El pasado miércoles 21 de febrero, la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, realizó una presentación a la que tituló “Situación Fiscal y Perspectivas Macroeconómicas del Uruguay”, y expuso un balance sobre el desempeño de la economía uruguaya en los últimos cuatro años de gobierno. Deborah Eilender y Nicolás Cichevski, economistas consultados por CRÓNICAS, coinciden en que la situación fiscal actual es mejor a la que dejó la última administración del Frente Amplio.
La presentación abarcó los datos del 2023 junto con el cierre de año, la presentación de los datos fiscales y las proyecciones de los datos macroeconómicos para el 2024. Arbeleche remarcó el cumplimiento de su administración en cuanto a las metas fiscales propuestas, fue crítica con la administración anterior en materia económica y contrastó datos del 2019. Declaró, además, que el ministerio “no se comió el aumento de ingresos”, porque el aumento del gasto fue “prudente” y “cuidando el dinero de la gente, algo que no se veía antes”. Además, destacó mejoras en el salario real y aumento de los puestos de trabajo.
Los datos presentados fueron rápidamente replicados en los medios de prensa, encendiendo el debate entre dirigentes políticos, economistas y la opinión pública en general. Tal como explicó Deborah Eilender, economista e investigadora en el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), la polémica suele darse porque “hay varias formas de interpretar el mismo dato”, más allá de los tintes políticos.
Por ejemplo, el MEF toma como referencia el déficit estructural, que pasó de 4,5% en 2019 al 2,7% en 2023. Este índice aísla los gastos extraordinarios, por ejemplo, el gasto por la pandemia de covid-19 o la emergencia hídrica. Por más que son gastos contabilizados y entran en los resultados del déficit fiscal efectivo, “no son gastos que vayan a continuar en el tiempo”. Sin embargo, “hay economistas que prefieren ver el resultado fiscal efectivo, que también mejoró pero ha sido leve”.
Déficit y gasto
Para Eilender, la presentación fue completa. El crecimiento del 2023 fue de 0,5%, “muy magro y afectado principalmente por la sequía”, junto con una baja en las exportaciones. Aún así, “desde el 2019 se creció alrededor del 4%” y “el dato de inversión ha aumentado un 20%” en igual comparación. El resultado fiscal efectivo fue de 3,3% del PIB, “en línea con lo proyectado en la Rendición de Cuentas”, que había sido de 3,2%. La diferencia de 0,1 puntos fue explicada “por la menor inflación que hubo este año”, y demuestra “una mejora consistente a lo largo de esta administración”, gracias a las bases de la regla fiscal aplicada desde el 2020.
La regla fiscal tiene tres pilares. El primero es el resultado estructural, el tope en el crecimiento del gasto – qué tanto más puede gastar el gobierno cada año – y el tope de endeudamiento neto. “Los tres pilares se cumplieron, teniendo en cuenta que se dio una rebaja impositiva” en el IRPF y el IASS, comentó Eilender. “Este gobierno rompe un poco con la lógica de que cada vez que aumenta el gasto es necesario aumentar impuestos. Con cuentas ordenadas no sólo es posible evitar el aumento de impuestos, sino, incluso, disminuirlos. Vale la pena considerarlo para las siguientes administraciones”, valoró.
El aumento del gasto “es sostenible” más allá de factores externos. El Parlamento autorizó aumentar el tope de endeudamiento a US$ 2.600.000 a causa de la crisis hídrica, y terminó usando US$ 200.000 menos. Estos factores “ayudan a fortalecer el grado inversor que en un momento dado estaba con riesgo de perderse”. Hoy en día “estamos dependiendo de la calificadora”, pero “algunos escalones por encima del grado inversor”. Además, Uruguay “consolidó el menor riesgo país de la región y de la historia uruguaya”, explicó Eilender. La baja en la recaudación radica, para la economista, en la baja impositiva y el efecto de la diferencia cambiaria con Argentina.
Nicolás Cichevski, economista y gerente de la práctica de Análisis Económico en CPA Ferrere, consideró que las comparaciones realizadas por Arbeleche con la administración del Frente Amplio tienen sustento. “A partir del 2013, las cuentas públicas comenzaron a deteriorarse por dos factores. Primero un aumento del gasto, en buena medida de las pasividades, y un menor crecimiento de los ingresos. En 2017, se tomó la decisión de hacer un ajuste, aumentando impuestos. Para el 2019 había cierto consenso en que iba a ser necesario reducir el déficit fiscal”, repasó Cichevski. A pesar de la pandemia, los datos del 2023 “muestran que el gasto se redujo en relación al PIB 3 décimas, y los ingresos mejoraron tres décimas”, explicó.
La situación fiscal es “sin duda” mejor a la del 2019, pero “es cierto que la revisión de metas y proyecciones para 2024 refleja cierto deterioro”. Para Cichevski, “es necesario definir criterios para actualizar las proyecciones del resultado fiscal”. El cumplimiento de la regla del 2024 “es desafiante”, pero “un mejor punto de partida” para la siguiente administración, que “va a asumir con la necesidad de continuar reduciendo entre 0,5% y 1% el resultado fiscal”. En cuanto a la inflación actual de 5,09%, para el economista “no hay duda de que fue una prioridad para el Banco Central, la reducción de los niveles de inflación”, e incluso “podría bajar un poco más”. “Hoy Uruguay tiene el nivel de inflación más bajo de los 20 años, encontrándose más alineado con los estándares internacionales», remarcó.
Para el economista, “es inconducente discutir de forma general si es bueno o malo que el gasto aumente o se reduzca”. La discusión “debería girar en torno” a tres grandes ejes: Primero, cuál es el nivel de déficit fiscal que estabiliza el ratio deuda en relación al PIB, y qué alternativas tiene el gobierno para lograrlo. “Por ejemplo, la presión fiscal actual es alta y no parece razonable aumentarla, por lo que la corrección debería ser por el lado del gasto”. En segundo lugar, cómo mejorar la eficiencia del gasto actual, y finalmente, a dónde destinar los recursos generados año a año.
Proyecciones 2024
Eilender rescató de las proyecciones, que se espera un aumento en la cantidad de ocupados de 14.000 puestos de trabajo, y un crecimiento del PIB 3,5%. “Tenemos el fin de la sequía, por ende debería haber un aumento en la producción agropecuaria, en las exportaciones y también en la producción de energía eléctrica. También debería haber un aislamiento de la brecha de precios con Argentina; esperamos que este ‘turismo consumo’ disminuya. Además, tendremos un año completo con la nueva planta de UPM2 y el Ferrocarril Central funcionando a pleno. Todos estos factores deberían darle impulso a la economía para que rebote y crezca por encima del potencial”, expuso la analista. Cichevski aportó que la proyección de CPA Ferrere está alineada con la del gobierno en cuanto al crecimiento del PIB y las tasas de empleo.