>>“El país no se puede permitir el lujo de perder dos años más, hasta las elecciones presidenciales de octubre de 2018, para empezar a crear las condiciones para volver a crecer significativamente”
Por Enestor Dos Santos (*)
Hace pocos días el Senado brasileño aprobó el cese definitivo de Dilma Rousseff, dejando oficialmente el gobierno del país en manos del exvicepresidente Michel Temer, que venía ejerciendo esa función interinamente desde abril. A pesar de que el entorno político deberá seguir turbulento, la menor incertidumbre sobre quién estará al frente del país ayudará a que se retome el crecimiento tras una larga recesión.
Si bien la menor incertidumbre política beneficiará a la economía se requieren una mejor gestión de la política económica y reformas para que Brasil pueda volver a crecer de forma sostenida por encima del 2%.
Las acciones del gobierno interino de Michel Temer muestran un viraje de la política económica hacia la ortodoxia, algo que debe continuar. La nueva administración del Banco Central, por ejemplo, ha mostrado que va a ser menos tolerante con respecto a la inflación a pesar del impacto negativo que dicha postura pueda tener sobre la ya débil actividad económica. Con respecto a la política fiscal, el gobierno de Michel Temer ha presentado un proyecto para congelar los gastos fiscales en términos reales en los próximos veinte años. Es una medida que ayudaría a revertir la tendencia alcista del gasto público, pero que conlleva un riesgo para el gasto social.
“La menor incertidumbre sobre quién estará al frente del país ayudará a que se retome el crecimiento tras una larga recesión”
El nuevo gobierno también ha empezado a discutir reformas de la seguridad social y del mercado laboral y pronto debe presentar sendos proyectos al Congreso. La primera reforma es fundamental para garantizar la sostenibilidad del sistema previsional. Además, es esencial para que efectivamente se puedan congelar los gastos fiscales sin que esto implique recortes en los servicios públicos básicos. Con respecto a la reforma laboral, la intención es flexibilizar y dinamizar el mercado de trabajo.
Es positivo que la economía y las reformas vuelvan a centrar la atención, tras un largo período de sobredosis política. Asimismo, no está claro que el nuevo gobierno pueda implementar los cambios necesarios. En todo caso, el país no se puede permitir el lujo de perder dos años más, hasta las elecciones presidenciales de octubre de 2018, para empezar a crear las condiciones para volver a crecer significativamente.
(*) Economista principal BBVA Research América del Sur.