Aunque hay indicios de estabilización de la economía mundial, las perspectivas son aún “débiles” y -aunque menores que hace unos meses- existen riesgos que podrían golpear el desempeño global, según evaluó el Fondo Monetario Internacional (FMI). En ese sentido, se destaca la necesidad de implementar políticas coordinadas de forma multilateral que impulsen el crecimiento, favorezcan el comercio, combatan el cambio climático, entre otras.
El FMI publicó esta semana una actualización de sus “Perspectivas de la economía mundial” donde realizó un leve recorte de sus previsiones de crecimiento debido principalmente a un menor crecimiento esperado para India.
El organismo recuerda que en su informe de octubre se daba cuenta de una economía mundial que atravesaba por una “desaceleración sincronizada” con riesgos a la baja cada vez mayores que podrían determinar un descarrilamiento del crecimiento. Desde entonces, se entiende que “algunos riesgos se han disipado parcialmente” como el anuncio de la primera fase del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China y la menor probabilidad de que se produzca un Brexit sin acuerdo. Por su parte, la política monetaria continúa respaldando el crecimiento y las condiciones financieras favorables. “Esta evolución deja vislumbrar señales de que el crecimiento mundial quizá esté estabilizándose, aunque en niveles moderados”, concluye el FMI.
De acuerdo a las nuevas proyecciones, se espera que la economía mundial pase de crecer un 2,9% en 2019 a 3,3% en 2020, y a 3,4% en 2021, lo que implica una baja de 0,1 puntos porcentuales para 2019 y 2020 y de 0,2 puntos para 2021. Este peor pronóstico se debe en gran medida a los recortes de las previsiones para India.
De todas formas, se advierte que el repunte proyectado del crecimiento mundial no deja de ser incierto, y sigue dependiendo de recuperaciones en economías de mercados emergentes que soportan tensiones y tienen desempeños deficientes, mientras que en las economías avanzadas el crecimiento se estabiliza en niveles cercanos a los actuales.
Hay señales preliminares de que el descenso de la manufactura y el comercio puede estar llegando a un punto de inflexión. Esto obedece en parte a una mejora en el sector automotor debido a que las perturbaciones provocadas por las nuevas normas sobre emisiones empiezan a desvanecerse.
Se prevé que la primera fase del acuerdo entre Estados Unidos y China, si perdura, reducirá para finales de 2020 el impacto negativo acumulado que las tensiones comerciales han tenido sobre el PIB mundial, de 0,8% a 0,5%.
El sector de los servicios sigue estando en territorio expansivo, con un gasto de consumo resiliente apoyado por un crecimiento sostenido de los salarios.
La política monetaria, que ha estado prácticamente sincronizada en las principales economías, ha apuntalado la demanda, y se estima que su contribución al crecimiento mundial es de 0,5 puntos porcentuales tanto en 2019 como 2020.
El repunte del crecimiento mundial en 2020 sigue siendo muy incierto, ya que depende de que se registren mejores resultados en las economías que soportan tensiones, como Argentina, Irán y Turquía, y en las economías emergentes y en desarrollo de flojo desempeño, como Brasil, India y México.
Riesgos menores pero importantes
Al analizar los riesgos de la economía mundial, se destacan las noticias positivas en materia comercial y respecto a la posibilidad de un Brexit sin acuerdo, pero se advierte que “podrían surgir nuevas tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea y volver a emerger las tensiones entre Estados Unidos y China”. “Acontecimientos como estos, sumados a los crecientes riesgos geopolíticos y la agudización de la tensión social, podrían revertir las condiciones favorables de financiamiento, dejar al descubierto vulnerabilidades financieras y trastocar gravemente el crecimiento”, señala el FMI.
Por otra parte, se aclara que aunque los riesgos a la baja parecen ser algo menos prominentes que en 2019, el margen de maniobra para responder con políticas también se redujo. En ese sentido, se entiende que “es crucial” que las autoridades eviten cometer desaciertos y que reduzcan aún más la incertidumbre en torno a las políticas, tanto en el plano interno como externo. Este factor contribuiría a reactivar la inversión, que sigue siendo débil.
Políticas
El organismo internacional interpreta que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia en los casos en que la inflación siga siendo moderada. Como se espera que las tasas de interés permanezcan en niveles bajos por un buen tiempo, las herramientas macroprudenciales deben emplearse de manera proactiva para evitar la acumulación de riesgos financieros.
Dado el nivel históricamente bajo de las tasas de interés y el magro aumento de la productividad, se entiende que los países que disponen de espacio fiscal deberían invertir en capital humano y en infraestructura benigna para el clima, a fin de elevar el producto potencial. Por su parte, las economías con niveles insostenibles de deuda tendrán que llevar a cabo consolidaciones, entre otras formas, mediante una eficaz movilización de recursos.
“Para garantizar una respuesta fiscal oportuna en el caso de que el crecimiento se desacelere drásticamente, los países deben formular con antelación medidas contingentes y reforzar los estabilizadores automáticos”, sostiene el informe.
Asimismo, se entiende que para potenciar la eficacia de las medidas individuales quizá sea necesaria una respuesta fiscal coordinada.
“Los países tienen que cooperar en múltiples frentes para impulsar el crecimiento y lograr una distribución amplia de la prosperidad. Tienen que desmantelar las barreras proteccionistas y resolver la situación de bloqueo en torno al Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio. Y han de adoptar estrategias para limitar el aumento de las temperaturas mundiales y las graves consecuencias de los desastres de índole meteorológica. Se necesita un nuevo régimen fiscal internacional para adaptarse a la cada vez más importante economía digital y para reducir la elusión y la evasión fiscal, garantizando a la vez que todos los países reciban la proporción justa que les corresponde de los ingresos tributarios”, concluye el FMI.