>>Los expertos coinciden en que el gobierno uruguayo estaría “filosóficamente” de acuerdo con la propuesta de Brasil de reducir el Arancel Externo Común (AEC) en un 10%, pero que lo estarían usando como pie para pedir una flexibilización dentro del bloque ante su -cada vez más cercana- negociación comercial bilateral con China. Aunque las posiciones de Argentina y Paraguay no sean favorables, también entienden que es el momento para conseguir el apoyo de Brasil ya que, de cambiar su signo político en las elecciones del próximo año podría enfrentar su posición.
Por Ariana Vezoli | @ArianaVezoli
En los primeros días de noviembre Brasil anunció la reducción del AEC -arancel que se aplica a países extra Mercosur-, de forma unilateral. Tal como se informó en la edición del 12 de noviembre de CRÓNICAS, la medida se tomó bajo el argumento de que se buscaba reducir la inflación, según informó el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes.
Sin embargo, en la última cumbre del Mercosur, Brasil buscó respaldar formalmente su decisión de reducir el AEC en un 10%, lo que aumentó aún más la tensión entre los socios del bloque.
En el intercambio, Paraguay y Argentina accedieron a firmar la medida -aunque este último la aplicaría solamente para algunos productos y en un tiempo futuro (no inmediatamente)-, pero Uruguay mantuvo la posición que ha tenido en los últimos tres encuentros.
Para el gobierno uruguayo, este tipo de medidas deberían estar enmarcadas en un plan más amplio que flexibilice las negociaciones con países por fuera del bloque y que permita que estas puedan hacerse de forma unilateral.
Con este escenario en el bloque, Nicolás Albertoni, doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y profesor en la Universidad Católica del Uruguay (UCU), y Gonzalo Oleggini, Master of International Business y consultor en comercio internacional y logística, dieron su visión a CRÓNICAS sobre el tema. Los entrevistados coincidieron en que el gobierno uruguayo estaría de acuerdo con la propuesta de Brasil de reducir el Arancel Externo Común (AEC) en un 10%, pero que lo estaría usando como pie para pedir flexibilización ante su -cada vez más cercana- negociación comercial bilateral con China.
Desde el principio, las autoridades uruguayas han manifestado que cualquier rebaja arancelaria debería venir ligado a un «plan» de modernización o flexibilización más global, dejando clara su posición.
“Uruguay dice que no estaría mal ir por ese camino, pero sumemos a la conversación la necesidad de una flexibilidad concreta. Que en los papeles, se vería reflejada en la concreción de acuerdos por parte de alguno de los miembros”, explicó Albertoni.
Asimismo, el cambio que genera en los países vecinos esta medida no sería de mucha relevancia, consideró por su parte Oleggini. La razón es que los aranceles de los países socios se ubican entre un 12% y un 15% y, al rebajarlos en un 10%, se ubican en un 10,2% en el mejor de los casos.
“A nivel global, los aranceles promedio andan entre un 3% y 4%. Esto quiere decir que el Mercosur, aún con esta rebaja, sigue estando muy lejos de lo que sucede en el mundo”, argumentó el consultor.
En otra perspectiva, el distanciamiento que existe entre los cuatro países viene creciendo y, aunque se pudo ver profundizado en la última cumbre, los entrevistados coincidieron que es algo “normal” o “esperable” dadas las diferencias tan marcadas.
“En un bloque con países tan diversos y cambiantes, este tipo de tensiones y posiciones diferentes son parte de la vida diplomática; siempre que sea en el marco de cordialidad”, analizó Albertoni, y agregó que en su opinión no corresponde hablar de una “ruptura”.
Sin embargo, desde el punto de vista del consultor en comercio internacional, este encuentro fue una muestra más del estancamiento que atraviesa el bloque desde hace varios años.
Recordó que siendo que las cumbres se realizan cada seis meses, no se han visto avances en las últimas tres, lo que en total comprende un año y medio.
En este sentido, para Oleggini, el gobierno uruguayo lo que hizo fue “poner sobre la mesa” su necesidad de negociar con terceros porque no se ven avances.
“Lo único que pasa en el Mercosur es el tiempo”, afirmó Oleggini.
Al evidenciar esta situación, Uruguay queda en un lugar como de “padre” del bloqueo, sin tener intención de ello. “La situación de Mercosur en estos últimos dos años es la misma que hace tres lustros”, apreció Oleggini.
En suma, su incansable búsqueda de un avala formal para negociar con terceros lo lleva a tensar más las relaciones.
“Uruguay está buscando que el Mercosur le habilite de manera formal la negociación con terceros, y eso no lo va a hacer nunca porque, obviamente, contradice en este caso la decisión 32/00 y también va en contra del espíritu inicial del Mercosur y las negociaciones en conjunto”, argumentó Oleggini.
Cabe recordar que la Resolución 32/00 del Mercosur expresa que las negociaciones con países externos a la región del bloque se hacen de forma conjunta, no de forma individual.
En esta oportunidad, también tomó gran influencia la ausencia de propuestas de parte de Argentina y Paraguay, de lo que se concluye que se podrían haber dado otras conversaciones si, además del apoyo a Brasil, tuvieran intereses propios a los que defender, como sí lo hizo Uruguay.
Más allá de haber aceptado la moción propuesta por Brasil, Argentina y Paraguay mostraron algunas excepciones en su ámbito nacional. Entonces, de aplicar la medida, los entrevistados no avizoran ninguna afectación económica para Uruguay ya que las relaciones comerciales con Argentina están reducidas al mínimo, pero no así con Brasil.
“Uruguay se muestra sólido y consistente en su postura y los otros países socios están en su derecho de compartirlo o no. Eso no quita que cada parte quiera seguir poniendo su posición sobre la mesa hasta llegar a acuerdos”, defendió Albertoni.
Además, el profesor de la UCU alegó que el clima preelectoral que se vive en algunas regiones -como en Brasil que tendrá elecciones nacionales en octubre del próximo año-, hace que este tipo de debates se vivan con más “efervescencia” y los actuales gobernantes actúen en base a lo que pueda pasar en ese sentido. “Le reduciría un poco la grandilocuencia del hecho”, minimizó el especialista.
El momento es ahora
De todos modos, con las elecciones de Brasil a la vuelta de la esquina, los especialistas consideran que una negociación de flexibilización se debería hacer ahora ya que, de cambiar el signo político en el vecino país, cambiaría también su posición ante la visión aperturista de Uruguay.
“En este tipo de cosas el timing político regional es muy importante. Si las elecciones de Brasil cambian su signo ideológico -o sea, que vuelva Lula-, va a ser muy difícil que Uruguay pueda negociar. El acercamiento ideológico entre los gobiernos de Uruguay y Brasil hay que aprovecharlo ahora”, relacionó Oleggini.
En contraste, las declaraciones que hizo el embajador Pedro Miguel da Costa e Silva, Secretario de Negociaciones Bilaterales y Regionales en las Américas, generaron incertidumbre en cuanto a la postura que pueda tomar Brasil.
El embajador se refirió a la posición de Uruguay como un “bloqueo al Mercosur” en medios internacionales, lo que para Oleggini son “necesidades de definiciones diplomáticas que los países tienen que hacer”.
Asimismo, Albertoni percibe que la postura aperturista de Brasil vino para quedarse y no cree que -incluso en horizontes electorales-, vaya a cambiar demasiado la economía política. Además que, de alguna forma, el gobierno de Bolsonaro está buscando equilibrios porque ve en el horizonte una elección que va a ser muy reñida. “El argumento es que hoy en día la excepción es la regla al Mercosur. Nadie puede sacar la bandera de reglamentarista”, alegó el especialista.
Consultados por el futuro del bloque, los entrevistados ven un punto bisagra en octubre de 2022. En este sentido, lo que no se haga hasta esa fecha -ya sea por el lado de un sinceramiento con la situación que atraviesa, o concreción acuerdos en el caso de Uruguay sin tener demasiado «ruido» en el bloque-, es difícil avizorar que surja después.
“Hay evidencia clara de que el mundo fue hacia otro lado y no siempre tenemos que cruzar la calle todos juntos. Yo creo que es clave ver como positiva la insistencia de un país como el nuestro en avanzar hacia la flexibilidad del bloque. Y eso implica riesgos”, concluyó Albertoni.
Los analistas coinciden en que el bloque seguirá denominándose como unión aduanera, pero desde el punto de vista práctico -cuando Uruguay avance en el acuerdo con China-, terminará por volver a su situación inicial, que fue una zona de libre comercio.
“Es hora de empezar a ver la otra parte del mundo, que es la que más oportunidades de aumentar el comercio traería”, subrayó Oleggini.
“Diálogos para un Uruguay global”
Recientemente, el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), publicó el libro “Diálogos para un Uruguay global”, que materializa un proyecto de entrevistas a diversos actores vinculados al tema de la inserción internacional, quienes expresaron sus puntos de vista sobre hacia dónde debe caminar Uruguay en la materia y el rol del Mercosur.
Aprovechando el diálogo con uno de los autores y coordinador del libro, CRÓNICAS consultó a Nicolás Albertoni acerca del mismo. “Aparece el Mercosur como algo central de un debate que va a haber que resolver tarde o temprano”, resumió.
El especialista explicó que, si bien el libro no cuenta con una validez estadística, el grupo trató de buscar la mayor cantidad de opiniones, superando las 20 voces que el autor definió como “bien diversas vinculadas a la inserción del país; algunas del ámbito académico, empresarial, y otros más políticos”.
La opiniones están divididas entre una pequeña porción, inferior al 5%, que cree que lo más importante es ahondar en las relaciones regionales; otra que considera que la apertura al mundo es importante pero se debe ser cauto en el camino a ello, la que es un poco mayor al 10%. Por otra parte, un porcentaje mayor al 80% respalda completamente lo que se ha ido haciendo en el camino de la apertura al mundo, ya que sería tomar una decisión proactiva, a consciencia de que eso implica algunos riesgos inmediatos.
“Algo interesante sobre lo que dicen en sus opiniones es que primero está la competitividad para después abrirnos al mundo. Y yo creo que es al revés, la apertura al mundo promueve los caminos de competitividad. Un país cerrado difícilmente tenga debates competitivos puros o fructíferos, porque siempre va a estar pensando en sí mismo. Si no hay un ejemplo concreto de apertura, es decir, Uruguay abriéndose con China, es muy difícil medir las vulnerabilidades. Hay algo ya ganado en materia de debate en este tema: es habernos sincerado por lo menos domésticamente”, relató Albertoni