La agencia destacó la solidez institucional y de gobierno, así como las perspectivas de un mejor desempeño del crecimiento de la economía y el compromiso fiscal de las autoridades. Si bien interpreta que la sequía “pesará sobre la actividad económica en el corto plazo”, Moody’s prevé que el crecimiento del PIB supere la tasa observada antes de la pandemia en los próximos años.
La agencia de calificación crediticia Moody’s Investors Service reafirmó el grado inversor de Uruguay, al mantener la calificación de “Baa2”, un escalón por encima del umbral de grado inversor. Sin embargo, cambió la perspectiva de la misma de “estable” a “positiva”, según anunció a través de un comunicado.
Para tomar esa determinación, se destacaron dos “factores claves”. En primer lugar, la solidez institucional y de gobierno, que permitió brindar “una respuesta de política efectiva a los shocks, fortaleciendo los marcos de política y brindando un historial de implementación exitosa de la política fiscal”. En segundo lugar, indicó que “las perspectivas de un mejor desempeño del crecimiento y el compromiso continuo con la regla fiscal, respaldarán una reducción de la carga de la deuda del gobierno”.
En tal sentido, Moody’s señala que la perspectiva de la calificación espera que se mantengan las reformas que han fortalecido los marcos de la política fiscal y monetaria, contribuyendo a mejorar el perfil crediticio del país. Asimismo, sostiene que una tendencia de inversión más sólida a futuro podría respaldar el crecimiento económico, facilitando la consolidación fiscal y mejorando los niveles de deuda en los próximos años.
“Factores clave”
Al analizar los factores clave, sobre el primero de ellos el comunicado de Moody’s detalla que a partir de 2020 el actual gobierno implementó reformas en el marco fiscal, estableciendo un objetivo de déficit estructural, un tope de gasto y un techo a la deuda neta. En tal sentido, subraya que en los últimos tres años el país “construyó un historial de cumplimiento de la regla fiscal y aumentó la credibilidad de la política fiscal”. “En 2022, el déficit estructural fue del 2,4% del PIB, por debajo del objetivo del 2,6%; el crecimiento del gasto primario real fue del -0,5%, por debajo del límite del 2,1%; y el endeudamiento neto fue de US$ 1.800 millones, por debajo del objetivo de US$ 2.100 millones”, describe la agencia. En tal sentido, se espera que el gobierno siga cumpliendo con las metas, llegando a un déficit fiscal estructural de 2,5% del PIB este año y manteniendo estable el endeudamiento.
Asimismo, se elogia la reciente aprobación de la reforma de la seguridad social, que “respaldará la sostenibilidad fiscal, estabilizando el gasto en pensiones como porcentaje del PIB a largo plazo”.
“Las reformas estructurales recientes respaldan la evaluación favorable de Moody’s sobre las instituciones y la fortaleza de la gobernabilidad de Uruguay, que se ubica por encima de la mediana de sus pares calificados como Baa”, resalta el informe.
En cuanto al “segundo impulsor”, Moody’s señala que la sequía “pesará sobre la actividad económica en el corto plazo”, pero aun así estima que el crecimiento del PIB supere la tasa observada antes de la pandemia en los próximos años. Además, sostiene que el impacto económico de la sequía se verá parcialmente compensado por el aumento del turismo y la producción de celulosa por el lado de la oferta, y un fuerte consumo privado por el lado de la demanda.
La agencia espera un crecimiento anual promedio del 2,7% en 2024-2025, en comparación con poco menos del 1% previo a la pandemia.
En cuanto a la deuda del gobierno, se espera que disminuya y se estabilice en torno al 55% del PIB durante los próximos dos a tres años desde el 61% en 2021. “La gestión eficaz de los pasivos ha mejorado el perfil crediticio del soberano reduciendo los riesgos de interés y refinanciamiento al extender el vencimiento promedio y aumentar la participación de la deuda a tasa fija”, destaca.
Los deberes
En su comunicado, la agencia Moody’s señala que la calificación crediticia soberana de Uruguay podría mejorar a futuro si el gobierno continúa cumpliendo con las reglas fiscales que conducen a estabilizar la carga de la deuda. En tal sentido, sostiene que un desempeño de crecimiento mejorado y sostenido, respaldado por un repunte constante en la inversión privada, también respaldaría la mejora de la calificación.
Por el contrario, la perspectiva de la nota podría volver a ser estable si surgen presiones fiscales renovadas debido a la reversión de las reformas fiscales recientes o si los pasivos contingentes relacionados con el sistema bancario se materializan y requieren apoyo soberano. Asimismo, advierte que el regreso de tasas de crecimiento persistentemente bajas también presionaría a la baja el perfil crediticio del país.