La guerra comercial, las negociaciones por el Brexit, la polémica por el presupuesto de Italia y la salud económica de China, fueron los principales elementos de inestabilidad para los mercados internacionales durante el 2018.
A nivel histórico suele hablarse de la década de 1920 como “los años locos”. El período refiere a la época de prosperidad económica que tuvo Estados Unidos en esos años y al estilo de vida que lo acompañó. Actualmente, se puede decir que estamos en “los años locos”, pero los motivos son claramente diferentes.
La economía mundial parecía por fin dejar atrás los duros años posteriores a la crisis financiera del 2008, y la recuperación económica comenzaba a consolidarse en la mayoría de las economías avanzadas. Particularmente Estados Unidos, mostraba un importante dinamismo económico, lo que llevó a las autoridades a comenzar el retiro paulatino de los estímulos monetarios. Por su parte, Europa también parecía dejar los problemas de sus principales economías y a retomar su expansión económica, lo que redundaría en un Banco Central Europeo (BCE) que imitaría el camino estadounidense.
Sin embargo, la recuperación comenzó a mostrar escollos, asociados fundamentalmente a decisiones “locas” o al menos sorpresivas del electorado: la elección de Donald Trump en Estados Unidos, el referéndum a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y el crecimiento de partidos nacionalistas y antieuropeístas en varios países de la Unión Europea, fueron algunos de los eventos que comenzaron a llenar de interrogantes el futuro de la recuperación económica. En ese sentido, 2018 pareció concentrar los momentos más álgidos de la política comercial de Donald Trump, mientras que un Brexit con acuerdo parece cada vez más difícil de lograr, lo que genera hondas preocupaciones. Por su parte, China siguió creciendo. Si bien lo hace a un ritmo menor al de años anteriores, no se ha registrado la desaceleración brusca que algunos analistas vaticinaban.
La guerra comercial
2018 posiblemente sea recordado como el inicio de la Guerra Comercial de Estados Unidos contra el mundo. Si bien el foco principal de las tensiones comerciales estuvo en China, el gobierno de Donald Trump también tuvo importantes batallas contra sus socios comerciales de Europa y América del Norte, a través de una política de escalada de aranceles.
Al llegar al poder, Trump reclamó nuevos acuerdos con México y Canadá en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y luego de varios meses de negociaciones, finalmente este año se alcanzó un acuerdo, que según analistas internacionales consultados por CRÓNICAS tenía más un efecto publicitario que medidas concretas que beneficiaran a Estados Unidos. Algo similar ocurrió con la UE, a la que se impusieron nuevos aranceles, pero que luego de negociaciones las dificultades más grandes parecen haber quedado atrás. Diferente era la situación con China, país con el que Estados Unidos mantiene un fuerte déficit comercial que Trump aspira a reducir. Si bien ambos países alcanzaron un acuerdo a comienzos de diciembre para no imponer nuevos aranceles, la amenaza de tensiones aún está latente.
A esto se le suman los problemas a la interna de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Estados Unidos ha bloqueado el nombramiento de jueces para el tribunal de contiendas lo que dificulta el proceso de resolución de conflictos entre países.
El viejo continente
Otro elemento de tensión global estuvo centrado en el viejo continente. Los motivos se pueden resumir en dos grandes problemas: la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y las tensiones a la interna del bloque, particularmente la generada en torno al presupuesto de Italia.
La posibilidad de lograr un acuerdo para el Brexit parece cada vez más lejana. De hecho, la Comisión Europea (CE) ya prepara una estrategia de acción para proteger a los sectores más afectados por una salida sin acuerdo, como aduanas, servicios financieros o transporte aéreo.
El escenario del Brexit sin acuerdo, que supondría que el Reino Unido queda completamente desvinculado de las estructuras comunitarias a partir del 29 de marzo de 2019, causaría disrupciones en sectores en los que las regulaciones de ambas partes están fuertemente vinculadas y para las cuales los planes de preparación que se están elaborando no son suficientes.
Por su parte, en Italia los problemas comenzaron en junio cuando el nuevo gobierno de la coalición de partidos de la ultraderechista Liga y el Movimiento 5 Estrellas llegaron al poder y acusaron a la UE de golpear a Italia con las medidas de austeridad impuestas tras la crisis de deuda. Cuando presentaron el borrador de los presupuestos para 2019 comenzaron los problemas. La CE quería que Italia respetase las reglas fiscales y redujera la deuda pública y que se estableciera en 1,8% del PIB el déficit presupuestal, pero Italia presentó un presupuesto con un déficit de 2,4% del PIB.
Los italianos aseguraban que su política económica impulsaría el crecimiento, mientras que la CE afirmaba que solo aumentaría la deuda pública, la mayor de Europa por detrás de Grecia.
Como Italia se mantenía firme en su postura, en noviembre la CE afirmó que el plan presupuestario italiano iba en contra de la normativa fiscal de la UE y justificaba la apertura de un procedimiento por déficit excesivo. Tras recibir advertencias de varios mandatarios del bloque, el gobierno italiano bajó el tono de su discurso y propuso reducir el déficit al 2,04%. Sin embargo, ello no era suficiente.
Finalmente, luego de días de arduas negociaciones el pasado 19 de diciembre se llegó a un acuerdo. Italia reconoció que su plan no podía impulsar la economía y la CE que garantizará su déficit estructural.
El gigante asiático
Por último, en lo que refiere a China, muchos analistas siguen mostrando preocupación por un posible freno de su actividad. Sin embargo, el gigante asiático sigue mostrando dinamismo pese a los inconvenientes comerciales con Estados Unidos y al cambio de su modelo productivo exportador a uno basado en su consumo interno.
De acuerdo al Banco Mundial, la economía china habría crecido este año un 6,5%, en línea con las estimaciones oficiales. «El consumo seguirá siendo el principal motor del crecimiento y se espera que una mayor incertidumbre para el inversionista y un crecimiento más lento del crédito tengan un efecto sobre la inversión», aseguró John Litwack, economista para China del Banco Mundial.
Litwack señaló que una desaceleración en el crecimiento de la demanda mundial y mayores aranceles estadounidenses a la importación afectarán negativamente las exportaciones netas. Sin embargo, interpretó que las autoridades tienen el espacio necesario para adoptar políticas que apoyen a la economía en el ambiente actual de elevada incertidumbre.