El conflicto entre Rusia y Ucrania constituye una de las principales fuentes de incertidumbre en el horizonte, mientras que “la persistencia y profundización de los efectos del covid-19” sobre todo por las políticas de confinamiento en China, genera presiones sobre las cadenas productivas globales y cierto desabastecimiento de suministros. Así lo analizó el Banco Central (BCU) en la reunión de su Comité de Estabilidad Financiera, donde destacaron las capacidades del sistema financiero, gracias a sus niveles de solvencia y liquidez, que le permiten “contribuir al manejo de los riesgos” y, de esa forma, “al desempeño y futuro de la economía”.
El Comité de Estabilidad Financiera del BCU destaca que la guerra en Ucrania constituye un cambio relevante en el contexto internacional, con “múltiples consecuencias inmediatas y riesgos asociados en horizontes todavía inciertos”. Específicamente, se menciona el incremento en el precio de los productos básicos, y en particular de los energéticos, lo que ha provocado “presiones inflacionarias adicionales” y puede generar una desaceleración significativa del crecimiento mundial en 2022. Asimismo, la elevada incertidumbre respecto a la duración y profundidad del conflicto, determina que los riesgos geopolíticos sean objeto de “monitoreo y evaluación permanente”.
También se interpreta que “la persistencia y profundización de los efectos del covid-19 continúa representando una fuente de riesgos, a pesar de haber disminuido su importancia relativa en el mapa de riesgos para la estabilidad del sistema financiero doméstico”. En específico, existe preocupación por el aumento de los casos en China y los efectos económicos de las políticas de confinamiento aplicadas, lo que genera presiones sobre las cadenas productivas globales y cierto desabastecimiento de suministros. Estos problemas se suman a los potenciales efectos de la situación de algunas empresas del sector inmobiliario del gigante asiático. “La combinación de estos elementos podría implicar una fuerte desaceleración del ritmo de crecimiento de la actividad de aquel país”, advierte el comunicado del Comité.
Dura realidad
Por otra parte, el desmantelamiento de las políticas expansivas en las economías desarrolladas, que se aplicaron para afrontar las consecuencias económicas del covid-19, junto a políticas monetarias más contractivas a las anticipadas, “podrían derivar en un deterioro de las condiciones financieras internacionales que enfrentan economías emergentes”. En este marco, las condiciones de acceso al financiamiento externo serían menos favorables para estas economías. No obstante, se destaca que recientemente las agencias calificadoras de riesgo han ratificado la calificación crediticia de Uruguay y su perspectiva estable. “Las fortalezas institucionales y los esfuerzos en el manejo de las cuentas públicas son valoradas positivamente, representando importantes capacidades para la estabilidad financiera doméstica”, destaca el comité.
En cuanto a la región, se advierte la persistencia de riesgos en los procesos de ajustes de los desequilibrios macroeconómicos, en particular en materia fiscal, debido a factores políticos y sociales.
Considerando este escenario global y regional, el comité destaca que el sistema financiero uruguayo “se encuentra estable” y en condiciones de procesar los riesgos presentes. “Las propias capacidades del sistema, dentro de las que se destacan sus niveles de solvencia y liquidez, determinan que el sistema financiero esté en condiciones de contribuir al manejo de los riesgos, facilitando de esta manera al desempeño presente y futuro de la economía”, agrega el reporte.