Con el deterioro de la percepción de la situación económica personal y del país, y la menor predisposición a la compra de bienes durables, la confianza del consumidor uruguayo volvió a la zona de moderado pesimismo. La predisposición a comprar autos y casas registró su quinto trimestre de recuperación, pero la caída mostrada en setiembre hace prever que la misma “se estaría ya agotando”.
Como sin rumbo, la confianza del consumidor ha oscilado en el último año entre el moderado pesimismo y el moderado optimismo, aunque mayormente ha estado en la zona de quienes ven el vaso medio vacío.
En esa línea, el dato del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que elabora la Cátedra Sura de Confianza Económica de la Universidad Católica y Equipos Consultores, confirmó “la tónica de alta volatilidad” que viene mostrando el indicador, y en setiembre volvió a caer, reingresando en la zona de moderado pesimismo. El indicador se ubicó en 48,5 puntos, lo que implica una caída de 3,9% respecto al valor registrado en agosto (50,5 puntos), y que se explica por el deterioro de los tres subíndices que lo conforman. En particular, se destacó el comportamiento negativo de la “Predisposición a la compra de bienes durables”, que interrumpió su racha de recuperación. “La contracción de la Predisposición a la compra de bienes durables en setiembre se asociaría a la gradual depreciación de la moneda que en setiembre deja al dólar, por primera vez en el año, por encima del valor que mostraba un año atrás”, explica el informe difundido.
Caen todos
La caída al interior de los subíndices fue homogénea en cuanto al mayor pesimismo, a excepción de la percepción sobre la Situación económica personal actual, que es el único caso que mostró una variación mensual positiva, en consonancia con los indicadores macroeconómicos. Por su parte, los subíndices de expectativas económicas a futuro, tanto personales como para el país, mostraron un retroceso, revirtiendo la mejora que se había registrado el mes anterior.
Al analizar el promedio del tercer trimestre del año (48,2 puntos) se observa una leve mejora respecto al mismo período del año anterior (47,1 puntos) y cierta estabilidad respecto al segundo trimestre de 2017 (48,6 puntos). “La ligera contracción respecto a abril-junio se explica por percepciones más pesimistas en materia de la Situación Económica, parcialmente compensadas por una -ligera- mejoría de la Predisposición a la compra de bienes durables”, destaca el informe. En la misma línea, se destaca que la predisposición a la compra de bienes durables acumula “cinco trimestres ininterrumpidos de recuperación, explicando, junto con el aumento del ingreso, el mayor dinamismo del consumo privado”. No obstante, alerta que la desaceleración registrada en el último trimestre podría “encender la alerta de si se estaría ya agotando tal recuperación”.
En cuanto a los “otros indicadores de confianza económica” que analiza el informe, también se observó en setiembre un mayor pesimismo. Los que mostraron una mayor caída fueron la Preferencia por la moneda nacional para los depósitos (-8,6 puntos) y las Expectativas de inflación (+5,6 puntos). “Ambos indicadores son muy sensibles a la variación del tipo de cambio y de la inflación registrada. Más allá del ritmo muy gradual, el hecho de que ambas variables por segundo mes consecutivo varíen al alza, estaría impactando en las expectativas de los consumidores que podrían percibir un quiebre en la racha bajista de los precios -de moneda, y bienes y servicios-“, interpreta el informe.
Por su parte, en consonancia con peores datos del mercado laboral (aumento de la pérdida de puestos de trabajo, y con la tasa de empleo más baja en nueve años) se incrementaron las Expectativas de desempleo para los próximos doce meses.
Confianza regional
En otro orden, al analizar la confianza económica en la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay), se observa que “más allá del impacto de factores políticos propios que se han manifestado en la confianza en todos los países en los últimos 10 años, se percibiría que shocks externos compartidos, tales como el ciclo del precio de los commodities de exportación, o los flujos de IED habrían impactado de manera similar en el ciclo económico de los países, y a través de este incidido en la confianza de los consumidores con similar signo”.
En ese sentido, se destaca que “así como desde mediados de la primera década del 2000 todos experimentaron un impulso de mayor optimismo en el marco de un ciclo expansivo de las respectivas economías, desde fines de 2013-2014 en los cinco países se registra un retroceso en materia de optimismo, comenzando un ciclo de contracción de los respectivos ICC, que a la fecha los encuentra a todos en zona de pesimismo”.
En Argentina y Uruguay la confianza del consumidor mejoró en 2017 en relación al año pasado, aunque estabilizado respecto a lo observado en la segunda mitad de 2016, mientras que en Brasil y Chile se aprecia que la mejora de la confianza del consumidor continúa mejorando, pero partiendo desde niveles de confianza más bajos. En Colombia el ICC también mostró una fuerte recuperación a mediados de 2016 (desde niveles muy bajos de confianza) posiblemente más pronunciada en el marco de la campaña del referéndum por el proceso de paz con las FARC (octubre 2016), no obstante, presenta la particularidad de que en enero se ajustó fuertemente debido a un incremento del IVA.