Guerra entre Rusia y Ucrania genera impactos negativos pero también son una oportunidad para Uruguay

Muchos países volverán al carbón, dejando de lado al medioambiente, según Carlos Mazal

La invasión rusa a Ucrania ha generado diversos impactos sobre la economía mundial y Uruguay no está aislado de esa realidad. Analistas consultados por CRÓNICAS evaluaron que el encarecimiento del petróleo así como el de algunos commodities primarios implica un impacto negativo para el país, aunque el sector agroexportador puede verse beneficiado. También se interpreta que Uruguay tiene una “oportunidad” en su matriz energética que le permite -por períodos- funcionar en su totalidad con fuentes renovables. “Lo que falta es traducir eso en más competitividad para nuestras empresas y energía más barata para nuestros consumidores”, interpretó la economista María Dolores Benavente. 

Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli

La invasión rusa a Ucrania constituye un hito histórico para la tirante estabilidad en la que se encontraban las relaciones internacionales a nivel global.

Si bien en años no tan lejanos se ha visto plena tensión en la relación de Rusia con EEUU, estas no superaron la barrera de las amenazas y túrbidos intercambios diplomáticos.

El mundo se encontraba sumido en otros asuntos. Dentro de las grandes potencias, China se enfocaba casi únicamente en solidificar su imagen internacional y en sus relaciones comerciales, mientras que EEUU tenía sus propios problemas internos, buscando justicia por la toma del Capitolio en enero del pasado año, descuidando así su responsabilidad como primera potencia mundial.

Todo este escenario pudo ser el caldo de cultivo para un ataque inesperado de Rusia a Ucrania, donde la relación era tensa hace un mediano tiempo, pero no se pensaba en la posibilidad de romper tan brutalmente “la paz”.

Al presidente ruso, Vladimir Putin, le costó algunos meses encontrar el argumento que legitimara una invasión a su vecino, y aunque para muchos aún parezca irreal que en pleno siglo XXI se tome mediante fuerza militar un país democrático y soberano, tuvo su puerta de entrada en algunas provincias que compartían el sentimiento ruso. Era la oportunidad perfecta para volver a situarse en el mapa.

Ya van miles de muertos militares y civiles y más de un millón de refugiados, pero no se avizora en el horizonte un acuerdo que derive en un alto al fuego. Por este camino el daño humano es incalculable por las armas que se poseen.

Esta guerra es muy distinta a las que se puedan recordar, la estamos viviendo “en vivo” con fake news de ambos lados que intentan conquistar apoyo. Lo más real es que la magnitud que puede llegar a tomar asusta a cualquiera.

Según la opinión de analistas, las tropas rusas podrían haber tomado Ucrania en una semana, lo que da a pensar que Putin aguarda la oferta de un acuerdo que involucre la renuncia de ese país a formar parte de la OTAN y de poseer armas nucleares, así como el reconocimiento de provincias que se encuentran en la zona del Donbás como parte de la gran patria rusa.

“Complejo napoléonico”

En un profundo análisis de la situación, el economista y consultor Carlos Mazal, miembro de la Academia Nacional de Economía (Acadeco), definió al presidente ruso como un hombre “de complejo napoleónico”.

“Empieza a subir la apuesta y empezamos a hablar del tema nuclear, eso sí es una amenaza más grande. Yo diría que no se va a llevar a cabo porque se sabe que cuando uno oprime el botón nuclear y ataca a EEUU o Europa, prácticamente se puede dar por muerto. Hoy apretar el botón significa que el otro lado también lo hagan y se acaba todo. Queda la duda de qué pasa en Ucrania, que está resistiendo y con un líder que se ha vuelto carismático. (…) Ahora es un líder que llega a todas partes, que está escondido, que es protegido. Ha despertado el interés del mundo, y eso hace que en la ONU solo cinco países estén a favor de Rusia, además de Venezuela que no había pagado su cuota y no podía votar. Pero prácticamente, el apoyo que tiene Rusia es mínimo, y viene de dictaduras”, relató el consultor.

Visión pragmática

Lejos del foco del conflicto, y hasta en los lugares más recónditos del mundo se sienten algunos efectos secundarios. El primero en aparecer, como casi siempre que hay tensiones geopolíticas, es la suba del precio de las materias primas, principalmente del petróleo.

Esto, en general, es explicado por la lógica de oferta y demanda pero también, existe un trasfondo del poder que tiene Rusia sobre la energía mundial. Es proveedor de petróleo de EEUU y de gas a toda Europa. Mazal valoró que, en consecuencia, muchos países volverán a trabajar con energía a carbón o por hidrógeno, dejando de lado las cuestiones medioambientales, ya que las posibilidades de comprar petróleo en otros lugares se ve dificultada por factores de relaciones internacionales.

En este último ámbito, la guerra generó un curioso acercamiento de EEUU -impulsado por el temor de quedarse sin suministro de crudo- y Venezuela. Lo llamativo del asunto es que la relación entre estos dos países estaba cortada desde 2019.

CRÓNICAS también dialogó con otros economistas sobre los efectos de esta situación que pueden afectar a Uruguay, y todos coinciden en que –aunque no suene muy bien- históricamente el país ha salido beneficiado con las guerras, pero también se advierten impactos negativos.

La parte positiva reside en que Uruguay es un país productor de materias primas y de alimentos, que son sumamente demandados en estos tiempos, ya que los países involucrados suelen relegar este tipo de actividad. Sin embargo, esto impacta también en el mercado interno, ya que se encarecen los insumos domésticos.

El economista Martin Alesina, investigador en la consultora Ceres, evaluó que la suma de las repercusiones para el país es negativa. Explicó que el conflicto generará una disminución de la actividad económica mundial, debido a las políticas proteccionistas, y a los recursos que ahora pasan a volcarse a la actividad militar. “Todas estas subidas de precio traen escaladas en la inflación de los países. Los gobiernos comienzan a aplicar políticas monetarias contractivas, es decir, suben las tasas de interés, las tasas de referencia, y eso genera una caída en el nivel de actividad”, explicó Alesina.

Por su parte, la economista María Dolores Benavente, presidenta de Acadeco y miembro del Consejo Editorial de Empresas & Negocios, evaluó que hay dos reflexiones para hacer. “Primero, los combustibles van a subir y no es por la Ley de Urgente Consideración (LUC), sino porque están atados a los precios internacionales. Segundo, la oportunidad de Uruguay reside en que tiene una matriz energética que le permite -por períodos- funcionar al 100% con energía renovable. Lo que falta es traducir eso en más competitividad para nuestras empresas y energía más barata para nuestros consumidores”, afirmó Benavente.


“Negocios son negocios”

En relación a cómo el conflicto bélico puede afectar las relaciones internacionales de Uruguay y en particular la negociación de un TLC con China, Mazal evaluó que el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, se animó a “patear el tablero” en el Mercosur al comenzar las conversaciones de forma unilateral; algo que todos los partidos han querido “pero no se animaban”.

Sin embargo, también recordó que en este peculiar momento hay que ser muy cautos y cuidar de cualquier malinterpretación del prestigio que Uruguay posee internacionalmente. 

“Sería más sensato firmar un acuerdo comercial, como hizo Chile al principio y no un TLC. Eso funcionó, pero nosotros ya le estamos exportando 31% del total. Lacalle le dio tres meses al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para hacer un estudio de factibilidad y han pasado tres meses más, lo que indica que hay dudas o los estudios no han dado lo que él estaba esperando”, especuló el consultor.

En una línea similar, el investigador de Ceres, cree que emprender el camino de un TLC con China puede interpretarse como una señal de inclinación hacia una parte de la balanza.

Por el contrario, Benavente entiende que “negocios son negocios” y aunque este momento sea complicado, hay que pensar en un futuro cuando el comercio se reactive.

“Los acuerdos comerciales a veces son mucho más realistas que los problemas políticos”, concluyó Benavente.