Expertos de la Cátedra SURA explicaron a CRÓNICAS, que en sus proyecciones sobre las expectativas de los consumidores para el año próximo, se elaboraron dos hipótesis: La primera -la “más estricta”- espera un crecimiento de 1,5% el año próximo en un contexto en el que se mantienen las expectativas sobre la economía y no se esperan shocks negativos de la región. La segunda -menos probable- proyecta un “desinfle” de las expectativas, y haría que el consumo creciera por debajo del 1%.
En un evento organizado por la Cátedra SURA de Confianza Económica, expertos en economía y política analizaron la confianza económica en el año electoral. Así los expertos de Equipos consultores, Alejandro Cavallo, Delmira Louis, y Martín Opertti, analizaron la evolución de este indicador en lo que va del año y realizaron proyecciones vinculadas al consumo para el 2020 que se nos viene encima.
Cavallo fue un poco más allá y analizó el último año y medio, resaltando que en agosto de 2018 se registró el punto mínimo de la serie histórica (que se releva desde el año 2007), con una confianza de 38,9 puntos. Por su parte, en febrero se produjo el dato más bajo de este año (44,1 puntos) y en julio el más alto (52,2 puntos).
Cabe recordar que los 50 puntos son el quiebre del Índice de Confianza del Consumidor: por encima se está en la zona de optimismo y por debajo en la zona de pesimismo.
Medio vacío y medio lleno
Al analizar la evolución del indicador, Cavallo explicó que el vaso se puede ver o medio lleno o medio vacío.
Los optimistas subrayarán el aumento de la confianza desde ese mínimo histórico de agosto del año pasado, hasta el máximo de 52,2 puntos alcanzado en julio, obtenido principalmente por el anuncio de la segunda planta de celulosa de UPM. Por otro lado, si se considera la perspectiva pesimista, se puede concluir que la confianza del consumidor -salvo excepciones- se ha mantenido en terreno pesimista desde 2015 hasta ahora.
Cavallo adelantó también el dato de la confianza del consumidor para noviembre de este año, que se ubicaría en 49,7 puntos, un punto por debajo de la cifra de octubre.
Aseguró que, si bien el análisis en profundidad se conocerá la semana próxima, la caída del mes se produjo por un leve descenso -3 puntos- en la predisposición a la compra de bienes durables, subindicador muy influido por la evolución del tipo de cambio. Los demás subíndices, en tanto, se mantuvieron estables.
Entonces, al mirar desde un año y medio para atrás, “destacamos la suba que tuvo la confianza del consumidor en parte por el ciclo electoral”, comentó Cavallo. Sin embargo, reforzó la idea de que desde 2015 la confianza se mantiene entre 40 y 50 puntos, “sin salirse prácticamente de ese rango”.
A su vez, al observar en detalle a 2019, “vemos que tenemos un estancamiento de la predisposición a la compra de bienes durables, y una suba tanto de la evaluación que hacen los consumidores sobre la situación personal como sobre la situación del país”, sopesó.
Dicha suba “es la que normalmente está alentada por el ciclo electoral”, añadió.
Futuro
A la hora de mirar hacia adelante y proyectar cómo actuará la confianza del consumidor en 2020, el equipo trabajó en base a dos hipótesis, las que se basaron en un análisis del efecto de los ciclos electorales anteriores sobre la confianza y expectativa de los consumidores.
De acuerdo a lo explicado a CRÓNICAS por los expertos “parece haber un desinfle de las expectativas en los trimestres posteriores a la elección”.
En la primera de las hipótesis elaboradas, la “más estricta” y llamada “racional-estadística”, no concluyen que haya un patrón de caída “y por tanto que no necesariamente deberíamos ver un desinfle (de la confianza) en los próximos trimestres”. Ante este escenario, que mantendría estabilidad de las expectativas a futuro, y sin que se constituyan posibles shocks de la región, el consumo privado crecería en torno de 1,5% en 2020.
En la segunda hipótesis, llamada “adaptativa-inductiva”, los especialistas de Equipos asumen que habrá un “desinfle estándar” de las expectativas durante los próximos trimestres. En este caso, el consumo privado crecería en torno de 0,9% el año próximo.
Por otro lado, también advirtieron de un efecto que puede empujar las expectativas y en consecuencia el consumo y otro que podría tener una incidencia a la baja: La positiva se basa en la mejora de las expectativas en torno a la inversión y el empleo por la construcción de la segunda planta de celulosa de UPM. La negativa, refiere a una eventual profundización de la crisis argentina y sus posibles repercusiones en Uruguay.
Humor familiar
Consultados sobre la relevancia de medir la confianza de los consumidores, Cavallo, Opertti y Louis explicaron que “la confianza resume el estado de humor de las familias, y ese humor o estado de ánimo influye en las decisiones de consumo de los hogares”.
Además, indicaron que es un indicador “adelantado”; es decir, “precede el comportamiento de otras variables”. Por ejemplo, si la confianza baja en el cuarto trimestre de 2019, entonces es muy probable que el consumo acompañe de alguna forma esa caída uno o dos trimestres después -durante el primer semestre de 2020-.
También observaron que la confianza también se relaciona con variables políticas. “Por ejemplo, encontramos que la confianza del consumidor tiene una relación fuerte con la aprobación presidencial y la precede. Es decir, cuando aumenta la confianza, uno o dos trimestres después aumenta la aprobación presidencial y análogamente cae la aprobación luego de una caída de la confianza”, sostuvieron.