La deuda mundial ha crecido en los últimos años y ha alcanzado niveles récords, lo que ha sido advertido por organismos internacionales a través de diversos informes. Sin embargo, para expertos locales, los datos generales de endeudamiento en el planeta no son los claves, sino que debe observarse las diferentes realidades de cada país.
La deuda mundial escalaría en los próximos meses a récord históricos de más de US$ 257 billones, según la última estimación del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés). Ello incluye la deuda total de los hogares, gobiernos, sectores corporativos financieros y no financieros (ver CRÓNICAS del 17/01/2020).
Por su parte, en un informe publicado el mes pasado, el Banco Mundial informó que la deuda pública de las economías en desarrollo y emergentes en 2018 alcanzó una cifra récord, de US$ 55 billones, lo que marca un período de ocho años de incremento, el más grande, rápido y generalizado en casi cinco décadas.
Para evaluar qué implicaciones podría tener este fuerte aumento sobre la economía global y analizar el caso específico de Uruguay, CRÓNICAS consultó a varios expertos, que interpretaron que más allá de los números generales, lo importante es ver la situación de solvencia de cada país en concreto.
Caso a caso
Aunque se reconoce que el nivel de deuda a escala global es elevado, la directora del Instituto de Economía de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de la República (Iecon-UdelaR), Gabriela Mordecki, valoró que lo importante es ver más en profundidad la situación de cada país en particular. “Me parece que no es un riesgo global”, sino que hay países que en este momento presentan “altos riesgos”, y puso como ejemplo los casos de Turquía, Venezuela o Argentina.
Explicó que “los números absolutos” de la deuda global “no son importantes”, aunque sí lo es para aquellos que puedan mostrar dificultades de financiamiento.
En la misma línea, el economista Pablo Moya, de la consultora Oikos, valoró que se trata de un indicador que “no es crucial” y que al final de cuentas termina “dependiendo de las condiciones de cada país”. Recordó que hubo un estrés muy grande respecto al financiamiento internacional como consecuencia de la crisis financiera global del 2008, que terminó golpeando fuerte a algunos países europeos. Sin embargo, remarcó que la mayoría de estos países implementaron “reformas profundas” que llevaron la deuda pública a una “trayectoria más sostenible”.
Consultado respecto a la posibilidad de que este nivel de endeudamiento lleve a problemas globales que deriven en una crisis internacional, Moya evaluó que es muy difícil anticipar crisis, porque suelen tener varios desencadenantes. A su entender, en la actualidad hay algunos países que tienen alto endeudamiento y podrían tener dificultades, pero al mismo tiempo algunas regiones como la Unión Europea cuentan con “coberturas” para los países que presentan dificultades para evitar su contagio a otros países de la región.
La casa en orden
Al analizar el contexto local, Moya valoró que Uruguay siempre fue un país “permeable a situaciones del exterior”, tanto positivas como negativas, y evaluó que hasta ahora el Gobierno ha sabido “cómo atemperar esos vientos negativos” de la coyuntura económica. De todas formas, remarcó la necesidad de reestructurar las finanzas públicas en el mediano plazo, ya que el elevado nivel de deuda actual y el alto déficit fiscal podría complejizar el escenario. Entendió necesaria, entonces, “una reforma del Estado real para no seguir endeudándose, o (para) endeudarse cuando las condiciones lo requieran”. Esto, agregó, es algo que los gobiernos a futuro deberán encarar.
Para Mordecki, en cambio, la preocupación va por otro lado. A su entender, el problema para Uruguay son los “costos de los intereses”. Explicó que dado que aproximadamente la mitad de la deuda está nominada en dólares, y hay una tendencia a que aumente la cotización de dicha moneda, “eso hace más oneroso el pago de intereses”. La cuestión es qué tan sostenible es esto en el tiempo; “tiene que ver más que nada con esa combinación entre endeudamiento, moneda y trayectoria del tipo de cambio”, apuntó.
Más allá de eso, la economista remarcó que el riesgo país de Uruguay va en descenso, situándose en estos días por debajo de los 200 puntos básicos. Esto demuestra que el país “no tiene ningún riesgo a la vista” en la óptica de los mercados globales.
Por su parte, el gerente de inversiones de Unión Capital AFAP, Ignacio Azpiroz, Uruguay está bien parado a nivel de endeudamiento, aunque un aumento en la deuda iría “en detrimento de mantener el grado inversor”. “Uruguay tiene a favor una reputación muy buena en el exterior, siempre los inversores de afuera ven mucho mejor a Uruguay que los inversores locales”, destacó.
Aún así, reafirmó la necesidad de bajar los niveles de déficit desde el actual nivel cercano al 5% del PIB a un nivel de 2,5%, algo que a su entender, sería “alcanzable y muy saludable para poder mantener el grado inversor”.