Desde Bill Gates, pasando por el Parlamento Europeo y el gobierno suizo, comienzan a aparecer propuestas para no generar traumas importantes en el mercado de trabajo. Las propuestas van desde gravar la actividad de la maquinaria, hasta pagarle a los trabajadores sin trabajar, para mantener el sistema de consumo. En Uruguay, el 54% de los puestos de trabajo serán sustituibles por máquinas en los próximos 20 años.
La sustitución de los trabajadores por robots es una realidad que viene en franco crecimiento. Una máquina que cumple con una o varias tareas, podrá tener algunos desperfectos evitables a base de mantenimiento, pero la realidad es que nunca se enfermará, no hará paro, no necesitará dormir ni comer, ni pedir horas libres para poder llevar a sus hijos al médico. En tareas automatizables el robot es, en el área laboral, enemigo del trabajo humano, aunque en la vida cotidiana pueda ser de gran utilidad e incluso haya mejorado la calidad de vida de mucha gente. Un lavarropas que puede programarse para lavar y secar prendas a una hora determinada, sin dudas es tiempo ahorrado para muchos en sus casas.
Pero volviendo al trabajo, los expertos cada vez se muestran más preocupados por el futuro del mercado laboral ante este fenómeno. Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en su trabajo publicado en 2011 expresaban: “La raíz de nuestros problemas no es que estamos en una gran recesión, o un gran estancamiento, sino más bien en las primeras etapas de una gran reestructuración. Nuestras tecnologías están avanzando, pero muchas de nuestras habilidades y organizaciones están rezagadas. Por lo tanto, es urgente que entendamos estos fenómenos, discutamos sus implicaciones y presentemos estrategias que permitan a los trabajadores humanos avanzar con las máquinas en vez de competir con ellas”.
Si bien la tecnología, en general, ha resultado un avance para la humanidad, los costos y el impacto en la vida de miles de millones han sido dramáticos. Los mismos investigadores en su libro “La segunda era de las máquinas (2014)” pronostican que debido a la tecnología, en el futuro millones quedarán sin empleo: “Las máquinas ya no solo realizan tareas repetitivas y rutinarias, sino que cada vez son más capaces de realizar cosas que antes se nos antojaban imposibles, como conducir vehículos, diagnosticar enfermedades u ofrecer asesoría financiera”, señala McAfee.
Según estimaciones de la Federación Internacional de Robótica (IFR en inglés) en su informe del 2016, para el 2019 el número de robots industriales instalados en el mundo se incrementará a unos 2,6 millones de unidades: cerca de un millón de unidades más de las que había en 2015, un año récord para esa industria.
Cerca del 70% de los robots están ahora desplegados en los sectores automotriz, electrónica, metales y maquinaria industrial. La Unión Europea encabeza la lista de regiones donde existe mayor uso de robots en las industrias: el 65% de los países con una cantidad por encima del promedio de robots industriales por 10.000 trabajadores están en la zona euro. Luego viene China, donde se pronostica que para 2019, el 40% del volumen del mercado mundial de la industria robótica se venderá allí.
A su vez, según datos de la IFR, la cantidad de robots en hogares domésticos se incrementará a 31 millones en 2019, lo que representa ventas de unos 13 mil millones de dólares en ese período.
En un informe realizado por el jefe de economistas del Departamento de Investigación de Unicredit, Harm Bandholz, titulado “Las consecuencias económicas y sociales de la robotización”, se destaca que aunque la evidencia sobre el impacto del uso de robots en el mercado laboral es aún incipiente “ya existen cada vez más estudios que comienzan a respaldar la idea de que estos aparatos aumentan la productividad, los salarios, e incluso la demanda total de mano de obra, pero, sobre todo, benefician a los trabajadores más calificados”, a costa de aquellos que tienen calificaciones y salarios medianos y bajos.
Según datos del Banco Mundial, la proporción de empleos amenazados por la automatización alcanza el 69% en India, el 77% en China y el 85% en Etiopía. Si bien no se menciona a América Latina, esta ola también impactará en la región.
Que aporten
Por extraño que parezca, una de las ideas para enfrentar la situación del incremento de la robotización llega de uno de los padres de la tecnología del siglo XX y se centra en la imposición de aportes para los propietarios de industrias con robotización. Uno de los que impulsa este tipo de medidas es el fundador de Microsoft, Bill Gates. Según el filántropo y fundador de Microsoft, los propietarios deberían “arrimar el hombro” para subvencionar aquellos otros oficios que aún requieran seres humanos.
A su vez, Gates asegura que esto tendría un inconveniente, que bien podría no ser tal: un impuesto a la utilización de robots repercutiría en la velocidad con la que los robots vayan sustituyendo las tareas humanas. Es posible que las empresas evalúen mejor la instalación de robots si van a tener que pagar otros impuestos. De todas formas Gates sostiene que a mediano y largo plazo, esto haría la situación mucho más manejable.
Sin embargo, desde el Parlamento Europeo, este tipo de propuestas ya recibieron rechazo. Las empresas dedicadas a la construcción de estos robots prefieren la idea promovida por la Unión Europea, pero los grupos preocupados por los problemas sociales que generará la automatización y la introducción de la inteligencia artificial en más oficios parecen inclinarse más por otras medidas.
En Suiza, por ejemplo, se está estudiando que “el aporte” sea directo al trabajador. En aquellos rubros en que la robotización sea muy elevada, los “trabajadores” sustituidos tendrán su sueldo únicamente si cumplen con objetivos de ejercicio físico y formación profesional. En estos casos la lógica se centra en no perder consumidores para la producción de estos robots.
No es muy distinto
En Uruguay, la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo (IEEM) publicó un estudio que expresa que en los próximos 20 años, más de la mitad de los puestos de trabajo existentes en el país serán sustituidos por procesos automatizados. “Nos habíamos cansado de que todo el tiempo se escucharan ejemplos de que en Alemania o Japón los robots hacen de todo un poco, o el ejemplo del auto que se va a conducir solo. Tomamos los datos de Uruguay y encontramos que el 54% de las personas están trabajando en cargos que tienden a desaparecer”, dijo a CRÓNICAS el economista director del IEEM, Ignacio Munyo, consultado para el número del 26 de setiembre. “La pregunta que viene es cómo se hace para enfrentarse a esto”, agregó el hoy director independiente de la Bolsa de Valores de Montevideo.
La complementación de los puestos de trabajo es un desafío del gobierno, “porque las empresas no se van a hacer responsables de este avance, el día que tengan que sustituir lo van a hacer y van a echar a las personas que necesiten echar”, sostiene y agrega que la responsabilidad social es del gobierno porque es necesario evitar que el proceso sea traumático y que la sustitución de los viejos puestos por los nuevos se realice de forma “ordenada”. Para esto, asegura Munyo, también hace falta modificar la regulación laboral para adaptar el mercado de trabajo, concluyó.