Históricamente los problemas económicos de Argentina repercutieron severamente en Uruguay, como es el caso de las crisis de 1982 y 2002. Actualmente, el país vecino atraviesa una situación económica compleja y con niveles de incertidumbre política de cara a las elecciones que se celebrarán a fin de año, pero los canales de transmisión, que anteriormente derivaron en un contagio de esa inestabilidad, hoy en día están cauterizados.
Que gran parte de los uruguayos agoten los pasajes de barco a Buenos Aires o se conglomeren en las filas de los puentes que cruzan a la vecina orilla, cuando un fin de semana largo se sitúa en el calendario o las vacaciones de los escolares imponen los momentos turísticos del país, es el principal indicador de la diferencia cambiaria que existe entre ambos países y de la situación económica de Argentina.
Esta diferencia cambiaria, y principalmente la situación que padece el litoral del país, que sufre los impactos más directos dado el corrimiento del consumo a las provincias linderas, se refleja en el Índice de Precios de Frontera elaborado por la Universidad Católica de Uruguay (UCU) en su Campus de Salto. Según ese estudio, a julio de 2023, adquirir la canasta básica en Concordia resultaba 56% más barato que en el departamento uruguayo y 126% más caro consumir en Uruguay, si se observa desde la perspectiva de Concordia. Ese es el primer aspecto que hace al problema.
Este desnivel en los precios, la situación del dólar y la coyuntura política de incertidumbre instalada en Argentina parecen tener, si se toman las crisis de 1982 y de 2002 como eje comparativo, menores impactos de este lado del río.
Esta diferencia se encuentra en la capacidad que ha tenido Uruguay de cauterizar los canales por los que los impactos negativos de Argentina terminaban afectando la economía local.
El canal financiero
A comienzos del milenio, en el año 2001 Argentina atravesó por una importante crisis financiera, que derivó en retiros masivos de los depósitos, y llevó al gobierno a imponer el famoso “corralito” para frenar la sangría de dólares de las entidades bancarias.
La tormenta no demoró en cruzar el Río de la Plata. El efecto inmediato en Uruguay lo padecieron sus bancos privados, que sufrieron una corrida incipiente y lentamente sus depósitos se fueron drenando, entre ellos el Banco Comercial o la sucursal que el Banco Galicia tenía en el país.
Fue a partir de 2003 que se cambió la regulación y se estableció que los depósitos bancarios de los no residentes no se pueden prestar, solamente se pueden colocar en activos líquidos con riesgo cero, como Letras del Tesoro de Estados Unidos.
En la actualidad, pese a que los argentinos tienen títulos públicos y depósitos en Uruguay, los especialistas señalan que una devolución de estos activos no impactaría en los bancos ni en el sector público.
A esto se le debe adjuntar el hecho de que la cartera de clientes de los bancos del país se ha diversificado y la ponderancia que tienen los clientes argentinos es menor que en aquel entonces.
El sistema cambiario
En la previa de las crisis ya mencionadas, Uruguay contaba con un sistema cambiario que no era de libre flotación, sino que constaban de sistemas fijos en el caso de 1982 y de bandas de flotación, con un sistema híbrido, en el caso de 2002.
Por lo que cuando la inflación se disparaba, el gobierno usaba el tipo de cambio y tenía compromisos con que el dólar no se disparara, lo que generaba que las autoridades tuvieran que topear el dólar y el Banco Central de Uruguay (BCU) tuviera que intervenir. El efecto fue similar al de tapar una olla a presión cuando está en punto de ebullición. Pero ese régimen cambiario del tipo de cambio fijo ya no se aplica en el país, lo que implica que otro de los canales de contagio está más vulnerable.
Pese a que hay un viejo dicho que dice que cuando Argentina se resfría, Uruguay estornuda, la realidad marca que, en la actualidad y gracias al aprendizaje a partir de los errores, el estornudo de Uruguay cada vez es menos estridente.
Los platos rotos que sí se pagan
Al igual que ocurre con el sistema productivo nacional, en el sector turístico la demanda local no es suficiente para absorber el total de la oferta, y el turismo receptivo, principalmente el que proviene de Argentina, es clave para subsanar las necesidades del sector.
Ante esto, el pasado martes 19 de setiembre, el gobierno anunció que otorgará un seguro de paro parcial para trabajadores del sector hotelero, focalizado especialmente en el litoral, que abarcará los meses de setiembre, octubre y noviembre y buscará brindar apoyo necesario al sector termal.