Marcel Vaillant: “Sería reduccionista pensar que la negativa de Francia será lo que mate finalmente el acuerdo UE – Mercosur”

Expertos señalan proteccionismo del Mercosur en el sector manufacturero

Las protestas de los trabajadores del sector agropecuario se extendieron a las principales rutas comerciales de la Unión Europea (UE). Sumado a los descontentos en torno al recorte de subsidios, las exigencias ambientales y el aumento de los costos de producción, se agrega la negativa de Francia al acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur por la posible afectación al mercado nacional en su competitividad. Marcel Vaillant y Carlos Mazal, expertos consultados por CRÓNICAS, opinaron que las autoridades europeas están ante “un dilema” importante y que el acuerdo con el Mercosur “respira artificialmente”.

Por: Catalina Misson 

En las últimas semanas, las noticias sobre las protestas del sector agropecuario en los países integrantes de la Unión Europea (UE) inundaron la sección internacional de diferentes medios de prensa especializados. En Francia son más de 10.000 de trabajadores movilizados, y existen cerca de cien puntos de bloqueo con tractores y fardos de heno en las ocho principales rutas nacionales. Recientemente se viralizaron imágenes de camiones con mercadería extranjera siendo incendiados por agricultores franceses, y se difundieron las primeras detenciones ocurridas en enfrentamiento con el despliegue masivo de agentes policiales y vehículos blindados antidisturbios. Las manifestaciones se extendieron a Alemania, Bélgica y Países Bajos, con métodos de protesta similares. Los sindicatos de agricultores en España y Portugal, anunciaron que se unirán a la causa. 

Los principales reclamos de los trabajadores son en torno a la inflación, al aumento de costos en la energía, combustible y fertilizantes tras la invasión de Rusia a Ucrania, las consecuencias económicas del cambio climático que inundaron y quemaron cultivos, la pérdida de competitividad con los productos importados, los recortes en los subsidios al sector agrícola, y las exigencias ambientales de la UE, como por ejemplo, la reserva del 4% de la tierra arable para su regeneración. Sumado a esto, la invasión rusa afectó las rutas comerciales en el mar Negro, por lo que la UE suspendió temporalmente las restricciones a las importaciones ucranianas que hoy compiten en gran medida con los precios de la producción nacional. 

Adicionalmente, los manifestantes también se mostraron en contra del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur porque también afectaría la competitividad, por lo que el presidente francés Emmanuel Macron reiteró su oposición a un probable entendimiento comercial y pidió que se detengan las negociaciones, esperando poder discutir el asunto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en la Cumbre de la UE. La semana pasada, Von der Leyen inició un “diálogo estratégico” con las partes involucradas en el ámbito agricultor. Sin embargo, desde el ámbito privado existen señales positivas para el acuerdo. El presidente del Movimiento de Empresas de Francia, Patrick Martin, dijo para France 2: “Vamos a ir menos a China. Vayamos a Sudamérica, cuando llegue el momento”. Con la condición de que los países del Mercosur “respeten un mínimo de reglas en materia ambiental y social”, estas declaraciones significan un “sí” por parte del sector empresarial francés.

El problema del proteccionismo

Se trata de un problema multicausal y complejo, según explicó a CRÓNICAS el economista y analista internacional, Marcel Vaillant. El ministro de Relaciones Exteriores, Omar Paganini, dijo a El País hace una semana que “hay que avanzar significativamente ahora” con el acuerdo UE – Mercosur, que lleva más de dos décadas de negociaciones sin éxito, y en el último año, con especiales dificultades en el acuerdo de exigencias ambientales. Para Vaillant, los obstáculos constan en que el Mercosur es proteccionista en el sector manufacturero, y la UE es proteccionista en la agricultura, lo que “genera problemas de economía política”. Añadió que otro problema del “sobreproteccionismo”, es que resulta en sobreproducción, y esto crea “daños irreparables en el medio ambiente». En la opinión de Vaillant, esta situación “pone en jaque” al proyecto europeo, “sobre todo por las consecuencias políticas que tiene en ciertos liderazgos antieuropeos”, y la imagen de la Comisión de la Unión Europea se verá “obviamente” deteriorada. Ante esto, Europa “tiene un dilema”, porque idealmente pretende aplicar políticas medioambientales más restrictivas, recortar los subsidios a la agricultura, bajar la intensidad de la producción agrícola, y mantener una libertad de compra, pero “claramente tiene un balance contrario desde dentro”. 

Carlos Mazal, politólogo y asesor del directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, dijo a CRÓNICAS que los agricultores europeos “están acostumbrados a una buena vida, a trabajar poco, hacer lo que se necesite para mantener los precios altos y no tener competencia”, cosa que puede ofrecer el Mercosur. Una gran suma del dinero europeo es destinado hacia la Defensa y las guerras en el continente, así como en acciones para mitigar el cambio climático, lo que genera recortes. “Ellos ven que se les acaban los privilegios, y son fuertes políticamente porque tienen representantes en el Parlamento. El 70% de los 55.000 millones de dólares de la política agrícola común van directamente a pagarle a los agricultores en subsidios, entonces lo ven como el fin de un estilo de vida que para nosotros es difícil entender”, analizó. 

El acuerdo, ¿vive?

Vaillant aseguró que, en general como en el caso europeo, el intento de disciplinar las políticas ambientales a través del comercio “es una política nociva que tiende a erosionar las reglas mundiales de comercio internacional”. Aún así, sobre la adenda en desarrollo sostenible propuesta por la UE, “Uruguay podría firmar en marzo, mañana o ayer” porque se trata de un país que “tiene historia en políticas de mitigación” de la contaminación, que implementó cambios en su matriz energética, que en estándares laborales “no está alejado de lo que se pide” y que “no tiene nada para deforestar”. 

Aportó que sería reduccionista pensar que la negativa francesa sea lo que mate finalmente el acuerdo, y “de mirarnos el ombligo” razonar que el problema europeo pasa por el Mercosur. El acuerdo podría “sacrificarse” en caso de ser necesario, y en este contexto, “se trata totalmente de un tema de segundo orden”. Además, piensa que de parte de algunos países del Mercosur “no hubo tanto interés” de concretar. “El interés se manifiesta cuando se sabe que del otro lado hay un problema, pero cuando se está para definir, siempre alguno se quiebra. Por un lado, Brasil con sus demandas en el tema de compras, su nueva política industrial reforzando su proteccionismo. Por otro, Argentina que cambia la retórica, pero que en los sustantivos mantiene su subordinación estratégica con Brasil y que incluso aplica un política de corte anticomercial, como el incremento del impuesto país y el incremento en las retenciones. El ambiente no es muy propicio para que esto prospere”, reflexionó.

Agregó que la Unión Europea “tampoco estaba muy entusiasmada”, porque mandó las recomendaciones sobre sostenibilidad “en una negociación que ya estaba terminada”. Sobre esto, Mazal adicionó que, más que una sugerencia, fue “una suerte de amenaza” con plazos, obligaciones y sanciones. “Es como escribir una carta sabiendo que te van a contestar que no”, razonó. El politólogo piensa que “el mundo está siendo impactado por una globalización sin liderazgo”, donde “no hay nadie en quien creer”, y que si bien el acuerdo todavía no está muerto, “está respirando artificialmente”, además de que las exigencias ambientales que Brasil rechaza fueron “una magnífica excusa”, que probablemente no se acatarán.

El analista Vaillant se mostró especialmente crítico con el “juego diplomático político” que busca asignar culpas en los fracasos de acuerdos. Apuntó que durante este largo proceso, se han generado expectativas sin sustento real. “Todos los actores involucrados, hace años que a lo único que se dedican cada ciclos de tres o cuatro años, es decir ’ahora vamos a firmar el acuerdo’. Incluso puede ocurrir que en febrero, en la próxima conferencia de la OMC, hagan algo parecido a lo que se hizo en mayo del 2019 en Bruselas y digan que los negociadores firman para tener un titular de prensa”, remarcó. A su parecer, la única posibilidad real de que el acuerdo se firme es “que se bilateralice desde la propia firma del acuerdo” y que “los países pequeños con menos objeciones lo puedan firmar” para que luego se desarrollen los incentivos correspondientes y que el resto de países firmen. 


El rumbo de la cancillería 

Vaillant cree que la cancillería uruguaya no es un actor de primer orden si se es objetivo. Su postura es que Uruguay hizo bien en buscar lo que no ha conseguido, que es establecer una negociación bilateral propia y recuperar la autonomía de la negociación con terceros en el Mercosur. “La intención es la adecuada, la orientación estratégica es la que el país tiene que seguir, que este gobierno estableció, pero que los gobiernos anteriores también siguieron”. Lo “fundamental”, en su opinión, es que el país logre el ingreso al Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (Cptpp). Vaillant destacó que Uruguay “ha llevado bastante bien” lo referido a las relaciones bilaterales con Brasil y que espera que suceda algo similar con el nuevo gobierno argentino con el anuncio del dragado del canal de acceso al puerto de Montevideo a 14 metros. Mazal, por su parte, dijo que apoya la cancillería en un 100% desde la llegada del nuevo ministro Paganini. “Sé que suena fuerte, pero creo que nos habíamos rezagado en algunos temas, como el no apurar el tema del Cptpp, que nadie entiende por qué se demoró el exministro Bustillo en entregar la carta”, expresó el politólogo. Agregó que se está haciendo lo posible para cumplir con los requisitos que exige el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT), que es “a la medida nuestra”. Como autocrítica, observó que “se necesita un poco de disciplina interna, de sentirse obligados a cumplir con plazos y mejorar la productividad”.