Mujeres son las más golpeadas por la crisis económica y “deben estar en el centro de la reacción”

Informe > Menor participación femenina en el mercado laboral cuesta 13% del PIB per cápita de Uruguay 

Foto: Pixabay

La menor participación de las mujeres en el mercado laboral puede generar una pérdida del PIB per cápita de Uruguay a largo plazo de hasta un 12,92%, lo que equivale a unos US$ 2.100 por persona, según analiza un informe del Banco Mundial (BM). Lourdes Rodríguez-Chamussy, Economista Senior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad del organismo, dijo en diálogo con CRÓNICAS que la pandemia amplió las brechas de género ya existentes. “Las mujeres están sintiendo los efectos más intensos de la crisis económica que trajo la pandemia, y por lo tanto deben estar más en el centro de la reacción”, expresó.

Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl

Prácticamente la mitad de las mujeres en edad de trabajar no participan del mercado laboral (no tienen empleo ni lo buscan) y de las que sí participan, la mayoría se enfrenta a diversos “techos de cristal”. Ganan menos que los hombres por igual tarea y tienen menos probabilidad de ocupar cargos gerenciales. Tienen menor probabilidad de seguir carreras en ciencia y tecnología (mejor remuneradas). Por el contrario, los trabajos no remunerados en el hogar y en los cuidados siguen estando en forma abrumadora en manos de mujeres. El embarazo adolescente está por encima de otros países de la región, hay una baja representación femenina en el parlamento y una alta prevalencia de violencia de género. Resulta especialmente preocupante el indicador de violencia por parte de la pareja íntima, con casi una de cada dos uruguayas habiendo experimentado en su vida alguna forma de violencia por parte de su pareja o expareja.

Estos datos forman parte del informe “Jugar un partido desigual. Diagnóstico de Género en Uruguay”, elaborado por el Banco Mundial (BM), donde se realiza “un mapeo” de las brechas que existen entre hombres y mujeres y sus impactos sobre la economía.

De acuerdo al estudio, las pérdidas de producción per cápita pueden ser equivalentes al 11,82% en el corto plazo, y aumentar en el largo plazo a un porcentaje estimado en 12,92%. Ello implicaría que el PIB per cápita podría incrementarse en US$ 2.100.

Lourdes Rodriguez-Chamussy Economista Senior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad del BM, dialogó con CRÓNICAS sobre las principales conclusiones del documento, así como las respuestas que a su entender se debería dar desde el sector público y la sociedad.

Lourdes Rodríguez-Chamussy Economista Senior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial

-¿Cuáles son las principales conclusiones del informe?

-Este informe, al que llamamos diagnóstico, lo podemos definir mejor como un mapeo de las brechas que existen en Uruguay. A pesar de que se ha recorrido un camino y se ha avanzado a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, queremos mapear cuáles son esas brechas existentes y su significado para la sociedad. Ahí llegamos a tres hallazgos importantes. Uno, que hay una desigualdad importante en la participación de las mujeres en el mercado laboral; en emprendedurismo, como gerentes, pero también simplemente como trabajadoras remuneradas. Solo la mitad de las mujeres uruguayas participan en el mercado laboral, mientras que los hombres andan cerca del 73%. Esa es una brecha muy importante. A pesar de que Uruguay en muchos temas, como la desigualdad, siempre está en los primeros lugares, todavía le queda este asunto pendiente. El segundo (hallazgo) es que aquellas que participan, aún les quedan brechas muy importantes; ganan un 31%  menos que sus contrapartes hombres por el mismo trabajo. Además, hay mucha segregación. Las mujeres no participan al igual en carreras mejor remuneradas, o que tienen mayor proyección hacia el futuro – ingeniería, ciencia y tecnología-. Entonces, cuando participan, hay brechas. Y el tercer hallazgo es que esto no solo afecta a las mujeres, a sus familias, sino a la sociedad entera. Le cuesta el equivalente del 13% del PIB. Básicamente, si cerramos esa brecha, la economía del Uruguay sería 13% más grande.

-¿Estas diferencias se acrecientan en los casos de mujeres madres?

-Se estima que una mujer que fue madre hace 10 años hoy tiene un sueldo hasta 40% menor que el de su contraparte mujer que no tuvo hijos. Cuando tienen hijos siendo menores se acrecienta la no participación, y a lo largo de la carrera implica una penalidad en término de sus ingresos laborales.

“Se estima que una mujer que fue madre hace 10 años hoy tiene un sueldo hasta 40% menor que el de su contraparte mujer que no tuvo hijos”.

-¿Dónde están las principales causas de la menor participación en el mercado laboral?

-Hay una gama amplia de desventajas. El diagnóstico identifica dos restricciones, dos obstáculos, que en el caso de Uruguay son los más salientes. Uno, las dificultades para combinar hogar y trabajo. Sobre todo para familias con hijos pequeños, las tareas de cuidado y la combinación del trabajo remunerado, la sobredemanda que las mujeres tenemos en términos del tiempo para atender las tareas del hogar y el trabajo remunerado.

La otra gran barrera es la segregación ocupacional. Detrás de esto hay muchas cosas y se van gestando desde la educación, desde los sesgos de la sociedad, de qué carreras o actividades son para mujeres y cuáles no, y que van gestando esa invisibilidad de los obstáculos. Parece que si no hay una ley que te dice “no puedes participar” –como todavía hay en algunos países-, entonces hay total libertad, y no. Ahí hay una barrera muchas veces invisible, que va determinando los caminos y que se refleja en esa segregación.

– Si bien es un problema general, hay factores que agravan el problema…

-Definitivamente. Hay grupos más vulnerables dentro de las mujeres. Hay desigualdades entre hombre y mujer, pero también dentro de las mujeres algunas enfrentan muchas más barreras. Por ejemplo, las mujeres con ascendencia afro son las que tienen mayor probabilidad de enfrentar el desempleo o de estar en trabajos vulnerables porque son informales. Sus obstáculos son más grandes. Hogares donde solo hay mujeres adultas con niños menores son los que enfrentan la mayor probabilidad de estar en pobreza. Es tres veces más probable.

“Parece que si no hay una ley que te dice ‘no puedes participar’ –como todavía hay en algunos países-, entonces hay total libertad, y no. Ahí hay una barrera muchas veces invisible, que va determinando los caminos”.

-¿Cómo se encuentra Uruguay en la comparación regional?

-En términos de la participación de las mujeres y de la brecha con los hombres Uruguay no está entre los primeros lugares. Sorprende mucho ver que Perú tiene mayor participación de mujeres, o Paraguay, y también con otros pares fuera de la región, como Nueva Zelanda o  Australia, donde la participación de las mujeres es mucho más alta. Uruguay es el país con menor inequidad de ingreso, (…) es un país menos desigual. Pero no en términos de desigualdad de hombres y mujeres. Ahí hay un camino que se puede recorrer.

-¿La pandemia amplificó este problema?

-Definitivamente. La pandemia pone un riesgo de ensanchar las brechas que ya existían. Las mujeres siempre han tenido una tasa de desempleo mayor que los hombres en Uruguay, y esta es una brecha que la pandemia puede agravar. Si vemos los meses después del inicio de la pandemia, el desempleo entre los hombres va bajando, pero el de las mujeres no. También amenaza con revertir los logros que se habían tenido. Por ejemplo, no con datos de Uruguay, pero sí de la región y el mundo, la violencia de género perpetrada por la pareja es un área donde vemos que países que habían hecho un camino para bajar la incidencia, dada la pandemia han retrocedido. Definitivamente este es un momento para hablar de estas desigualdades porque la pandemia las hace visibles, las pone de realce. Las mujeres están sintiendo los efectos más intensos de la crisis económica que trajo la pandemia, y por lo tanto deben estar más en el centro de la reacción. Cuando pensamos en cómo se va a recuperar la economía, es importante pensar en las mujeres que trabajan mucho en servicios, en turismo, sectores que se han visto muy afectados.

-Aunque ha cambiado paulatinamente, está muy arraigado culturalmente el rol de la mujer en los cuidados y en las tareas no remuneradas del hogar. Por otra parte, hay empleadores que prefieren contratar hombres porque «no se embarazan» ¿Cómo se puede cambiar esos aspectos culturales para fomentar la contratación de mujeres y que tengan igualdad al momento de ser seleccionadas?

-Uno de los principales factores es pensar en el balance involucrando a los hombres. En muchos países eso se ha visto. También se puede ver la otra cara de la moneda. El hombre se está perdiendo de hacer ese lazo con el recién nacido, con el hijo pequeño, está perdiendo tiempo; el hijo mismo pierde esa convivencia con el padre. O cómo balanceamos de manera que no sea proveer flexibilidad para las mujeres, sino proveer flexibilidad para los hogares y que los hombres estén involucrados en esas tareas. Por ejemplo, ver hombres que se levanten de una reunión y digan “terminamos por acá, porque tengo que ir a buscar a mi hijo al colegio”. Es decir, ese tipo de cosas que todavía no vemos tanto y es por donde empieza la desigualdad. Por supuesto que también hay retos de políticas públicas, de acceso a esos espacios de cuidado, que las leyes realmente cumplan en términos de la no discriminación a la hora de contratar hombres o mujeres, pero creo que un paso muy importante es involucrar a los hombres en los segmentos donde se precisa balancear más.

-Para mejorar la participación de mujeres en carreras como ingeniería, ¿se requiere de un trabajo que comience en la niñez para hacer que materias como matemática o física no sean solo «cosas de varones»?

-Definitivamente. Uruguay no es el único caso. En muchos otros países lo hemos visto. Hay que empezar desde la primera infancia con los sesgos que van empujando, haciendo que lo que se espera de una mujer sea distinto a lo que un hombre puede desempeñarse. Lo hemos visto -por ejemplo- en cambiar los juguetes que se regalan. ¿Por qué siempre ven a la niña en el rol de madre y cuidadora, y el niño el científico, ingeniero o bombero? Eso empieza en edades muy tempranas. En el sistema educativo se debe trabajar rompiendo esos sesgos y luego -ya en el ámbito profesional específicamente- esa esfera del ambiente laboral, las prácticas dentro del trabajo, los horarios, mayor flexibilidad. El informe trae estos datos en términos de cuántas mujeres entran a la universidad. La brecha de participación en la matrícula está a favor de las mujeres en todos los niveles. En la Universidad de la República, el 63% de las matrículas son de mujeres, pero si vemos en ingeniería es solamente el 23%. Es el resultado de toda esa trayectoria de vida, donde confluyen los efectos de políticas, de sesgos, de cultura, la sociedad y la cultura laboral.

-¿Que se puede hacer desde el sector público?

-La política pública es muy transversal. Esto es competencia de educación, de trabajo. Cuando vemos las competencias que se necesitan viendo hacia el futuro, la política pública puede hacer una igualación; las políticas de protección social en maternidad y paternidad. Hay muchas áreas de entrada y la primera es la financiación; está el interés en cerrar brechas, y después hay que poner recursos en muchas áreas para avanzar a esas soluciones. Una de las contribuciones del informe es tratar de traer a la conversación qué beneficios tiene reducir la brecha de género. Muchas veces una sociedad se queda entrampada en estas discusiones, porque piensa en cuánto va a costar poner en práctica estas políticas. Pero hay que ver también qué beneficios trae, sobre todo en momentos que tenemos las finanzas públicas bastante cortas y los recursos tienen muchas demandas por varios lados. Este dato, de que la economía se hace más grande, quizás pone en perspectiva qué inversiones necesitamos, que nos reditúa en crecimiento y productividad, hoy y a futuro.


#MujeresUruguay: “Una voz más”

Rodríguez-Chamussy enfatizó que el BM busca ser “una voz más en esta conversación”, y en tal sentido reconoce el aporte que otros organismos e instituciones de la sociedad civil han realizado sobre el tema.

Señaló que “la contribución” del BM en la discusión es la de poner de realce “los mayores beneficios” que podría traer la reducción de las brechas de género, sobre todo el conjunto de la economía y no sólo sobre las mujeres.

En este marco, es que el BM lanzó una campaña a través de redes sociales bajo el hashtag #MujeresUruguay que incluye un video en la plataforma de YouTube (#MujeresUruguay-YouTube) donde mujeres referentes de diversos ámbitos ponen su imagen para visibilizar esos datos a través de diversos testimonios.