El posible ingreso de nuevas cepas de covid-19 que frenen la “incipiente mejora sanitaria” afectando la recuperación económica es la “luz roja” para Uruguay, mientras que “la luz amarilla” son los asuntos tradicionales: mejora de la competitividad, inserción internacional, fomento a la inversión, y cuidado del déficit, la deuda y el grado de inversión. Así lo aseguró la asesora económica de la Unión de Exportadores (UEU), María Laura Rodríguez, quien evaluó que una “luz verde” son las oportunidades que abre “un nuevo mundo” marcado por la transformación ambiental y tecnológica.
La responsable de la Asesoría Económica, Comunicación y Medioambiente de la UEU, María Laura Rodríguez, realizó una presentación virtual donde analizó la coyuntura global, regional y local. En el evento, sostuvo que es imposible analizar el entorno internacional si no se menciona la pandemia, que actualmente parece mostrar una mejora, aunque en particular América Latina sigue atravesando una situación muy complicada que “daña las perspectivas económicas”. Además, la amenaza de nuevas cepas es una señal de “alerta”, ya que de darse nuevas olas de contagios podría detenerse la incipiente recuperación.
Si bien la pandemia no se superó, Rodríguez comentó que han bajado los niveles de incertidumbre, lo que probablemente esté asociado a la vacunación, y recordó que se espera una recuperación del 6% este año, tras la contracción de 3,3% de 2020. La economista opinó que la caída de la actividad “no fue tan grave como se esperaba”, ya que si bien fue una contracción mayor a la de la crisis financiera del 2009, no fue tan profunda como la registrada en la Gran Depresión de los años 30 o la constatada a la salida de la Segunda Guerra Mundial.
Pese a ello, comparó el repunte como “el símbolo de Nike”, es decir, una caída brusca y una recuperación más paulatina que aún no llega a los niveles previos a la pandemia. Además, alertó que la pandemia “incrementó la brecha entre países avanzados, con las economías emergentes y las de menores ingresos”.
También mencionó que hubo países que ya lograron en 2020 recuperar sus niveles de actividad prepandemia (como China y Turquía) y que otros lo harán este año (Japón, Corea del Sur, Rusia, EEUU, Alemania, India e Indonesia, entre otros). Sin embargo, los restantes países posiblemente demoren en recuperar los niveles previos a esta crisis hasta el año que viene, o incluso en 2023. Un caso especial es el de Argentina, que recién se espera recupere su actividad en 2026.
Alineación y balanceo
Rodríguez destacó que el repunte de la actividad está asociado a los fuertes estímulos monetarios y fiscales que se aplicaron para combatir la caída de la actividad, y que ahora el desafío será “balancear” el soporte de la recuperación con las presiones inflacionarias sin afectar el crecimiento ni la sostenibilidad fiscal.
En cuanto a los precios internacionales de los commodities, comentó que los altos valores se deben a “desajustes entre oferta y demanda” que tendrían un carácter transitorio. Del lado de la oferta se produjeron cuellos de botella en la producción, un retorno incompleto de la actividad productiva, y falta de bienes intermedios. Por el lado de la demanda, existe un impulso por el proceso de vacunación y las reaperturas económicas, así como cambios en los hábitos de consumo. También comentó que existe “un desajuste en la logística internacional” que llevó a aumentos relevantes del costo del flete. “Es parte de este reacomodo postpandemia. Los analistas lo ven como algo transitorio, pero no está claro cuánto va a durar”, explicó Rodríguez.
El análisis de la coyuntura global también refirió a la necesidad de “reconstrucción” de una economía que genere un crecimiento sustentable, verde, inclusivo y tecnológico. “Para el cambio climático no hay una vacuna, lo que sea que se haga lo tenemos que hacer ahora”, evaluó.
El semáforo
En su análisis sobre la economía uruguaya, Rodríguez comentó que la caída interanual del PIB registrada en el primer trimestre del año era esperable, pero estimó que las proyecciones de crecimiento de la construcción, el agro y el aumento de las inversiones terminarán generando un crecimiento de la economía este año. Aún así, sostuvo que el PIB se mantiene un 3,6% por debajo de los niveles de 2019, y existen “bastantes divergencias” entre las estimaciones del mercado, con pronósticos que van del 1,9% al 4%. Rodríguez comentó que aún si el país creciera un 2,8% este año, aún estaría un 3,3% debajo de los niveles de 2019.
Entre las notas positivas, la economista de la UEU destacó el aumento de 43% registrado en la Inversión Extranjera Directa, pese a una caída global de 35%, y al mayor optimismo de los consumidores, sobre todo en lo respectivo a la economía del país. En cuanto al comercio exterior, resaltó que este año se está registrando una recuperación en volúmenes y en precios, aunque a diferentes velocidades entre sectores.
Respecto al Mercosur, comentó que Uruguay pasará la presidencia pro tempore a Brasil “sin resolver la baja del arancel externo común, ni la flexibilización” y sigue en “stand by” el acuerdo con la Unión Europea. “Uruguay necesita opciones para mejorar la inserción internacional”, subrayó.
Además de mejores accesos a mercados, subrayó la necesidad de mejorar su competitividad y en materia de tipo de cambio real, sostuvo que este año estamos peor en la comparación con la región, pero mejor con la extra región.
Para cerrar, Rodríguez se refirió a los temas por delante como si fuera un semáforo. Con la “luz roja” mencionó la posibilidad de que ingresen nuevas cepas de covid-19, generando olas de contagios que reviertan la “incipiente mejora sanitaria que estamos viendo”. En otro orden, “la luz amarilla no ha cambiado respecto a lo que decimos en los últimos años: mejora de la competitividad y de la inserción internacional, crecimiento e inversión con generación de empleo, cuidar los niveles de déficit, de deuda, y el grado inversor que nos permite tener un financiamiento relativamente barato”, explicó.
Por último, la “luz verde” son las oportunidades que se abren por la “transformación ambiental y tecnológica a la que va el mundo”. Remarcó que a impulso de Europa, pero ahora también con disposición de EEUU y China, se va a “un nuevo mundo, donde es necesario aprovechar y valorizar lo que ya tenemos –por ejemplo, una producción energética renovable que es reconocida en el mundo, y tener mayor visibilidad de las pasturas naturales, de la forestación-. Hay mucho para aprovechar con esa base”, finalizó.