Tanto el Banco Mundial (BM) como el Fondo Monetario Internacional (FMI) esperan que la crisis generada por el Covid-19 tenga un duro impacto económico en América Latina, e interpretan que la prioridad de las autoridades debe estar enfocada en contener la enfermedad, con acciones para mitigar el golpe en la población. Ambos organismos advierten que el elevado nivel de informalidad en la región dificulta la respuesta a la crisis.
El BM espera que la economía de América Latina y el Caribe (excluyendo a Venezuela) se contraiga un 4,6% en 2020, como consecuencia del impacto del Covid-19 en la economía, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima una caída conjunta de 5,2%. No obstante, ambos organismos esperan un repunte de la actividad el año próximo.
“La economía en los tiempos del Covid-19”, el último informe semestral de la Oficina del Economista en Jefe del BM para América Latina y el Caribe, recuerda que situación económica previa al comienzo de la pandemia ya era “decepcionante”, con tasas de crecimiento solo ligeramente positivas en promedio, agitación social en varios países y con caídas en los precios internacionales del petróleo.
“En este contexto, comienza el brote de la Covid-19”, señala el organismo.
Con experiencia
El BM estaca que los países de la región tienen una “extensa historia de shocks adversos severos, que incluyen fuertes caídas en los precios de los productos primarios, un endurecimiento drástico de las condiciones financieras y grandes desastres naturales”. En ese sentido, entiende que “la experiencia previa será muy valiosa”, aunque advierte que “la epidemia de Covid-19 añade una nueva dimensión”.
Los principales canales de impacto varían entre países. La demanda de China y los países del G7 se contraerá fuertemente, pero con diferentes grados de afectación. La caída de los precios del petróleo impactará negativamente en los países exportadores del “oro negro”, pero traerá alivio a los importadores. Asimismo, el desplome del tráfico aéreo y el colapso del turismo afectará fuertemente a los países de la cuenca del Caribe, y en menor grado a otros.
En cuanto al shock de oferta, el BM advierte que América Latina está en las etapas iniciales de la epidemia, que se caracteriza por una “profunda incertidumbre” y donde “la mayoría de los gobiernos han apelado a la sensatez y apostado por equivocarse si con ello se salvan vidas”.
“Los países de la región han estado tratando de gestionar los trade off entre los costes de salud y los costes económicos. Lograr un equilibrio “correcto” requiere evaluar tanto el impacto en la salud como el impacto económico de las medidas que se pueden adoptar para contener la propagación de la epidemia”, señala el BM.
El organismo advierte que varios países latinoamericanos no cuentan con el espacio fiscal de otras economías avanzadas para afrontar la crisis –algunos ya afrontaban crisis antes del brote- y los mayores niveles de informalidad de la economía hacen más difícil llegar la asistencia a las empresas y los hogares, así como aplicar medidas de confinamiento.
La respuesta política -según el BM- debe abordar directamente la dimensión social de la crisis, incluyendo: programas de protección y asistencia social, programas de distribución de alimentos, y políticas de empleo para evitar el quiebre de relaciones laborales entre trabajadores y empresarios.
El BM también advierte que si bien el sector financiero está en una “posición relativamente fuerte”, dada la dimensión de la crisis actual “no se puede descartar el riesgo de una crisis financiera”, lo que podría generar pérdidas de empleo más importantes y mayores dificultades para la recuperación.
La cuenta, por favor
Respecto a quien debería hacerse cargo de la cuenta, el BM dice que “la respuesta es sencilla: en lo posible, las pérdidas deben centralizarse en el gobierno”. Ello se debe a que solo los gobiernos pueden servir como aseguradores de última instancia. No obstante, alerta que dadas las restricciones financieras, es importante comunicar con claridad cómo se gestionarán las pérdidas. “La declaración también debe ser realista sobre lo que es factible y fijar los temas prioritarios”, subraya el análisis.
“Para garantizar los empleos y apoyar a las empresas, es posible que los gobiernos tengan que asumir participaciones de propiedad en empresas estratégicas importantes. Para evitar una crisis financiera, puede que tengan que recapitalizar bancos y absorber los activos no productivos. Si no se gestiona adecuadamente estos movimientos podrían dar lugar al intercambio de favores y al nepotismo político. La transparencia y profesionalidad deben ser centrales al proceso de adquisición y gestión de activos para mantener la confianza en el gobierno”, agrega.
Más allá de las necesidades inmediatas a la crisis, también se debe apuntar hacia una recuperación fuerte y sostenible. “A pesar de los desafíos urgentes, se necesita una visión a largo plazo. Los países deben tratar de recuperar su agenda de desarrollo a largo plazo, con el empleo y la transformación económica como pilares”, sostiene el informe.
Problema de fondo
En una línea similar, el FMI proyecta que la economía de América Latina caerá 5,2% este año, principalmente por la baja en los precios de las materias primas, lo que contrasta con un crecimiento de 1,6% para la región que preveía anteriormente.
En su reporte de abril de Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en ingles) el organismo entregó su primera evaluación sobre el desempeño económico tras el inicio de las cuarentenas y cierres de negocios en todo el mundo como resultado del Covid-19.
A nivel global, prevé una contracción del 3% para 2020.
“Las economías emergentes y en desarrollo afrontan los impactos más severos si sus condiciones financieras ajustadas persisten o continúan los efectos paralizantes de cierres de negocios y desempleo extendido”, dijo Gita Gopinath, consejera económica del Fondo, en el informe. Sin embargo, la prioridad de las autoridades debería enfocarse en la contención de la enfermedad, con acciones diseñadas para mitigar los apuros económicos de las poblaciones.
El FMI -que se refirió al actual periodo como “el gran confinamiento”- destacó en particular la vulnerabilidad de las naciones de Latinoamérica por tener vastos sectores de economía informal, que deja instantáneamente a millones de personas sin empleo ni protección estatal; a lo que se suman sus débiles posiciones fiscales.
“Esta es una crisis como ninguna otra”, dijo Gopinath.
Economía uruguaya se contraerá en 2020, pero rebotará con fuerza en 2021
Tanto el FMI como el BM esperan que la actividad económica local se contraiga significativamente este año como consecuencia de los efectos del coronavirus sobre la demanda global y la actividad local. Sin embargo, la contracción sería transitoria y ya el año que viene se registraría un importante rebote según ambos organismos.
De acuerdo al FMI, el Producto Interior Bruto (PIB) de Uruguay se contraerá 3% este año, mientras que el Banco Mundial espera una baja algo menor -pero similar- de 2,7%.
Por su parte, para el 2021 el FMI espera un crecimiento del 5% mientras que el Banco Mundial es más optimista y proyecta un repunte del 5,5%. Además, para el 2022 el Banco Mundial augura una expansión del PIB del 3%.
La caída esperada por el BM para Uruguay es de las menores en Sudamérica. La menor caída se espera en Paraguay, que se contraería 1,2%, luego le siguen Colombia (-2%) y Uruguay estaría en tercer lugar. Por su parte, las mayores caídas se verificarían (sin incluir a Venezuela) en Ecuador (-6%), Argentina (-5,2%) y Brasil (-5%). En el caso de Argentina sería el tercer año consecutivo con caída de la actividad, aunque para 2021 el BM espera con optimismo un repunte de 2,2%.
Respecto a Venezuela, país que atraviesa por una seria crisis política, económica y social -a la que ahora se le suma la crisis sanitaria-, viene de registrar una alarmante caída de 35% de su PIB en 2019. Para este año, el FMI espera que la economía bolivariana se contraiga un 15% adicional.