Impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes

Informe > Dos de cada tres menores de 25 años estaba desocupado en el último trimestre de 2020

Mayor desocupación, más informalidad y menores niveles salariales, son vulnerabilidades históricas de los trabajadores jóvenes, pero que la pandemia del covid-19 amplió fuertemente, según el informe “Impacto de la pandemia en el mercado de trabajo y la nueva ley de promoción de empleo”, elaborado por el Instituto Cuesta Duarte (Icudu) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Mientras que para los trabajadores mayores de 25 años el impacto luce menos intenso y la recuperación es clara, para los trabajadores más jóvenes la caída fue más profunda y posteriormente quedó estancada en ese nivel.

Los indicadores del mercado de trabajo registraron una importante mejora entre 2006 y 2014, pero “a partir de 2015 la situación comenzó a revertirse lenta pero sostenidamente”. La tasa de actividad y fundamentalmente la tasa de empleo registraron caídas importantes, ya antes de que la pandemia apareciera en el escenario global. Entre 2014 y 2019 la tasa de empleo anual cayó de 60,4% a 56,6%, lo que equivale a una pérdida de más de 60.000 puestos de trabajo, detalla el informe.

En ese sentido, la llegada de la pandemia y su consiguiente crisis económica y social terminó por “agudizar los problemas que ya venía arrastrando”, y tanto la oferta como la demanda laboral se desplomaron. En el segundo trimestre de 2020, el período más crítico, la tasa de empleo bajó a 52,9%, lo que fueron casi 90.000 puestos de trabajo perdidos en dicha coyuntura. Por su parte, la tasa de actividad también se contrajo fuertemente por la dificultad de las personas para salir a buscar trabajo normalmente.

Luego de esa situación crítica, las tasas de actividad y empleo mostraron cierta recuperación, aunque aún sin alcanzar los niveles prepandemia, y los registros más recientes apuntan a “cierto estancamiento”.

El desempleo, que tras alcanzar niveles históricamente bajos en 2014 venía registrando un incremento, cerró 2019 en 8,9% y se ubicó próximo al 10% durante los primeros meses de la pandemia. El informe subraya que este incremento estuvo fuertemente “amortiguado” por la caída en la oferta laboral. “Si supusiéramos que la tasa de actividad no se hubiera visto afectada por la pandemia, la tasa de desempleo hubiera trepado hasta aproximadamente un 14%, reflejando íntegramente la enorme cantidad de puestos de trabajo perdidos”, sostiene el informe.

Se destacó que la matriz de protección social del país fue “una herramienta central para sostener el ingreso de muchos hogares, amortiguar el aumento de la pobreza y la desigualdad y mantener muchos puestos de trabajo”. En particular, el seguro de desempleo fue uno de los componentes fundamentales para proteger a los trabajadores formales. Ese mecanismo se amplió a otros colectivos, registrando un incremento histórico sin precedentes en la historia del país, pasando de un promedio mensual de 11.000 a más de 80.000 en los momentos más críticos de la pandemia. Hacia el segundo trimestre del año, el total de trabajadores percibiendo un subsidio superó los 180.000, lo que representa más de un 20% del total de asalariados privados. Es un registro muy superior a los casi 47.000 beneficiarios que se alcanzaron en el momento más crítico de la crisis de 2002.

Desigualdades

Una conclusión que se reitera en la mayoría de los análisis de coyuntura económica actuales es que la crisis provocada por el covid-19 afectó en mayor medida a los grupos más vulnerables y la recuperación está ampliando esta brecha. Este informe no fue la excepción, pero remarcó que, en el caso de Uruguay, los jóvenes parecen ser el grupo más afectado.

Históricamente, tanto jóvenes como mujeres han presentado peores indicadores, con brechas muy importantes que se han mantenido a lo largo de los últimos años.

Las tasas de actividad y empleo de los hombres son sensiblemente mayores a las de las mujeres, debido a que estas últimas tienen mayor concentración de tareas de cuidado y trabajo no remunerado. La caída de estos indicadores en el segundo trimestre de 2020 golpeó tanto a hombres como a mujeres y la leve recuperación posterior también alcanzó a ambos colectivos.

Pero al analizar por tramo etario, la situación es diferente. La tasa de empleo de los menores de 25 años es significativamente más baja que la de las personas de 25 y más años, pero el impacto de la pandemia fue muy diferente para ambos colectivos. Mientras para los trabajadores mayores de 25 años el impacto luce menos intenso y la recuperación es clara, para los trabajadores más jóvenes la caída ocurrida hacia el segundo trimestre de 2020 es más profunda y posteriormente quedó estancada en ese nivel. Entre los menores de 25 años, la tasa de empleo bajó de un 31% en 2019 a un 25% en el segundo trimestre de 2020 y se mantuvo en un nivel similar en la segunda mitad del año. “Es muy claro como el impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes”, subraya el informe.

En cuanto al desempleo, en el análisis por género se observaron aumentos tanto en hombres como en mujeres, aunque con diferencias entre sí. En los hombres, el aumento de la desocupación se concentró en el primer trimestre de 2020 y luego se mantuvo relativamente estable, con una tendencia levemente decreciente. En cambio, para las mujeres, la tasa de desempleo se incrementó fuertemente en el segundo y sobre todo el tercer trimestre de 2020 hasta situarse cerca de 14%. En la primera mitad de 2021 se registra “un descenso pronunciado”, aunque “mantiene una brecha algo mayor a la que existía con anterioridad a la llegada del covid-19 al país”.

El comportamiento de la tasa de desempleo por tramo etario es completamente diferente. Partiendo de niveles muy superiores (casi cinco veces más altos a los del resto de la población), la desocupación para los menores de 25 años creció sostenidamente desde que irrumpió la pandemia. Hacia el último trimestre de 2020, la tasa de desempleo de este colectivo fue de 35,5%, muy por encima del 7% registrado para los trabajadores de más de 25 años.


Un 42% de los ocupados no alcanzan a percibir $ 25.000 de salario

Respecto a las condiciones de ocupación, el informe analiza dos variables: la formalidad vista a través del registro a la seguridad social y los niveles salariales que perciben.

La tasa general de no registro a la seguridad social es relativamente baja en comparación con la región, pero es alta respecto al mundo desarrollado.

En los años previos a la llegada de la pandemia, este indicador presentaba un comportamiento relativamente estable en torno al 25%. La pandemia impactó en el empleo, pero dado el importante rol desempeñado por el seguro de desempleo que ofreció protección al sector formal de la economía, la caída se concentró entre los trabajadores informales. Ello provocó que a partir de marzo de 2020 se observaran tasas de no registro a la seguridad más bajas, en el orden del 20%. “Este descenso no obedece a un mejor desempeño del empleo formal, sino a una fuerte disminución de los ocupados no cotizantes cuyos empleos se resintieron a partir del confinamiento”. Sin embargo, entre los más jóvenes, se observa un aumento sostenido de la informalidad, que agudiza las condiciones de mayor precariedad laboral que sufren.

En materia salarial, el informe se centra en el nivel de los salarios y en el concepto de salario “sumergido”. Si bien se aclara que ese término es intrínsecamente subjetivo, ya que no hay un umbral determinado -como en el caso de la línea de pobreza-, desde hace varios años el Icudu presenta trabajos con ese concepto, en el entendido de que representa una determinada cifra de ingreso líquido que resulta baja o insuficiente en relación al costo de vida que enfrentan los trabajadores. Para este informe, se considera salario sumergido aquel inferior a $ 25.000 líquidos al mes por una semana laboral de 40 horas de trabajo.

Un 42% de los ocupados, unos 650.000 trabajadores, no alcanzaron a percibir $ 25.000 de salario, de los que 225.000 no lograron superar los $ 15.000 líquidos. Sobre el 58% restante, unos 327.000 percibieron remuneraciones entre $ 25.000 y $ 35.000, 267.500 ganaron entre $ 35.000 y $ 50.000, mientras que cerca de 308.000 ocupados recibieron ingresos mensuales por encima de los $ 50.000 líquidos.

Nuevamente, los jóvenes son los más afectados por los salarios sumergidos. Entre los menores de 25 años, la proporción de trabajadores que perciben remuneraciones inferiores a $ 25.000 líquidos al mes es de 69% y entre ellos, un 19% del total no llega a los $ 15.000. Tan solo un 7% gana entre $ 35.000 y $ 50.000, y solo 4% supera esta última cifra.