que el segundo trimestre de 2023 experimente un fuerte rebote”, asegura.
La energía
Un factor que puede incidir fuertemente es el eventual impacto del repunte de la economía china sobre la demanda de energía, que podría agregar tensión a un mercado mundial que ya está tenso.
“La reactivación de la demanda china puede traducirse en una subida de los precios mundiales de las materias primas. Lo que más preocupa a la inflación es el mercado de la energía, donde la oferta sigue siendo escasa. Aunque la reapertura de China ha sido hasta ahora negativa para la demanda de petróleo, creemos que llevará al mercado del petróleo a un pequeño déficit en el segundo semestre de este año, lo que ejercerá una nueva presión al alza sobre los precios”, plantea el analista Julian Evans-Pritchard de Capital Economics en un análisis sobre los efectos inflacionarios de la nueva política china con el covid-19.
Aunque aún es pronto para realizar una previsión certera, la reapertura de China ya provocó un cierto optimismo en los mercados de petróleo, que celebraron con subidas los primeros pasos de Pekín hacia la normalidad. No obstante, la tendencia sigue sin ser del todo clara en un mercado dominado por la volatilidad.