El expresidente del Banco Central del Uruguay (BCU) y Dr. en Sociedad de la Información y del Conocimiento, Ricardo Pascale, es uno de los principales actores de la agenda económica que han puesto sobre la mesa la innovación y el crecimiento a largo plazo. Tras ser consultado por CRÓNICAS, se explayó en un análisis en el que conglomeró factores como la generación de conocimiento, la aversión al riesgo por parte de agentes económicos y la tasa de crecimiento potencial “muy baja” que tiene el país.
Hasta mediados del siglo pasado, cuando se preguntaba por qué crecía un país, se nombraban tres factores fundamentales: por el capital, por el trabajo que se incorporaba a los procesos y por los recursos naturales que el país podía tener.
El tiempo avanzó y la ciencia también lo hizo, y lo que quedó claro es que el conocimiento pasó a ser el gran factor que alimenta y explica el crecimiento de un país.
Posteriormente se observó que el crecimiento, según el economista estadounidense Robert Solow, era un factor exógeno al sistema económico. Ante esto, distintos autores, en particular Paul Romer, explicaron que el conocimiento no solo podía ser exógeno, sino que sustantivamente era endógeno. El propio sistema económico generaba el conocimiento.
“El propio sistema económico debe ser capaz de generar el conocimiento para ser aplicado a la generación de bienes y servicios, que tenga un mayor valor añadido, y que en definitiva nuestros productos valgan más y que fomenten el bienestar de la población”, explicó Pascale.
En el mismo sentido, subrayó que, junto a esto, las instituciones poseen un rol predominante: “Para poder generar un crecimiento adecuado precisamos buenas instituciones, que no solo son un BROU, una OSE o una Ancap, sino también los usos, costumbres y tradiciones que un país tiene. Hay un país que puede tener una tradición de trabajar más o de trabajar menos, por lo que estaríamos diciendo que el crecimiento se explicaría básicamente por una presencia en el contexto de instituciones sanas y sólidas, que en el caso de Uruguay es muy notorio”.
A este apartado se adjunta la posibilidad de tener una macroeconomía ordenada, lo que termina siendo una “condición necesaria” para poder crecer. Sin embargo, no es una condición suficiente para alcanzar el cometido final.
“Diría que los países que crecen hoy, crecen de esta forma, contextualizados en buenas instituciones y haciendo una fuerte aplicación del conocimiento”, destacó el entrevistado.
Teoría aplicada
“Uruguay en su conjunto no es un país innovador”, dijo el expresidente del BCU tras ser consultado sobre cómo se posiciona el país en este apartado.
Nuestro país, según Pascale, se caracteriza por un sector privado –no todo, hay grandes excepciones– de muy baja propensión a la innovación. Uruguay es un país en el cual los agentes económicos son muy adversos al riesgo, y esta condición conspira contra un “espíritu innovador”.
A su vez, enfatizó en la tasa de crecimiento potencial “muy baja” con la que cuenta el país: “Quizás esté en el 2% anual, y con este porcentaje el país no mejora los niveles de vida de la gente”.
Otro factor de preponderancia en su análisis fueron los porcentajes de diáspora en el exterior, que alcanzan el 20% y provocan que el país “muchas veces se ajuste por población”.
Por último, y retomando el punto neurálgico de su análisis teórico, recalcó que la generación de conocimiento debe aplicarse, pero en Uruguay “ha habido, tradicionalmente, una cierta separación entre quienes generan el conocimiento y quienes lo aplican”, lo que de corregirse beneficiaría la innovación sector a sector.