Mientras que en Uruguay el Banco Central (BCU) se marcó un camino de desdolarizar la economía, generando “una moneda de calidad”, en Argentina crece en el debate la propuesta de dolarizar la economía. Ante esto, CRÓNICAS consultó a Julio de Brun, expresidente del BCU, quien analizó la situación de ambos países y concluyó que la dolarización de la economía argentina “tan solo ayudaría a salir del marasmo actual”.
Uruguay y Argentina tienen aspectos en común, lo que hace que muchas veces caminen en un mismo sentido. Pero, actualmente, en lo que refiere a políticas económicas y la situación de sus monedas, se encuentran en estadios completamente distintos.
De este lado del Río de la Plata, hay una economía bimonetaria, una condición que se explica en la inestabilidad de un pasado no tan reciente, que provocó que la credibilidad en la moneda uruguaya se deteriorara. Este aspecto explica por qué para el público en general de nuestro país, el dólar es una moneda de referencia a la hora de ahorrar, comprar bienes durables o incluso algunos productos de menor valor. Es, ante esto, que el gobierno uruguayo ha establecido una agenda que busca promover la desdolarización y, de esta forma, impulsar la moneda local y evitar descalces.
Pero en la vecina orilla la situación en cuanto al dólar es antagónica: ayer jueves, el dólar blue (no oficial) cotizaba a unos 468 pesos argentinos, y la brecha en comparación con el dólar oficial supera el 100%. Pero para analizar este hecho se debe tener en cuenta la incertidumbre política generada en torno a la economía argentina, con el aumento de la emisión monetaria buscando cubrir el déficit fiscal y la caída de las exportaciones producto de la sequía. Esto provocó que su población adoptara el dólar como reserva de valor, desprestigiando su moneda, y las discusiones han comenzado a girar en torno a una posible dolarización de su economía.
De este lado, desdolarizar
La dolarización en nuestro país alcanzó su pico en 2002. Al entender del expresidente del BCU, desde entonces ha habido un “proceso gradual” donde ha “habido cierto grado de desdolarización”, tanto en lo que tiene que ver con la composición de los activos de los bancos y de la deuda pública, como en el propio manejo de las finanzas personales.
Años atrás, los billetes del Tío Sam eran una moneda de transacción más y los uruguayos optaban por comprar dólares, al inicio del mes, para utilizarlos en sus compras. Según De Brun, esto se debe a la “flotación cambiaria que ha desestimulado ese tipo de comportamientos”.
Pero la desdolarización apuntaría, a su vez, a la promoción del ahorro en pesos uruguayos y la adquisición de bienes, que hoy en día se realiza en dólares, a través de la moneda local.
“Para lo que tendría sentido el ahorro en moneda nacional en Uruguay, algo que podría mover la aguja significativamente, tanto en composición del ahorro como en generación de instrumentos financieros, es en el mercado de la vivienda, que es donde está el principal debe de Uruguay en materia de desarrollo de productos financieros”, analizó De Brun.
El ahorro dedicado a la vivienda y los préstamos, que actualmente existen determinadas opciones en Unidades Indexadas, tendría un impacto mayor en esta política que se busca llevar a cabo por parte de las autoridades.
En frente, dolarizar
Según el entrevistado, la dolarización de la economía está en proporción directa al diferencial de inflación entre el país y el resto del mundo, o “lo que pueda ser la inflación en comparación a la moneda de referencia, que en este caso es el dólar”.
Por lo que, con el nivel de inflación e inestabilidad que tiene el país vecino, su población busca la protección de sus ahorros en la moneda extranjera. Todas las restricciones que se ponen a la tenencia de dólares “solo promueven los mercados secundarios o alternativos para el dólar, pero no eliminan el problema de fondo, que es que la gente no quiere la moneda local”.
Una propuesta que ronda en la vecina orilla, principalmente a impulso de la iniciativa del polémico candidato libertario, Javier Milei, es la de dolarizar definitivamente la economía, entendiendo que con ello se frenaría el aumento de la inflación. Ello implicaría abandonar el peso argentino, y en consecuencia cortar la capacidad del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para emitir moneda, y pasar a utilizar el dólar estadounidense, como sucedió, por ejemplo, en Ecuador.
Sin embargo, la propuesta tiene importantes críticas respecto a los impactos de su ejecución sobre el nivel de actividad y la pobreza (que ronda el 40%), y muchos cuestionan que realmente pueda frenar el espiral inflacionario en el que está sumido el país.
De acuerdo a De Brun, una medida de este tipo ayudaría a salir del marasmo actual en el que la economía argentina está inmersa, pero posteriormente generaría un pozo del cual “será difícil de salir, al igual que ocurrió en 2001”, remató el entrevistado.