“Muy difícil”, con “ninguna viabilidad”, o sencillamente “un disparate”. De esta manera se refirieron diversos especialistas a la creación de una moneda común entre Argentina y Brasil, el denominado “peso real”. Esto es porque dejaría a ambas regiones con poco margen de política monetaria, además de dejar al Mercosur con menor coordinación.
El presidente argentino, Mauricio Macri, recibió a su par brasilero, Jair Bolsonaro. Entre temas como el Mercosur y Venezuela surgió uno que llamó la atención: la creación de una moneda común entre ambas naciones.
El “peso real”, como fue denominado, generó incertidumbre entre los especialistas, pero desde el gobierno brasilero se desmintió rápidamente, ya que se afirmó que no hay ningún equipo detrás que esté analizando la idea.
En Uruguay, muchos también lo tildaron como algo improbable. En diálogo con CRÓNICAS, Isaac Alfie, economista y exministro de Economía y Finanzas, lo llamó un “disparate”; Gabriela Mordecki, economista y directora del Instituto de Economía de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de la República, lo tildó de “muy difícil” y con “ninguna viabilidad”; para Pablo Moya, economista de la consultora Oikos, la medida “no tiene ni pies ni cabeza”; e Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales, no lo visualizó como “algo posible”.
¿Qué están pensando?
Varias son las razones de esas opiniones.
Una de ellas es la volatilidad que ambos países presentan, así como también sus respectivas políticas monetarias. Brasil “tiene una deuda muy alta”, apuntó Alfie, “y no sabemos si la va a solucionar o no porque si no soluciona la previsión social no tiene salida y va tener un problema grande”. Argentina, en tanto, “vive de déficit en déficit, de inflación en inflación y es la única manera que tiene de licuar los déficit”.
Moya aportó a esta idea, sosteniendo que se trata de países con “cambios abruptos” en cuanto al manejo de sus cuentas públicas, sus cuentas monetarias, y de su régimen cambiario.
“Si adentro de un país no se mantiene cierta coordinación (…) imagínate si a su vez eso tenés que coordinarlo con otro país”, argumentó.
Es en este sentido, ambos países serían más susceptibles a shocks que afecten su economía, al limitar el acción de su política monetaria.
Pero también hay otra traba: el Mercosur. El bloque, que “ni siquiera ha logrado tener un nivel de coordinación macroeconómico”, según Bartesaghi, “mucho menos va a poder pegar un salto desde ese punto de vista”.
En este aspecto, Mordecki opinó que se necesita -además de una voluntad política “muy fuerte”- una institución que tenga el poder para llevar a cabo la creación de la moneda, que le impida a ambas naciones “bajarse al primer problema”. Dicha institución podría ser el Mercosur, que ya está instaurada y cuenta con “algunos reglamentos” que “habría que fortalecer”.
Moya añadió a esta idea del Mercosur como institución base del peso real, afirmando que “debería ser el paso final” del bloque. Sin embargo, “ya tiene deficiencias” y “falta de coordinación”, por lo que la idea de una unión monetaria no sería tan viable.
¿Se sube?
Ante este escenario de especulaciones y distintas posibilidades, es una realidad que, de concretarse la moneda común, tendría consecuencias para Uruguay.
Por ejemplo, en términos de competitividad regional, tal como analizó Bartesaghi. El experto en relaciones internacionales instó entonces a que el país debería pensar cuál es su posición ante esta moneda, “pues quedar afuera para los productos uruguayos sería por supuesto una desventaja desde el punto de vista de la competitividad”.
Mordecki expresó que, en caso de darse dentro del marco del Mercosur, Uruguay “estaría incluido”; “ahora, si Argentina y Brasil deciden hacerlo y crear sus propias instituciones, ahí ya es más difícil ingresar”. En este escenario, depende “del momento y de lo que suceda”, ya que “no es algo que se pueda discutir” sin un proyecto efectivo.
Moya, sin embargo, comentó que “no queda claro” qué beneficios obtendría el país al integrarse a esta unión. Por el contrario, indicó que Uruguay “perdería mucho más de lo que potencialmente ganaría”: una soberanía y diferencia reputacional con sus vecinos.
Alfie, mientras tanto, fue tajante al evaluar la posibilidad de inserción en esta unión. Para él, no habría impacto alguno para Uruguay, y lo único que habría que hacer es “no sumarse a eso, nada más”.