En una charla organizada por la Academia Nacional de Economía (Acadeco), denominada “Crecimiento y protección de conocimiento: evidencia empírica del Tratado de Cooperación en Materia de Ptentes”, destacados panelistas se refirieron a los beneficios que le traería a Uruguay formar parte del tratado PCT por su sigla en inglés (Tratado de Cooperación de Patentes). La ocasión contó con expositores de la talla de Anthony Taubman, director de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y del ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira.
Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli
Alrededor del mundo, 155 países están alineados al PCT, sin embargo Uruguay aún no forma parte de este. Aunque han habido solicitudes sin mayor respuesta para afiliarse (año 2017 y anteriores), este gobierno no parece tener presente en la agenda el asunto que representaría un aliado en el desarrollo inventivo de cualquiera de los más de tres millones de uruguayos que podrían tener una idea única en el mundo. El argumento está en que la población uruguaya ha sido reconocida internacionalmente en múltiples oportunidades por su ingenio más que por su volumen.
A groso modo, el PCT conecta a los 155 países miembros en pos de proteger las ideas e invenciones creando patentes válidas en los territorios que son miembros.
Estando por fuera de este, los uruguayos que patentan sus creaciones en el sistema actual estarán protegiéndose únicamente en el territorio nacional.
Sin embargo, existe un Programa de Procedimiento Acelerado de Patentes, que se denomina PPH-ProSur, del que forman parte Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, donde actores que han patentado en uno de los Estados miembro podrán solicitar un tratamiento acelerado de la misma solicitud en los demás. Pero este aún no se ha puesto en práctica porque no todos han suscrito al acuerdo.
En este contexto, la Acadeco convocó a diplomáticos que se desarrollan en diferentes ramas para demostrar el alcance de los beneficios que obtendría Uruguay al formar parte del PCT. Y los incitó a preguntarse ¿Qué tiene que hacer Uruguay? ¿Qué pasa si no lo hace? ¿Qué pasa con el conocimiento de los uruguayos? ¿Qué pasa con esa economía que genera tanto valor agregado?
Para la ocasión, se hizo presente Pablo da Silveira, Ministro de Educación y Cultura, abriendo los discursos de la jornada.
El ministro destacó que en Uruguay «miramos el tema de costado, pero que es ineludible». También comparó la situación de Irlanda o Israel con Uruguay, respecto a la cantidad de patentes que registran y lo adjudicó a la situación que atraviesa cada uno de estos países en la materia.
«Puede significar oportunidades para unos y riesgos para otros, pero eso es así en cualquier tema de naturaleza económica», afirmó el ministro sobre una posible afiliación de Uruguay al tratado.
“Uruguay es una promesa considerable”
La presentación principal estuvo a cargo de Anthony Taubman, un diplomático experto en propiedad intelectual, director de propiedad intelectual de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En su participación, expuso algunos instrumentos para la inserción en la economía del conocimiento
Sobre el libro que ha publicado la OMC, bajo su supervisión, “Intellectual Property, Trade and Development in a Transformed Global Economy” (Propiedad intelectual, comercio y desarrollo en una economía mundial transformada), hizo dos reflexiones. La primera corresponde a que el conocimiento importante se desparrama, principalmente bajo el flujo de nuevas tecnologías. “Las economías están interconectadas y esta es la base para sostener el crecimiento tecnológico y el desarrollo. Esto se puede hacer de forma autónoma, pero también a través de restricciones tecnológicas. Y es justamente la propiedad intelectual lo que lo restringe. Uruguay está muy avanzado en capital humano y capacidad de absorción, lo que es una promesa considerable», afianzó Taubman.
La segunda conclusión impulsada por el libro es la idea de que montones de conocimientos están patentados en sí mismos y son la base de una economía misma. “Las licencias de propiedad intelectual llevan un largo camino en cosas físicas. Pero el conocimiento está patentado en el beneficio mutuo y necesitamos entender cómo funciona esto en la economía contemporánea, para ver el desarrollo en los beneficios”, desarrolló el diplomático.
Por la misma línea, comparó el desarrollo productivo de nuestro país con Chile, Nueva Zelanda y Singapur, considerándolo “increíblemente lento” para una país “de tales capacidades”.
Las ventajas de patentar
La directora técnica de Propiedad Industrial del Ministerio de Industria Energía y Minería (MIEM), Lucía Estrada, fue la primera panelista, quien luego de una introducción más técnica sobre la reglamentación existente en el país sobre patentes, explicó las ventajas de patentar. Entre ellas, destacó la posibilidad de buscar financiamiento.
“Estamos fuera de un sistema que alimenta la innovación, fomenta inventores nacionales. No podemos dejar de ser parte de cualquier instrumento que facilite a un innovador poder patentar su invención y poder tener réditos económicos a consecuencia de la inversión que hizo, tanto en recursos económicos, como sociales, entre otros”, concluyó la directora.
El director médico del Centro Tinitus de Montevideo, Daniel Drexler, fue el segundo panelista en esta jornada. Su participación tuvo un tinte particular, en virtud del relato con el que ejemplificó la importancia de la inserción de Uruguay en el PCT: una experiencia personal que no solo lo obligó a salir del país para poder desarrollar su proyecto, sino que terminó poniéndole piedras en el camino para el desarrollo del mismo.
Su gran invención logró ayudar a miles de personas alrededor del mundo que padecen de tinitus, una enfermedad auditiva a la que el doctor logró dar tratamiento de alta efectividad mediante la estimulación sonora durante el sueño.
El cierre a las opiniones, se hizo con la intervención de Ricardo Pascale, presidente del Instituto Pasteur de Montevideo.
“Para la economía en su conjunto estas cosas no son lineales, pero por cuestiones de practicidad diré que el conocimiento impulsa la innovación, y la innovación impulsa la productividad. Y esta productividad del trabajo o el capital son muy importantes, pero lo que mueve la aguja es la productividad total de los factores. Sería aquella parte del crecimiento del producto que no se explica ni por el trabajo ni por el capital, sino por la eficiencia con la que se manejan estos”, explicó Pascale.
Además, puso sobre la mesa de discusión una serie de evidencias empíricas sobre el incentivo que genera en la innovación la posibilidad de patentar una idea, con algunos ejemplos.
Concluyendo la jornada, Carlos Mazal, miembro de la Academia de Economía, analizó la posibilidad de la innovación en las situaciones de adversidad, como la que generó primero la pandemia y luego la guerra entre Rusia y Ucrania.
“No pertenecer al PCT es un contrasentido. Se abre la oportunidad a que inversores sepan que Uruguay no está en contra de la Propiedad Intelectual, o como que no sea ni siquiera tratado, cuando no tiene nada que ver con política, aunque puede haber matices. Es hora, es el momento de pensar en Uruguay. Y va tener un gran impacto, porque somos buenos en biotecnología. Sin salir afuera con innovación va a ser muy difícil. El camino no tiene mayores opciones”, cerró el consultor.