Tal y como se esperaba, la Reserva Federal (Fed) estadounidense determinó un aumento de la tasas de interés de referencia, y adelantó que habrá más subas en los próximos meses, buscando así frenar las crecientes presiones inflacionarias. De acuerdo a un análisis del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), el aumento de tasas tendría “muy limitado impacto en los precios de las materias primas”, aunque “las condiciones financieras en emergentes podrían volverse más restrictivas para combatir la inflación”.
La Fed cumplió con lo esperado al anunciar un aumento de la tasa de interés de un cuarto de punto, al entorno del 0,25% y 0,5%, y adelantando que habrá más aumentos en las próximas reuniones. En concreto, las previsiones de los miembros de la Fed apuntan a seis aumentos de tasas durante este año, llegando al entorno del 2%, aunque hay diferencias sobre este aspecto a la interna de la entidad. Las estimaciones van desde un piso de tasa para fin de año de 1,5% a un techo de 3%, según mostraron las predicciones anónimas de los distintos directivos.
Para el próximo año se esperan, de media, tres subas más.
La duda no era tanto si aumentaría la tasa de interés, sino cuánto. El presidente de la Fed de Saint Louis, James Bullard, había sugerido un aumento de medio punto, apuntando a una política más agresiva de combate a la inflación. Sin embargo, la incertidumbre generada por la guerra en Ucrania llevó a que la mayoría de los miembros optara por ir más lento. “La invasión de Ucrania por parte de Rusia está causando enormes dificultades humanas y económicas. Las implicaciones para la economía de EEUU son muy inciertas, pero en el corto plazo es probable que la invasión y los eventos relacionados generen una presión adicional al alza sobre la inflación y pesen sobre la actividad económica», asegura el comunicado.
Está todo dado
Tras la decisión de la Fed, un análisis de coyuntura elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) detalla que el “giro monetario se produce en un contexto de fuerte dinamismo del mercado laboral y persistente incremento de las presiones inflacionarias”, las dos variables más relevantes para la toma de decisiones de la entidad.
Si bien aún no se logró un nivel cercano al pleno empleo (ni se recuperaron la totalidad de los empleos perdidos durante la pandemia), los datos del mercado laboral son robustos, con niveles de actividad pujantes y superiores al promedio de los últimos diez años.
Por su parte, la inflación se ubicó en su nivel más alto desde 1982, con una trayectoria ascendente no registrada desde la década de 1970. En concreto, la inflación interanual se ubicó 7,9%, mientras que la inflación subyacente (que excluye los rubros más volátiles) alcanzó el 6,4%; cifras completamente desalineadas de su objetivo de 2%.
Durante casi todo el 2021 la Fed insistió en que las presiones inflacionarias tendrían un carácter acotado y transitorio, pero la realidad demostró que las mismas son más profundas y persistentes. Adicionalmente, el “conflicto entre Rusia y Ucrania supone un desafío adicional para su reversión en el corto plazo y acrecienta los dilemas y costos del proceso de normalización monetaria”.
El informe del CED interpreta que mientras los desequilibrios entre oferta y demanda continúen, los precios de los commodities tenderán a mantenerse en niveles elevados y continuarán añadiendo presión sobre la oleada de inflación que está golpeando a casi todas las economías del mundo. En este escenario, el aumento de tasas tendría “muy limitado impacto en los precios de las materias primas”, aunque “las condiciones financieras en emergentes podrían volverse más restrictivas para combatir la inflación”.