BBVA Research es actualmente referencia en materia de investigación y análisis económico. Su unidad en Argentina, trabaja en pronósticos y análisis de la realidad económica tanto de ese país como de Uruguay. En entrevista con CRÓNICAS, el encargado del equipo multidisciplinario, el economista Dal Bianco, profundizó en lecturas del presente y el futuro en este campo de este lado del Río de la Plata, reflexionando también sobre el impacto de algunas iniciativas fiscales tomadas por el país. Entre otras cosas, anunció un crecimiento de la economía uruguaya en un 2%, determinando este panorama la recuperación del consumo, cuestión que vendrá de la mano de un pronóstico de restablecimiento del salario real.
Por Oscar Cestau | @OCestau
-A grandes rasgos, ¿cómo observa el escenario internacional actual? ¿Pueden esperarse tasas altas por más tiempo?
-En BBVA Research tenemos esa visión. Aunque vale decir que la inflación es persistente, está respondiendo a la política monetaria contractiva del mundo. En ese escenario, sí esperamos tasas más altas, por más tiempo, en comparación con lo que vislumbra el mercado. Esta política monetaria contractiva por más tiempo hace que el crecimiento global no sea tan robusto; el mundo crece porque China está teniendo un buen año. El año pasado siguió con restricciones a la movilidad, pero fueron levantadas este año y eso está haciendo que el PIB crezca arriba de 5%. De forma paralela, el resto del mundo no tira porque las tasas altas no ayudan, pero de todas formas el riesgo de recesión global, que hace seis meses parecía latente, hoy lo vemos bastante disminuido.
-BBVA Research espera un mayor crecimiento de China. Sin embargo, ¿no hay algunas señales de enfriamiento de esta economía respecto al buen arranque del año? La debilidad del mercado hipotecario, las menores exportaciones, el menor consumo… ¿Eso no afecta?
-Obviamente sí, afecta, pero el impulso de la reapertura poscovid sigue actuando. Los cuellos de botella que se habían generado se están liberando y ese impulso ayuda. Los problemas estructurales siguen estando, y el sector inmobiliario e hipotecario vinculado es una fuerte preocupación, pero creemos que esos elementos no van a representar un shock que le impidan crecer.
-Esta unidad de BBVA estima un crecimiento de un 2% para la economía uruguaya este año. Es un pronóstico optimista si se tienen en cuenta las expectativas del mercado. Hay señales que preocupan, como por ejemplo el impacto de la sequía, la caída de las exportaciones y un sector turístico que no levanta cabeza. Entonces, ¿qué factores empujarán este crecimiento?
-Quizás el principal factor es que esperamos una recuperación del consumo vinculada a la recuperación del salario real, lo cual creemos que con las negociaciones salariales va a llegar. En ese sentido, proyectamos un crecimiento del salario uno o dos puntos arriba de la inflación. De todas formas, hablar de un 2% no indica un buen año; el impacto de la sequía está ahí y esta no solamente afecta a la producción agropecuaria, sino también otras cuestiones, como la producción de energía hídrica, lo que obliga a importar. Es desafiante el panorama, la sequía es un shock fuerte. Por el lado del turismo, no estuvo tan mal, y el primer trimestre fue mejor de lo esperado.
-¿Qué otros aspectos son clave para que crezca la economía uruguaya?
-Este año no está la inversión de UPM 2, y eso hay que compensarlo. Ahí el rol del gobierno es importante en términos de generar infraestructura. La propia papelera, a medida que empieza a producir y a exportar, es algo que también va a ayudar a compensar esa falta. Después, en el mediano plazo, los problemas de crecimiento -no solo de Uruguay, sino de Latinoamérica- siempre están vinculados a la baja productividad. Eso, muchas veces, tiene que ver con un mercado laboral poco dinámico o con regulaciones excesivas. Por otra parte, el mundo está cambiando muy rápido y aparecen, por ejemplo, la economía sin contacto y la inteligencia artificial, cuestiones que generan muchos desafíos. En ese escenario, las regulaciones laborales y por sector han quedado viejas, entonces ahí es donde hay que trabajar. Por suerte para Uruguay el país tiene la posibilidad de dedicarse a eso porque otros problemas están resueltos, la estabilidad macroeconómica le permite enfocarse en lo importante. Se trata de adaptar el entorno regulatorio y el entorno laboral al nuevo mundo; toca decidir qué hacer con la economía del conocimiento, y creo que están trabajando en eso.
-¿Cómo analiza la situación de diferencia cambiaria con Argentina? ¿Hay algo que se pueda hacer como medida política?
-Tener un vecino con esa macroeconomía no ayuda. Lo que esperamos pos elecciones, cuando haya un nuevo presidente, es que Argentina empiece a normalizar su mercado cambiario. El uruguayo que gasta en Argentina recibe 500 pesos por dólar, mientras que el exportador argentino que vende al mundo recibe 250; es algo muy caótico. Empezar a normalizar el mercado cambiario significa que esa multiplicidad de tipo de cambio se vaya reduciendo a medida que uno quita restricciones cambiarias. En ese contexto, con la estabilidad cambiaria a un tipo de cambio intermedio para los uruguayos no va a ser tan barato ir. Al mismo tiempo, para los argentinos no va a ser tan caro venir; eso hace que la balanza de bienes y servicios se equilibre un poco. Desde el punto de vista de Uruguay no veo que puedan hacer mucho, tiene que esperar que los argentinos hagamos los deberes y logremos tener una economía más estable y previsible, con un tipo de cambio más normal.
-¿Cómo evalúa la situación fiscal de Uruguay? ¿Ayudó la nueva institucionalidad?
-Sí, el clima institucional es envidiable. Todo lo que ha armado el gobierno uruguayo en estos últimos años sin dudas ayuda. El pasado fue el tercer año consecutivo que cumplieron la meta fiscal, aunque este año está más desafiante por cuestiones vinculadas a la actividad y la sequía, la cual resta ingresos. Tener que importar la energía de Brasil o tener que gastar más para producción de agua potable afecta a todas las empresas públicas y dificulta o pone en duda el cumplimiento de la meta. Nosotros tenemos un resultado total consolidado de 3,1% para Uruguay en todo el año. Pero claramente la institucionalidad ayuda, no solamente todo el marco decisorio, sino también el rendimiento de cuentas.
-¿Es esperable un empeoramiento del resultado fiscal como consecuencia de la recuperación de los salarios y su impacto sobre las pasividades, y por el propio «ciclo electoral»?
-El crecimiento del salario real es otro de los factores que hace dudar un poco el cumplimiento de las metas. Veremos qué resulta de la negociación, pero nosotros esperamos una suba y esto afecta, obviamente, el resultado fiscal. Respecto al gasto electoral, ayuda a disminuir el posible impacto la idea de que el último año de gobierno uno no pueda tomar medidas que incrementen el presupuesto. En BBVA Research no estamos considerando el gasto electoral como algo que ponga en peligro la meta fiscal, especialmente del año que viene, porque creemos que el resto de las limitantes y la rendición de cuentas van a ejercer un freno.
-¿Esperan estabilidad y continuidad en materia de políticas económicas generales, independientemente de quien triunfe en 2024?
-Sí, sin dudas. Detrás del riesgo país de Uruguay están las reglas fiscales, la previsibilidad, haber tenido que reestructurar la deuda en 2003; y a partir de ahí darle sostenibilidad al tema fiscal. Yendo a la parte política, no hay dudas que la alternancia es algo sano para una república, con lo cual cualquier inversor valora que haya cambios de gobierno, y que cuando eso ocurre, estos no traigan un cambio rotundo de las reglas del juego. Para invertir uno necesita un horizonte a largo plazo, por eso tener claro que esas reglas de juego se mantienen, al menos las más grandes, es importante. Después se puede cambiar un poquito, se puede modificar un impuesto, gastar más en infraestructura o en educación, pero que esos cambios sean marginales es clave. Podrá haber cambio de gobierno el año que viene o no, porque falta mucho, pero nadie espera que eso genere cambios drásticos, y eso se valora un montón.
-¿Cómo evalúa el camino propuesto por Uruguay de avanzar en opciones de financiamiento asociadas a objetivos ambientales?
-Justo uno de los caminos que eligió BBVA es ese. Como banco, el objetivo estratégico es el de buscar financiamiento sostenible, con lo cual lo de Uruguay es elogiable. Digo esto no solamente desde el punto de vista de la responsabilidad social, sino porque además se trata de algo que es el futuro de las finanzas. Esto va a ser importante, entonces subirse temprano a la ola es algo que le va a venir bien al país. Los inversores internacionales van a valorar los esfuerzos de los países por enfocarse en esto. Que un país emergente y pequeño se preocupe y lo haga, le va a dar frutos.
-La pandemia consolidó un cambio que ya se venía procesando, en la oferta de servicios del sector bancario, apuntando a una mayor digitalización. BBVA ha recorrido parte importante de ese camino. ¿A dónde se apunta a futuro?
-El mundo va hacia lo digital, esa no es ninguna sorpresa. BBVA tenía una estrategia de ir a una oferta digital cada vez más importante, tanto desde el punto de vista de oferta de productos como de la forma de trabajo interno. En 2014-2015 la estrategia planteada fue la digitalización, cuando otros bancos apostaron por la banca tradicional y abrieron más sucursales. Se trata de un camino que se eligió y la pandemia lo ratificó y aceleró. Dicho esto, la gente sigue necesitando tener un banco físico al que ir, al que reclamar o en el cual asesorarse. Uno de nuestros objetivos es que la banca tradicional se transforme en un lugar en donde a uno lo asesoren en cómo invertir y planificar financieramente, es decir, para tomar decisiones más grandes.