Autoridades de China y Estados Unidos (EEUU) mantuvieron conversaciones “productivas” en Pekín durante esta semana, en el marco de las negociaciones para poner fin a la guerra comercial entre ambas potencias. Sin embargo, analistas advierten que con acuerdo o sin él, es esperable que la rivalidad bilateral se incremente y posiblemente ello se traslade al decisivo sector tecnológico.
El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin y el Representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, aseguraron que mantuvieron “reuniones productivas” con el viceprimer ministro del país asiático, Liu He, que continuarán la próxima semana con el viaje de esa autoridad China a Washington. Esa reunión podría ser la ronda final de conversaciones.
Los tres funcionarios posaron ante las cámaras al final de sus conversaciones en una casa de huéspedes del Estado en Pekín, donde se les vio conversando amistosamente, aunque no hablaron con periodistas, según consignó la agencia de noticias Reuters.
Pekín y Washington han mostrado avances en temas que incluyen la propiedad intelectual y la transferencia forzada de tecnología para poner fin a un conflicto marcado por la imposición de tarifas recíprocas que le han costado a ambos países miles de millones de dólares, generando además problemas en las cadenas de suministro y una fuerte volatilidad en los mercados financieros.
Pero funcionarios de EEUU han dicho en privado que los puntos en disputa son la creación de un mecanismo que permita el cumplimiento de un potencial acuerdo y pactar plazos para levantar los aranceles.
De acuerdo a lo informado por Reuters, citando fuentes familiarizadas con las negociaciones, el principal tema en disputa es si se eliminarán los aranceles estadounidenses sobre bienes chinos por un valor de 250.000 millones de dólares.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha dicho que su país podría mantener algunos aranceles a los productos chinos durante un “periodo sustancial”.
Alta tensión
Pero a pesar de los avances, analistas advierten que un acuerdo difícilmente ponga fin a la rivalidad entre ambos gigantes económicos, ya que se trata de una lucha por el poder entre dos visiones diferentes del mundo, según destaca un artículo del portal web BBC Mundo. Con acuerdo o sin él, se espera que esa rivalidad se amplíe y se vuelva más difícil de solucionar con el tiempo.
«Hemos entrado en una nueva normalidad, en la cual la competencia geopolítica entre EEUU y China se ha intensificado y se ha vuelto más explícita», sostuvo Michael Hirson, director para Asia de la consultora Eurasia Group, al citado medio. «El acuerdo comercial moderará una faceta de la lucha de poder entre ambos, pero sus efectos serán temporales y de alcances limitados», agregó.
Los analistas creen que la rivalidad entre Washington y Pekín probablemente se trasladará ahora en el decisivo sector tecnológico, en el cual ambos intentan establecer su liderazgo mundial.
«Ahora, de forma acertada, cada país reconoce que su prosperidad, su riqueza, su seguridad económica y militar va a estar ligada a la posibilidad de mantenerse a la vanguardia tecnológica», señaló Stephen Olson, investigador principal de la Fundación Hinrich, un organismo asesor en temas de comercio global.
Por su parte, Hirson comentó que “el término ‘guerra fría’ es excesivo en el contexto de las tensiones entre Estados Unidos y China, pero cada vez es más apropiado para describir su competencia en el sector de la tecnología». Explicó que el diferendo generado con la empresa Huawei es «sintomático de esta intensificada competencia geopolítica». «Esta rivalidad es mucho más difícil de resolver que las puras disputas comerciales», agregó.
El artículo señala que las restricciones sobre las inversiones de China en Estados Unidos, las limitaciones sobre la capacidad de las empresas estadounidenses de exportar tecnología a China y el aumento de la presión sobre las compañías de ese país.
Fed no ve argumentos sólidos como mover tasas de interés
La Reserva Federal (Fed) estadounidense resolvió mantener las tasas de interés sin cambios y se mostró poco dispuesta a ajustarlas, al menos en el corto plazo, fundamentando su decisión en las mejoras en el empleo, el crecimiento económico y la probabilidad de que la débil inflación se acelere.
“Pensamos que nuestra postura de política monetaria es apropiada por el momento; no vemos un argumento sólido para moverla en cualquier dirección”, afirmó el presidente de la Fed, Jerome Powell, en una conferencia de prensa tras el término de la reunión de dos días del organismo. “Nos veo en una buena trayectoria para este año”, agregó.
“El mercado laboral sigue fuerte (…) la actividad económica aumentó a un ritmo sólido” en las últimas semanas, señaló la entidad en un comunicado. La principal preocupación analizada la actual “apagada” inflación, que se mantiene por debajo del objetivo del 2% de la Fed. El comunicado sugiere que un reciente declive de la inflación podría ser más persistente de lo estimado, y ya no se podía culpar simplemente a la caída de los precios de la energía.