Para solucionar los “cuellos de botella” que tiene Uruguay en materia competitiva se debe lograr una importante institucionalidad que garantice un adecuado ambiente para el desarrollo de los negocios, y que haga foco en los principales aspectos que debe mejorar el país: la educación, la infraestructura física y tecnológica, la política de inserción internacional y la política de fomento de la innovación a nivel empresarial y del sector público.
El Instituto de Competitividad de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica, presentó su Informe de Competitividad Uruguay 2016, a través del cual busca analizar la situación por la que atraviesa el país y aporta “reflexiones” para abordar “una agenda competitiva”.
El documento destaca que si bien la economía local ha mostrado un importante crecimiento en los últimos años, la reciente desaceleración de la economía pone de manifiesto “un grado de urgencia significativa en abordar procesos de construcción competitiva reales y efectivos”.
“No se detecta una estrategia clara y explícita de mejora de la competitividad, que tienda a lograr avances sustantivos en la transformación productiva”
“El país ha mostrado algunos progresos en aspectos que hacen a la competitividad, aplicando políticas públicas que han contribuido al incremento de la productividad empresarial”, destaca el informe, aunque advierte que “parecería que falta una visión más global”. “No se detecta una estrategia clara y explícita de mejora de la competitividad, que tienda a lograr avances sustantivos en la transformación productiva. Esto es, políticas que traten de logar una adecuada coordinación y participación de los diferentes actores públicos y privados, que necesariamente tienen que estar involucrados y ser incluidos en un proceso de construcción competitiva exitoso”, sostiene el informe.
Una excepción a la necesidad de buscar esa institucionalidad sería el proyecto del denominado “Sistema Nacional de Competitividad”, luego llamado “Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad”, que sigue a discusión en el Parlamento.
Los desafíos
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, el informe señala que para incrementar la productividad y la competitividad, es necesaria “la existencia de una institucionalidad que garantice un adecuado ambiente para el desarrollo de los negocios”. Asimismo, debería solucionar los “cuellos de botella” que en materia competitiva presenta Uruguay: la educación, la infraestructura física y tecnológica, la política de inserción internacional y la política de fomento de la innovación a nivel empresarial y del sector público.
“Tener bajo control la inflación y niveles razonables de déficit fiscal, entre otras medidas, ayudan a que el ambiente de negocios mejore e incentiva a las empresas a invertir”
El informe remarca que consolidar la estabilidad macroeconómica a mediano y largo plazo es una condición de base para poder avanzar en mejoras competitivas. “Tener bajo control la inflación y niveles razonables de déficit fiscal, entre otras medidas, ayudan a que el ambiente de negocios mejore e incentiva a las empresas a invertir”, sostiene.
En materia de educación, advierte que es “un área clave en los procesos de estrategia competitiva” con resultados que se observarán a mediano y largo plazo. “Es por eso que se torna fundamental explicitar estrategias que orienten planes y acciones, y que éstas sean aplicadas sistémicamente, para lograr avances acumulativos y así tener pequeños éxitos demostrables que a su vez generen círculos virtuosos y nuevos impulsos a las reformas a implementar”, sostiene.
En infraestructura se destacan avances importantes en la infraestructura científica y tecnológica, como en telecomunicaciones e internet, así como de los centros de investigación contribuyen a la mejora de la competitividad de las empresas. Sin embargo, la infraestructura física, -estado y/o disponibilidad de carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarril- muestra grandes deficiencias, que debido a la restricción de recursos en el sector público, hace necesario “incorporar inversión privada”.
Las políticas de incentivo a la innovación, que necesariamente deben formar parte de la agenda, deben enfocar sus esfuerzos para que el sector productivo incremente sus niveles de innovación e incorpore ciencia y tecnología a los bienes y servicios que se producen, tratando de incrementar la sofisticación y el valor agregado.
Por último, el informe destaca que si bien Uruguay registró un gran aumento de las exportaciones en la última década, la contracara de dicha expansión se dio con una concentración de los productos comercializados, los cuales son en un alto porcentaje commodities que tienen un reducido contenido de valor agregado y tecnología. En ese sentido, se debe apuntar a acciones que permitan una oferta exportadora con mayor incorporación de valor y demanda de empleo calificado.
También se debe apostar a una mejor inserción internacional, la que podría pasar por una mayor flexibilidad para poder firmar y concretar tratados de libre comercio con el objetivo de acceder a la mayor cantidad de mercados posibles a menores costos.