Uruguay “está mucho mejor en sus fundamentos” que Argentina y Brasil, pero “no está tan bien como pudiera estarlo” y el mayor riesgo es que si empeora el escenario internacional “no se tomen las medidas que se tienen que tomar por estar en un año electoral”, alertó el Profesor de Economía, Arturo Porzecanski. “Cuando los gobiernos no manejan su timón firmemente, cuando las cosas empeoran en su año electoral, eso se deriva en crisis”, sostuvo.
Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl
Tras trece años sin pisar Uruguay, Porzecanski volvió a su tierra natal la semana pasada para participar de la conferencia “Perspectivas para mercados emergentes y Cono Sur en un escenario de incertidumbre” (ver nota) organizada por la Academia Nacional de Economía y CFA Society Uruguay.
Aprovechando su visita, CRÓNICAS mantuvo un grato diálogo con quien es Profesor Distinguido de la American University y profesional financiero especializado en Economía, con una destacada trayectoria en Wall Street.
En el mano a mano, se refirió a los principales riesgos de una economía global que ya presenta “nubarrones” e insistió en la idea de que estamos en un período de “vacas flacas”. Además, mostró un cauteloso optimismo sobre el futuro económico de Argentina y Brasil, aunque alertó por la posible llegada de nuevas crisis si no se adoptan las reformas que ambos países necesitan.
En relación a Uruguay, opinó que “es un país mejor manejado” y que goza de confianza por parte de los inversionistas. Sin embargo, advirtió que para el 2019 el mayor riesgo es que “si empeora el contexto regional o internacional no se tomen las medidas que se tienen que tomar por estar en un año electoral”.
-Estamos en un contexto internacional complejo, con un incremento de las posiciones nacionalistas y discursos proteccionistas que han derivado en tensiones comerciales importantes ¿Cómo analiza este mundo?
-Evidentemente sí que tenemos muchas más actitudes nacionalistas que internacionalistas. Es verdad que tenemos decisiones sorprendentes por parte del público elector en diferentes países, que ha llevado a que se tomen actitudes como la salida de la Unión Europea (UE) por parte de Gran Bretaña, y la elección de actores no tradicionales, ya sea en Europa Occidental u Oriental, en Asia también –Filipinas, Tailandia-, y en nuestra región la elección en Brasil fue un hito muy importante. Entonces sí, están pasando cosas de ese tipo. Pero como economista diría que quizás sea mucho ruido y pocas nueces. Por ejemplo, el caso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, tanto, tanto, no se nota en los datos y el mundo está tan interconectado que hay compensaciones que no se ven, pero que están sucediendo. A modo de ejemplo: China en represalia a EEUU le pone un arancel alto a las importaciones de soja, entonces los agricultores norteamericanos empiezan a perder mercado en China, pero son sustituidos por compras de soja de Brasil, o de Argentina o de otros países. De forma tal que el consumidor chino no siente la diferencia, no está pagando más por la soja, está pagando más por la soja norteamericana, pero no de otros orígenes. Es un claro ejemplo de cómo terceros países están llenando el hueco que la guerra comercial les crea. Es muy diferente a lo que vimos en 1930 con la Gran Depresión, donde Estados Unidos aplicó un aumento enorme en los aranceles para proteger fuentes de trabajo y no hubo lugar para la sustitución porque estaba todo el mundo metido en la guerra comercial. Hoy es un mercado internacional muy conectado, entonces le permite a las cadenas de producción rearmarse para tratar de esquivar. Me recuerda a cuando hay gente no vidente o que le falta algún sentido, el cuerpo tiene formas de compensar, obviamente no se puede compensar 100% pero el cuerpo se rearma, el no vidente desarrolla un oído muy agudo que trata de ver.
-Varios organismos internacionales han corregido a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía mundial. ¿Se avizoran nubarrones en el horizonte?
-Los nubarrones ya están. Sorprendentemente vinieron datos de Japón y Alemania para el tercer trimestre que fueron decepcionantes. China se está desacelerando. Tan es así que el gobierno (chino) está tomando medidas casi todas las semanas para evitar la desaceleración, pero ya no es el país que crece al 7% o más, ahora si crece al 6% va a ser milagroso. Y si se mira el resto del mundo, ni qué hablar Uruguay, está claro que ya estamos en época de vacas flacas. Los países que estaban creciendo al 4% ahora están creciendo al 2%. Claro, hay países que estaban en recesión –Brasil- que están emergiendo y mostrando números mejores, lo opuesto en Argentina que está en una profunda recesión debido a lo que pasó en la primera mitad del año, rompiendo claramente la tendencia. Pero hay muchas situaciones parecidas a las de Uruguay, donde el crecimiento ya hace un tiempo que no es tan vigoroso como antes y las proyecciones del FMI han sido corregidas hacia abajo, y me parece correcto eso. Hoy por hoy la gran discusión en los mercados financieros es Estados Unidos. Si efectivamente se está desacelerando. Si se ve el movimiento de los mercados en los últimos días (al momento de la entrevista los principales indicadores bursátiles habían mostrado contracciones relevantes) apuntan a que hay suficientes indicios de que ese crecimiento de 3% o 4% que vimos en la primera mitad del año se está desacelerando y quizás la Fed debería dejar de aumentar las tasas tan vigorosamente el año que viene. Así que hay una desaceleración, hay casos particulares, pero sí estamos en una época de vacas flacas.
-¿Puede derivar en un escenario de crisis global como la de 2008?
-Las crisis hay que precipitarlas. Es un poco la diferencia entre desacelerar el auto y chocar.
-En 2008 chocó la economía…
-Claro. Por supuesto. Entonces tenemos que pensar en cosas que podrían pasar para que se produzca el choque. Si miramos a Europa, si la situación de Italia se fuera a descontrolar y se fuera del euro, eso generaría enormes repercusiones, mucho más de cuando se hablaba del Grexit (la posible salida de Grecia de la UE). Si se va Italia, además de Gran Bretaña, es como ponerle una estaca en el corazón (a la UE). Podría producir un choque importante.
Otra cosa que puede pasar, y que pienso que es más probable de lo que los mercados suponen, es que en Estados Unidos la inflación se descontrole. Todos estos años de apretar a fondo el acelerador de la política fiscal y monetaria, ahora que estamos con un mercado laboral a full, desocupación mínima, los salarios aumentan luego de años de estabilidad, creo que hay bastante combustible en la economía americana como para producir una inflación mayor. Y si la inflación se empieza a acelerar al 3%-4%, la Fed tendría que reaccionar y no importa que no le guste al presidente Trump, deberían apretar aún más la restricción monetaria para llevar la tasa mínimo a un 3% o 4%. Todo eso sería un escenario de choque porque el mundo está tranquilo: “bueno la Fed está subiendo las tasas, de a poquito, con tranquilidad”. Pero si de repente se cambia esa percepción podría cundir el pánico.
Otro riesgo es si hubiese una caída brutal de la Bolsa americana, no una caída de (el índice Dow Jones) de 26.000 a 24.000 puntos, si se fuera a 20.000 o incluso menos, eso sería un shock que podría generar olas por muchos lados. También pienso que es más probable lo que el mercado está apostando. El mercado dice que son todas pequeñas correcciones, pero creo que hay mucha efervescencia en la Bolsa norteamericana, las acciones están muy caras y pudiéramos tener una corrección mucho más severa de lo que está en la mente de los actores.
-¿Cómo podría impactar ello sobre la economía real?
-No tanto sobre la economía sino sobre los mercados, los inversores que compran y venden bonos, y commodities. Hasta ahora hubo reacciones puntuales: ¿Turquía se ve mal? Le va mal, ¿Argentina se ve mal? y le va mal. Entonces el mercado reacciona y los inversionistas reasignan a otros emergentes. Pero si fuera a cundir cierto pánico porque las cosas se descontrolan por los factores que mencionaba, eso asustaría a los inversores y entonces empiezan a irse de todos lados: empiezan a dejar mercados emergentes, compran Bonos del Tesoro americano, o empiezan a comprar oro. Eso es lo más preocupante.
“Si fuera a cundir cierto pánico porque las cosas se descontrolan (…) eso asustaría a los inversores y entonces empiezan a irse de todos lados”
-¿El sistema financiero aprendió la lección de la crisis del 2008?
-El sector está vulnerable, pero hay subsectores dentro de la industria. Lo que a los gobiernos les molestó de lo que pasó en el 2008 es que bancos comerciales, bancos que tomaban depósitos del público, que están garantizados por fondos del Estado o del sector privado pero que no alcanzaban, que esos tuvieran comportamientos peligrosos y estén en miras de fallar, de quebrar. Eso sí lo han corregido. Toda la regulación que ha venido después del 2008 ha sido para asegurarse que al menos eso no vaya a suceder: no preocuparse porque el City Bank va a caer, o que el Deutsche Bank va a desparecer, o el HSBC va a quebrar. Eso se ha logrado. Lo que no se ha logrado nunca se va a lograr, es evitar que el sector financiero tome riesgos. Porque ese es su negocio, tomar riesgo. Lo que pasa es que los riesgos que se siguen tomando han migrado de los bancos primera prioridad de los gobiernos a “hedge founds” y otros inversores, no bancos que toman depósitos del público. Así que es ahí donde hay un nuevo problema, ahí va a estar. Y personalmente pienso que no hay problema de que esté ahí. Si desaparece un hedge found u otro inversor institucional, no va a hacer las mismas olas que si desaparece un banco que cumple un rol fundamental en toda la cadena de pagos.
-Las elecciones en Brasil dejaron como presidente a Jair Bolsonaro, un polémico candidato. Pero más allá de su discurso ¿qué se puede esperar en materia económica?
“Si hubieran elegido un candidato que no fuera Bolsonaro, en una de esas la crisis financiera de Brasil ya estaba acá. Esto le dio aire y cambió las expectativas”
-Es muy difícil saberlo. Lo que los mercados a través de sus posicionamientos están diciendo es que se viene un mejor manejo de la economía y efectivamente el quipo económico luce mejor. Las ideas del candidato son más radicales y hacen falta cosas más radicales porque después de doce años de populismo hay muchos problemas en Brasil y particularmente en el corazón del Estado de Brasil. Yo comparto el optimismo de que quizás vamos a ver ahora cosas inéditas siendo propuestas, pero tengo mis serias dudas de si van a poder ser implementadas. Ahí el gran problema es que Bolsonaro no tiene un apoyo en el Congreso que le permita pasar legislación. Entonces creo que va a haber un período de gran aprendizaje donde va a tener que sentarse a negociar con los diversos partidos para cumplir con su mandato de hacer cambios importantes. También creo que vamos a pasar por un período de mucho ruido y pocas nueces en Brasil. donde se dicen las cosas que a los inversionistas les gustan y hay que hacer, pero hay un gran trecho entre lo dicho y lo hecho.
“Los inversionistas se entusiasmaron con Bolsonaro como se emocionaron en su momento cuando ganó Macri, pero me temo que podamos tener una “Macricrisis” en Brasil en 2019 si es que no se aplican las medidas necesarias”
-¿Que puede suceder si Brasil no atiende esos “cambios importantes”?
-El sector público está cerca de perder la confianza de los inversionistas y ya vimos lo que pasa cuando eso sucede, por ejemplo, en Argentina. Si hubieran elegido un candidato que no fuera Bolsonaro, en una de esas la crisis financiera de Brasil ya estaba acá. Esto le dio aire y cambió las expectativas. Hay un dato, Brasil durante el largo período 2000-2016 aumentó el gasto público total a un promedio anual del 6% por encima de la inflación. Imaginate. Que el gasto público suba con la inflación es una cosa, pero 6% más, te dice que hay un aparato estatal totalmente desmesurado y que no puede ser financiado. Entonces va a haber que agarrar el hacha y empezar a podar esa enorme selva de gasto público que se armó. Es un trabajo muy necesario pero muy difícil políticamente. Si alguien lo puede hacer es Bolsonaro, pero llevarlo a la realidad va a ser difícil y por eso me preocupa que podamos ver una reversión de lo que acaba de suceder: los inversionistas se entusiasmaron con Bolsonaro como se emocionaron en su momento cuando ganó Macri, pero me temo que podamos tener una “Macricrisis” en Brasil en 2019 si es que no se aplican las medidas necesarias.
-Justamente en referencia a Argentina, al principio se manifestó en contra del acuerdo con el FMI, pero luego del segundo acuerdo lo elogió…
-Hubo una importante entrevista en La Nación que salió en octubre donde dije que este segundo programa con el Fondo iba a funcionar y estaba bien hecho. El dólar estaba por encima de 40 pesos argentinos y dije que a partir de ese programa, la tasa de cambio tenía mucha más chance de irse hacia 30 que hacia 50. Habrán dicho “está loco Porzecanski”. Pero es lo que ha sucedido: está muy cerca de la banda inferior (Al momento de la entrevista el dólar oscilaba en el entorno de 36 pesos argentinos). Obviamente no estaba pensando en 30 pesos, está en 35 que parecía una odisea. Pienso que ahora el programa económico es el correcto, está bien encaminado, lo están implementando bien, hay la austeridad fiscal necesaria y –ahora por fin- hay la austeridad monetaria que hace falta. Pero, si en la parte política uno ve las concesiones que tuvo que hacer Macri para tener un G-20 tranquilo, y el hecho de que todavía hay tanta gente que dice que votaría por Cristina Kirchner pese a las denuncias de corrupción, te hace preguntar si la sociedad argentina realmente está acompañando y si puede haber una continuidad. Dicen a veces que los países tienen los gobiernos que merecen. El año que viene vamos a tener un fiel reflejo de qué es lo que merecen.
“El programa económico (de Argentina) es el correcto, está bien encaminado, lo están implementando bien, hay la austeridad fiscal necesaria y –ahora por fin- hay la austeridad monetaria que hace falta”
-En este vecindario movido, ¿Cómo ve a Uruguay?
-Uruguay comparado con Argentina y Brasil es un país mejor manejado. El hecho de que al contrario de estos dos países no haya perdido su calificación de Grado Inversor dice mucho. El hecho de que el gobierno haya podido financiarse, incluso de forma acelerada, cubriendo las necesidades del tiempo y mejorar el perfil de la deuda, te dice que no solo hay confianza en Uruguay por parte de los inversionistas, sino que el país está mucho mejor en sus fundamentos que sus dos grandes vecinos. Lo que pasa es que no está tan bien como pudiera estarlo. No está tan bien como Chile o Perú por ejemplo, que se han manejado de forma más conservadora, y no tienen la vulnerabilidad que todavía el Uruguay tiene. Además la ubicación, Uruguay depende mucho más de Argentina y Brasil, que Chile y Perú dependen de Argentina y Brasil. Entonces no caben dudas de que hubo una serie de decisiones que se tomaron con relación al gasto público, a la tributación, a las reglas del juego, al mercado laboral, y otras, que fueron tomadas en base de que el auge del precio de las materias primas iba a continuar. Creo que las elecciones del año que viene en un contexto mucho menos entusiasta, van a ser más reñidas, porque hoy por hoy el viento no favorece a la economía uruguaya y tampoco al partido que está en el poder.
¿Cuál es el principal riesgo para el país?
-El principal riesgo es que si empeora el contexto regional o internacional no se tomen las medidas que se tienen que tomar por estar en un año electoral. Eso ha sucedido muchas veces en diversos países y cuando los gobiernos no manejan su timón firmemente, cuando las cosas empeoran en su año electoral, eso se deriva en crisis, mientras que los gobiernos que pese a un ambiente electoral toman las medidas que hay que tomar, logran evitar las crisis. Para Uruguay el principal posible problema es si la capacidad de reacción del gobierno va disminuir en los meses que vienen, de forma tal, que una situación que hoy no luce vulnerable, pueda tornarse vulnerable.
-Muchos economistas locales creen que el gobierno atravesará un 2019 con el “piloto automático” por tratarse de un año electoral. Usted opina que ello puede traernos problemas…
-Exactamente. piloto automático cuando no hay tormenta es una cosa, pero ir en piloto automático cuando hay tormenta podés terminar en el océano.
-Más allá de las transformaciones productivas que puedan intentarse o generarse ¿Nuestra “suerte” va a seguir dependiendo de los precios de los commodities?
-Sí. Lamentablemente sí. Porque suben y bajan. Cuando suben es una cosa, pero cuando bajan no es una gran cosa. Y no han bajado todo lo que podrían bajar. El mero hecho de que no siguieron subiendo o que han bajado un poco ya se sintió. Mi preocupación subyacente es que los países con recursos naturales, principalmente en América del Sur, desaprovecharon las buenas oportunidades para diversificar su producción y para integrarse más en el mundo, en particular en términos de industria y comercio. Por ejemplo en Asia el modelo es muy diferente. Incluso países con recursos naturales como Indonesia, Malasia, Tailandia o Vietnam se preocuparon de que su sector industrial y de servicios se integraran internacionalmente, por eso están más flexibles, adaptados y tienen más alternativas. El Mercosur ha sido muy nocivo para este tipo de integración, porque manteniendo aranceles altos con respecto al resto del mundo prácticamente no hay industria que esté bien conectada con el exterior, porque uno no puede ponerle una valla como esa al comercio. No solo para Uruguay o Paraguay, incluso también para Brasil y Argentina, toda la idea del Mercosur de protegerse y de no integrarse con el resto del mundo, sino solo entre ellos.
“Los países con recursos naturales, principalmente en América del Sur, desaprovecharon las buenas oportunidades para diversificar su producción y para integrarse más en el mundo”
-¿Puede hacer algo Uruguay para cambiar esa realidad?
-Mientras que Uruguay quiera seguir siendo miembro del Mercosur sin romper el tablero va a estar autolimitado. En una de esas con Bolsonaro y con Macri se puede reinventar el Mercosur en algo que sea abierto hacia el resto del mundo en vez de cerrados al resto del mundo. Pero se perdió muchísimo tiempo y energía, y quedamos muchísimo más aislados de lo que tendríamos que estar.