Aunque con heterogeneidades, América Latina mostró una mejor respuesta frente a las turbulencias financieras y económicas de los últimos años, debido a la aplicación de “reformas estructurales” que permitieron la mejora del escenario macroeconómico de los países, según se concluyó en una mesa redonda realizada en el marco de la 21 Conferencia Anual de la CAF, Banco de Desarrollo de América Latina. Advirtieron respecto al “riesgo tecnológico” que implica la automatización del trabajo, aunque aclararon que “esto no es un panorama negro”.
El evento denominado “América Latina después del auge de los productos básicos: ¿desafíos antiguos, estrategias nuevas?”, se realizó en Washington DC y participaron del mismo, el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Mario Bergara; Pablo Sanguinetti, director corporativo de Análisis Económico y Conocimiento de la CAF; Jorge Familiar, vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial; y Santiago Levy, vicepresidente de Sectores y Conocimiento, Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En términos generales todos coincidieron en el mejor desempeño de la región frente a las turbulencias internacionales, respecto a situaciones similares del pasado, atribuyéndolo fundamentalmente a la mejora del entorno macroeconómico de los países. De todas formas, advirtieron que al interior del continente existe mucha “heterogeneidad” de comportamientos.
Bergara destacó que en el caso de Uruguay en los últimos años se llevaron adelante “reformas estructurales” que implicaron un nuevo esquema en las reglas de juego, y que le permitieron al país continuar creciendo pese a que nuestros vecinos mostraban fuertes caídas de la actividad.
El funcionario señaló que la coyuntura económica internacional muestra una situación de tranquilidad financiera, tendencia al crecimiento, baja volatilidad, y mercados “exuberantes”. Sin embargo, opinó que cuando todo está tan tranquilo: “a mi me corre un frío por la espalda”. De esta forma, llamó a estar alertas ante los riesgos que pueden llegar desde el terreno financiero.
Sanguinetti por su parte, destacó el mejor desempeño de la economía latinoamericana respecto a lo vivido en crisis del pasado, destacando la mejora de las políticas macroeconómicas de los países y fundamentalmente la aplicación de un tipo de cambio flexible que permitió absorber los grandes shocks internacionales.
Jorge Familiar dijo que “hay buenas noticias en la región” y explicó que “la estabilidad macroeconómica es un factor bien importante” para lograr que América Latina haya dejado atrás el escenario de recesión y esté retomando el crecimiento. Asimismo, valoró que si bien la mejora de los indicadores sociales se redujo, “vemos que no se revirtió”, lo que a su entender, también es una buena señal. Destacó que el capital humano de la región tiene un gran potencial a futuro, y entre los aspectos a atender, mencionó la necesidad de mejorar la infraestructura dentro de “entornos fiscales más apretados”. Teniendo en cuenta esa realidad, instó a “atraer a actores del sector privado” para participar en este tipo de proyectos. Por último, hizo un llamado a “promover más comercio en un mundo que está tornándose más proteccionista”.
La visión más pesimista de la mesa fue la que dio Santiago Levy. El jerarca del BID subrayó la estabilización del crecimiento económico y de los precios de los commodities en un contexto internacional “razonable”, pero aseguró que “el crecimiento en general en la región es bastante mediocre”. Explicó que ese “crecimiento mediocre no es por falta del manejo macroeconómico”, sino que lo atribuyó a los problemas de falta de trasparencia y corrupción en algunos países, que generan descontento social y evitan la aplicación de reformas estructurales para las economías. En particular, hizo referencia a Brasil y a México, aunque también puso en la bolsa a Chile y Colombia. Detalló que los gobernantes “no logran generar confianza” en la población, por lo que no se puede construir un modelo de crecimiento como Nación. “Si los estados no se reforman para ganarse a la ciudadanía, va a ser difícil crear el ambiente para crear los cambios”, opinó.
Riesgo tecnológico
Otra alerta mencionada por Bergara en su disertación y que también fue abordada por los otros expositores, fue lo que denominó como “riesgo tecnológico”. A su entender, las nuevas tecnologías van a generar fuertes transformaciones en la estructura productiva, en la forma en la que se conciben los trabajos, y también será un desafío importante para los estados, que -a modo de ejemplo- deberán reacomodar su estructura impositiva.
“Es un desafío muy relevante para los próximos años, que también pega en los sistemas educativos”, señaló Bergara, para quien la educación debe cambiar el foco: “información no precisamos, está todo acá”, dijo señalando a su celular. “Hay que ver cómo preparamos a los jóvenes”, agregó el jerarca, argumentando que se requiere de inculcar “capacidades técnicas y fundamentalmente capacidades de adaptación”.
Por su parte, Sanguinetti valoró que el “problema de la automatización ha estado sobredimensionado” fundamentalmente por los medios de comunicación, aunque advirtió que ello no quiere decir que no se deba reflexionar al respecto. A su entender, la nueva economía colaborativa, por su escala mundial, va a servir como generadora de nuevas oportunidades.
Bergara coincidió que “esto no es un panorama negro”, pero insistió en que el cambio va a transformar la forma de trabajo, de la jornada y lugar físico de trabajo, lo cual también afectará a los colectivos sociales e implica “un desafío muy importante”. “Se deberán aplicar políticas públicas y de capacitación” para evitar que haya una generación que quede por fuera de este nuevo mercado de trabajo.
Sin embargo, el jerarca uruguayo opinó que “en el mundo capitalista alguien vende y alguien compra” por lo cual, el proceso de automatización de trabajo “tampoco puede ser de desequilibrio”.
Estimó que seguramente haya a futuro una reducción de las jornadas de trabajo y políticas públicas orientadas a reducir la desigualdad, como podría ser la aplicación de una renta básica universal. No obstante, aclaró que “eso no quiere decir que mañana salgamos a repartir plata, con los problemas fiscales que tenemos”.