El Índice de Confianza del Consumidor cerró setiembre con una leve alza respecto a la caída de agosto. Sin embargo, el último trimestre es el más bajo para este índice desde que se lleva registro. Según Silvia Vázquez, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Católica, ello se debe “seguramente a un detonante” de las economías argentina y brasilera.
Equipos Consultores, SURA y la Universidad Católica (UCU) presentaron los resultados del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) para el mes de setiembre, donde se observa una recuperación de 1,6 puntos de los 5,7 que había perdido el mes anterior. Ello implica un crecimiento de 4,2% respecto a agosto. De esta forma, el indicador se posiciona nuevamente en la zona de “Moderado Pesimismo” con un valor total de 40,6 puntos. El incremento aleja al índice levemente de la zona de “Atendible Pesimismo” en la que cayó en agosto.
El ICC y una serie de indicadores de confianza económica complementarios que relevan la percepción del consumidor, “son utilizados como herramienta para la predicción de corto plazo”, explicó Silvia Vázquez, investigadora del Departamento de Economía de la UCU. “La confianza del consumidor aporta información en tiempo real, de modo que autoridades y agentes privados puedan tomar decisiones más oportunas”, continuó.
Según la economista, el comportamiento del ICC para el mes pasado “se podría resumir como de rebote parcial”.
La recuperación que presentó el ICC con respecto a agosto es explicada por una suba de 3,0 y 2,1 puntos en los subíndices de percepción sobre la “Situación Económica del País” (SEPA) y “Situación Económica Personal” (SEPE) respectivamente.
Sin embargo, no todo es positivo: el subíndice “Predisposición a la Compra de Bienes Durables” (PCBD) mostró una leve caída de 0,2 puntos. El PCBD sigue sin poder revertir su tendencia a la baja, influenciado principalmente por la evolución del dólar.
Además, el promedio del tercer trimestre del año es el de menor confianza del consumidor en los 11 años en que se releva el ICC. Este dato se observa a pesar del repunte apreciado en setiembre; si se compara a este período del año con el mismo en 2017, se puede apreciar una baja de 6,8 puntos (de 48,2 a 41,4).
Otros indicadores
De la misma forma que el ICC, los “Otros indicadores” también mostraron una recuperación con respecto a la caída de agosto. Estos son las expectativas de ingresos (0,9 puntos), capacidad de ahorro (3,6 puntos), preferencia por moneda nacional (4,1 puntos) y preferencia por depositar en el país (2,6 puntos).
Los dos indicadores restantes presentaron una caída con respecto a su valor en el mes de agosto: las expectativas de inflación disminuyeron 6,1 puntos, mientras que las expectativas de desempleo hicieron lo propio, con 1,0 punto menos que el mes anterior.
De acuerdo con el informe, las variaciones que presentan las expectativas de inflación y la preferencia por depositar en moneda nacional “denotarían cierta estabilización” en las expectativas de depreciación de la moneda en valores superiores a un año atrás.
El análisis
Vázquez señaló que un menor nivel de confianza de parte del consumidor “alerta acerca de una desaceleración del nivel de consumo privado”, que es el componente del gasto del PIB de mayor incidencia (“unas dos terceras partes”).
“Considerando en particular la predisposición a la compra de bienes durables, que registra fuertes contracciones en los últimos dos trimestres, cabría esperar que el consumo ya no cumple un rol dinamizador”, agregó.
Según recalcó Vázquez, el mínimo histórico del ICC en el trimestre coincide con el mínimo del subíndice de expectativas sobre la “Situación Económica del País”, y con el menor nivel de confianza en materia de “Expectativas de desempleo” y de “capacidad de ahorro”.
El impulso a la baja en el último trimestre “seguramente” tuvo como detonante el mayor nivel de incertidumbre de la economía argentina, concretó la experta. A esto se le suma “un Brasil que también tiene sus propias fuentes de incertidumbre en el escenario político y económico”, en un marco global que, a su vez, impulsa una depreciación de las monedas de los tres países.
Este contexto se reflejó en variables visibles para el consumidor, tales como la depreciación de la moneda local frente al dólar o las expectativas de sectores para el turismo y otros sectores sensibles a la situación regional.
Por otro lado, al evaluar al índice desde una perspectiva de mediano plazo, la investigadora apreció que “en los últimos tres años ha predominado una tónica pesimista”. Esto es debido a que desde mayo de 2015, el ICC solo en dos ocasiones superó el valor de 50 (zona neutral): abril y agosto de 2017.
“En particular, si comparamos este último trimestre con el que hasta ahora presentaba el mínimo histórico de la serie -entre abril y junio de 2016- se puede apreciar que lo que impulsó al ICC al nuevo mínimo fueron las expectativas sobre la economía nacional, que en este período de dos años pasó de zona optimista a zona pesimista”, añadió Vázquez.
A futuro, la investigadora proyectó que, a corto plazo -porque es la única capacidad de predicción que tiene-, “se podría esperar continúe el moderado pesimismo”.
Esto se debe a que los resultados de la política macroeconómica local -fiscal y monetaria- no dejan margen para políticas anticíclicas; por ello, “se queda muy expuesto” a los shocks externos que la economía uruguaya recibe.