El ex ministro de Economía, Isaac Alfie, el director ejecutivo del CED, Hernán Bonilla, así como William Yohai de la Rediu, concuerdan en que es necesario bajar el gasto público para atacar el déficit fiscal. Sin embargo, todos mostraron diferentes enfoques respecto a la magnitud que deberían tener los ajustes y Yohai se mostró favorable a aumentar algunos impuestos a grandes capitales.
Uruguay tiene un problema de déficit fiscal.
Así lo fustiga la oposición, lo avalan expertos y lo reconoce el gobierno. El rojo en las cuentas públicas (sin considerar el efecto extraordinario de los cincuentones) cerró en 2018 en 4% del PIB, bastante por encima de la meta de 3,3%. Pese a las medidas para mejorar los números, el objetivo (ya postergado en primera instancia) de alcanzar un déficit de 2,5% en 2020 parece casi utópico.
En medio del clima electoral son pocos los cambios que se esperan para este año, por lo que posiblemente la problemática persista en los próximos meses e, inevitablemente, será el próximo gobierno el que deberá resolverlo.
El precandidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, dijo al diario El Observador que se requiere un «shock de austeridad», lo que abrió el debate respecto a cómo debe resolverse el problema del déficit de las cuentas públicas.
Frente a esta realidad, CRÓNICAS dialogó con economistas de diversos perfiles respecto a la necesidad de reducir el déficit fiscal actual y qué camino es necesario adoptar para lograrlo.
Gasto sí, impuestos no
Para el exministro de Economía, Isaac Alfie, son necesarias “microcirugías”, es decir, ajustes en áreas más puntuales antes que una política más amplia. Sin embargo, detalló que estas operaciones deben hacerse “a lo largo y ancho del sector público”, para “ir sacando gordura donde la haya”. “Algunas son bastante fáciles de identificar, otras son más complejas y requieren un trabajo más detallado”, sostuvo. Agregó incluso que “alguna de esas ni siquiera tienen impacto en caja, (pero) quizás puedan ser hasta más relevantes”, ya que refieren a “regulaciones superfluas” que le ponen costos al sector privado. Si bien no implican una mejora directa en los ingresos, “son costos del sector privado que hay que alivianarle la carga”.
Alfie opinó que los ajustes deben adoptarse mediante una disminución del gasto público y no por un aumento de impuestos, ya que ello sería “un gol en contra”.
“Es más, hay que buscar en ciertos lugares estímulos tributarios, porque está claro que sin ellos no hay inversión, eso es lo que está pasando”, comentó. Pero el economista reconoció que todo eso significa un costo, el cual hay que pagar. “Tampoco está tan fácil, con el déficit que hay, hacer ambas cosas rápidamente”, comentó.
Gastos sí, impuestos también
Parado en una vereda distinta, el economista William Yohai, de la Red de Economistas de Izquierda (Rediu), consideró también la suba de impuestos como posible solución al problema del déficit, además de la baja de gastos.
En este sentido, Yohai mencionó dos posibles aspectos por los cuales encarar este tema: uno de ellos es al “tratado de protección de inversiones” que se ha asumido con empresas multinacionales, y puso como ejemplo el contrato con UPM. “En algún momento hay que ver cómo se arregla eso, porque no puede ser que las empresas productoras de celulosa estén ganando cientos de millones de dólares por año y no estén pagando prácticamente nada de impuestos”, reclamó.
En segunda instancia hizo mención al gravado de las grandes extensiones de tierra en manos privadas, que cuentan “miles de hectáreas”.
Mientras tanto, se mostró crítico con la propuesta de Lacalle Pou: “Es muy fácil hablar de shock. Después estás proponiendo bajarle el nivel de vida, o las ganancias, a alguien. ¿A quién le querés bajar el nivel de vida? Decíselo”, recriminó y luego agregó: “Esto no es para defender al gobierno, que quede claro”.
Terapia de shock
En otro orden, el director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Hernán Bonilla, coincidió con Alfie en que el problema debe solucionarse mediante la baja del gasto y no la suba de impuestos.
“Creo que esa baja del gasto tiene que ser antes que el mercado nos pase el aviso de que la política fiscal no es consistente”, opinó, denotando que el posible riesgo es que suceda algo similar a lo de Argentina: que se intente corregir la situación fiscal a un ritmo “demasiado lento” y que “no sea suficiente como para evitar problemas fiscales importantes”.
“Lo que va a haber que analizar con detalle es cuánto es que hay que bajar y dónde hay que bajarlo, pero creo que el camino adecuado es analizarlo desde ese punto de vista y no desde el otro lado que es como siempre se termina mirando en Uruguay que es cuánto hay que aumentar los impuestos para poder ir llevando el aumento del gasto. Estamos en una situación que hay que ir para el otro lado”, concluyó.