Si bien la inflación muestra un descenso, el Banco Central Europeo (BCE) entiende que aún sigue siendo demasiado elevada, por lo que resolvió un nuevo aumento de 25 puntos básicos en las tasas de interés. El movimiento era esperado por el mercado, pero ahora la incertidumbre se cierne sobre el camino que adoptará la entidad en la próxima reunión de setiembre. “Podemos subir los tipos o podemos mantenerlos”, afirmó la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que enfatizó que lo único cierto es que no habrá recortes.
Cumpliendo con lo prometido y lo esperado, el BCE volvió a subir la tasa de interés en 25 puntos básicos, al igual que las últimas dos reuniones, llevando la tasa de depósito a su nivel más alto desde el año 2000, el 3,75%. En tanto, la tasa de referencia principal está en su nivel más alto desde 2008, 4,25%, y la facilidad marginal de crédito (ventanilla de emergencia donde acuden los bancos a pedir liquidez) asciende hasta el 4,5%.
Pero, más allá de este largamente anunciado movimiento, ahora las miradas se posan en la próxima reunión del BCE, prevista para el 14 de setiembre, donde a excepción de una baja de las tasas, todas las posibilidades están abiertas.
“La inflación continúa disminuyendo, pero aún se espera que siga siendo demasiado alta durante demasiado tiempo. El Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en su objetivo del 2% a mediano plazo”, explicó el BCE a través de su comunicado.
Subir o mantener
En la habitual rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, Lagarde reiteró que la institución decidirá los movimientos reunión a reunión. En ese sentido, la decisión que tomen dentro de dos meses dependerá de los datos económicos que se vayan observando en el viejo continente en las próximas semanas.
“Podemos subir las tasas o podemos mantenerlas” en setiembre, aseguró Lagarde agregando que “lo que sí puedo asegurarles es que no vamos a recortarlos. Es un ‘no’ rotundo”.
En las últimas semanas, se han cruzado declaraciones de miembros del Consejo de Gobierno, algunos instando a más aumentos de tasas para consolidar el descenso de la inflación, y otros proponiendo un freno en las alzas para analizar los datos y evitar daños sobre la actividad económica.
En tal sentido, el comunicado del BCE incluye un cambio importante en su redacción respecto al de junio, en el que afirmaba que “las tasas se llevarán a niveles suficientemente restrictivos en decisiones futuras”. Ahora, el enunciado afirma que “las futuras decisiones del Consejo de Gobierno garantizarán que las tasas de interés oficiales del BCE se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario”. Esa modificación era necesaria si el banco central quería evitar la conclusión automática de que habrá otro aumento de tasas.
“El Consejo de Gobierno seguirá aplicando un enfoque dependiente de los datos para determinar el nivel y la duración adecuados de la restricción. En particular, sus decisiones relativas a las tasas de interés seguirán basándose en su valoración de las perspectivas de inflación a la luz de los datos económicos y financieros entrantes, de la dinámica de la inflación subyacente y de la fortaleza de la transmisión de la política monetaria”, agrega el comunicado.
Un dilema para el BCE
La suba de ayer fue la novena consecutiva realizada por el BCE, que comenzó a endurecer con firmeza su política monetaria hace un año: desde julio de 2022 las tasas de interés han escalado en 425 puntos básicos. Se trata de un movimiento al alza sin precedentes en los 25 años de existencia de la entidad.
El objetivo es ahogar la demanda y, en consecuencia, reducir la presión al alza sobre los precios. El BCE tiene como objetivo situar la tasa de inflación en el entorno del 2%, algo que no espera lograr al menos hasta 2025 (según indicó el propio BCE en junio).
Si bien la inflación tuvo un descenso significativo desde el máximo de 10,6% interanual que alcanzó en octubre de 2022, aún se ubica muy por encima del objetivo del 2% (5,5% en junio). Además, la inflación tendencial o subyacente (que excluye los más volátiles precios de la energía y los alimentos) y la de los servicios también permanecen por encima del 5%. Esta persistencia aviva la posibilidad de que la dinámica se traslade a los salarios, aumentando los riesgos de una retroalimentación.
En ese sentido, aún habría camino por recorrer en la política monetaria, pero la debilidad de la economía lleva a la necesidad de pensar bien los movimientos.
La economía de la zona del euro se ve amenazada por una recesión (que esquivó por la mínima a comienzos de año) y algunos indicadores adelantados muestran contracción de la actividad en julio. En este punto, destaca el caso particular de Alemania, la “locomotora de Europa”, que mostró malos resultados del PIB, deterioro de la confianza empresarial y el FMI recortó sus previsiones a la baja.
Esta debilidad de la economía es el argumento que utilizan algunos miembros para frenar las subas de tasas. Sin embargo, algunos “halcones” (como se les conoce a quienes quieren una política monetaria más restrictiva, en contraposición a las palomas, que buscan una política monetaria más laxa) están dispuestos a tolerar un mayor deterioro económico para consolidar la baja de la inflación.
Aun así, algunas posturas comienzan a cambiar. Es el caso del holandés Klaas Knot, un “gran halcón” del BCE, que la semana pasada puso en duda el aumento de tasas de setiembre (ver CRÓNICAS).