“Los auges crediticios prolongados y caracterizados por un fuerte ímpetu de la construcción nunca tienen un buen fin”, advierte un informe del FMI, donde se insta a observar la evolución del sector para adoptar medidas preventivas en el mercado financiero. “Las señales provenientes del sector de la construcción pueden ayudar a distinguir entre los auges peligrosos, que deben ser controlados, y los episodios de crecimiento dinámico pero saludables del crédito”, concluye.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) basado en un relevamiento en economías avanzadas y mercados emergentes desde la década de 1970, revela que los auges crediticios prolongados, caracterizados por un fuerte empuje de la construcción deberían convertirse en una señal de alerta, ya que “nunca tienen un buen fin”.
En un artículo publicado en el blog Diálogo a Fondo del organismo, se menciona el caso de España, donde el crédito del sector privado en relación al PIB prácticamente se duplicó entre 2000 y 2007. Este aumento ocurrió en paralelo con un auge de los precios de la vivienda, que se duplicaron en términos reales durante el mismo período. La economía en su conjunto también creció a un ritmo sin precedentes.
Sin embargo, en 2008, la burbuja de crédito en España estalló, y la onda expansiva dejó una estela de préstamos incobrables, quiebras de bancos y una prolongada desaceleración económica.
Algo que atrajo menos atención en España fue la evolución del sector de la construcción, en el que el empleo creció un asombroso 47%, en comparación con el 27% observado en la economía en general.
Mala combinación
De acuerdo al FMI, los episodios de rápido crecimiento del crédito -conocidos como “auges” o “boom del crédito”- presentan un punto de encrucijada entre un dinamismo económico inmediato y el peligro de futuras crisis. El riesgo de un “auge malo” -es decir, cuando a un episodio de rápido crecimiento del crédito le sigue una crisis financiera o un crecimiento económico mediocre- es mayor cuando coincide con un auge de los precios de la vivienda.
Según la investigación, la combinación peligrosa de auges del crédito con rápidas expansiones del sector de la construcción no se limitan al caso español y se observa también en períodos no relacionados con la crisis financiera mundial.
De esta forma, se concluye que “las señales provenientes del sector de la construcción pueden ayudar a distinguir entre los auges peligrosos, que deben ser controlados, y los episodios de crecimiento dinámico pero saludables del crédito (“auges buenos”)”.
El informe sostiene que la construcción es el único sector que siempre se comporta de manera diferente si el auge crediticio es bueno o malo. En promedio, el producto y el empleo en el sector de la construcción crecen entre 2 y 3 puntos porcentuales más en los auges malos que en los buenos. En todos los otros sectores, la diferencia es más pequeña y no es significativa.
Un aspecto es que la construcción no encierra el mismo potencial de crecimiento que presentan muchos otros sectores. Dicho de otro modo, una inversión excesiva en la construcción puede desviar recursos que podrían destinarse a actividades más productivas, lo cual reduce el producto. Además, el estímulo pasajero que recibe el empleo en el sector de la construcción y el nivel de calificación laboral relativamente bajo que requiere puede disuadir a algunos trabajadores de que inviertan en su formación y desarrollo de aptitudes. Esto puede dejar secuelas duraderas en el producto una vez que el auge llega a su fin.
Por último, los proyectos de construcción tienen importantes necesidades de financiamiento inicial, y los consumidores finales del producto (por ejemplo, viviendas u hoteles) también tienden a endeudarse para financiar sus compras. Por ende, la deuda puede aumentar bastante más durante los auges que están impulsados por la construcción.
Manos a la obra
Ante esta conclusión, el trabajo propone a las autoridades que si se detecta una rápida expansión de la construcción durante un auge crediticio, se adopten políticas macroeconómicas más restrictivas y se usen herramientas macroprudenciales (por ejemplo, cuotas iniciales más altas para las hipotecas).
En ciertos casos, las medidas de política estarán determinadas por otros indicadores, como los precios de la vivienda o las hipotecas de los hogares. Sin embargo, es posible que estos otros indicadores no siempre den la señal de alarma (por ejemplo, si el “boom” de la construcción está financiado por el sector empresarial o por extranjeros), y que los riesgos se acumulen. En ese sentido, se señala que el crecimiento inusualmente rápido de la construcción podría ser la señal de alerta para que, por ejemplo, se limite la exposición de los bancos frente a los promotores inmobiliarios y otras empresas constructoras.
Por último, dado que los datos sobre el producto y el empleo en el sector de la construcción suelen estar disponibles con algunos meses de rezago, los indicadores de alta frecuencia, como las solicitudes de permisos de construcción, podrían arrojar señales útiles. Los indicadores de la construcción también deberían incluirse en los modelos que se emplean para evaluar la actividad económica futura.