Por primera vez en tres años la inflación logró ubicarse dentro del rango objetivo fijado por el BCU, algo que fue en general valorado positivamente por expertos consultados por CRÓNICAS, aunque con matices respecto a su implicancia. Estimaron que la permanencia dentro del objetivo dependerá de aspectos como las próximas rondas de negociación salarial, o la estrategia que el BCU lleve adelante una vez superada la recesión.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la semana pasada el último dato del Índice de Precios al Consumo (IPC, indicador que se utiliza para medir la inflación minorista) correspondiente al mes de abril, que determinó que en términos anualizados se ubicara en 6,76%. De esa forma, el indicador que se utiliza para medir la evolución de los precios en la economía doméstica se ubicó, por primera vez en tres años, dentro del rango objetivo establecido por el equipo económico, actualmente ubicado en entre 3% y 7%.
En este marco, CRÓNICAS consultó a diversos economistas respecto a qué representa este hecho puntual y qué puede esperarse a futuro en este tema tan sensible por sus implicancias sobre otras variables económicas.
El economista Javier de Haedo valoró que “es una buena noticia, sin dudas” a pesar de que, “de todos modos, se trata de una meta alta”. El actual director del Observatorio de la Coyuntura Económica de la Universidad Católica añadió que el BCU “parece ser más decidido” que otras veces a ir “por un objetivo más ambicioso” y cumplir con este “es el primer paso razonable”.
En tanto, Agustín Iturralde, director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo, coincidió con su par, aunque fue más cauto. “Es una muy buena noticia que hay que tomar con pinzas”, afirmó. A su entender, es importante que Uruguay “no se acostumbre” a una inflación a este nivel, porque “es un objetivo apenas rentable”. Según indicó, no es “ambiciosa ni óptima” una inflación cercana al 7%.
Mientras tanto, desde la consultora Exante el descenso no representó ninguna novedad. La economista de la firma, Florencia Carriquiry, dijo a CRÓNICAS que “desde hace meses” preveían que la inflación ingresara en el rango durante abril. Ello se debe al período comprendido por el indicador (marzo 2020-abril 2021), que incluye la fuerte suba del dólar del comienzo de la pandemia y los ajustes tarifarios establecidos al inicio del gobierno de Luis Lacalle Pou.
Motivos similares encontró la economista Gabriela Mordecki, para quien la tasa de política monetaria establecida por el BCU (con un valor de 4,5%) “no tuvo un efecto” de baja de la inflación. Para la experta del Instituto de Economía de la Universidad de la República, la baja se dio por una conjunción de fenómenos: a los ya mencionados, les agregó el “año puente” de la negociación salarial y el impacto de la recesión económica que atraviesa el país.
Hasta cuándo…
Consultados respecto a cuánto es previsible que se mantenga en el rango, los expertos evaluaron que ello podría ocurrir en un horizonte cercano.
Según las proyecciones de Exante, el IPC permanecería en torno al tope del rango en los próximos meses (algunos por arriba, otros levemente por debajo). “Todavía no ingresaría de forma sostenida” en el objetivo pautado, sostuvo Carriquiry.
Iturralde, auguró que “por lo menos un mes más” se quedará dentro del rango, pero estimó que a mediano plazo “dependerá del tema credibilidad, precios y salario”.
Por su parte, Mordecki dijo que “no parecería haber grandes presiones” en el futuro, tanto desde el plano externo como interno. En primer lugar, la política expansiva y de “fuerte gasto” de Estados Unidos fomenta una presión sobre los precios internacionales, pero también se da un gran aumento de la oferta de dólares que genera una presión al debilitamiento de la moneda, sopesó. A nivel local, mencionó también la próxima ronda salarial, en donde “no parecería que haya presiones de demanda muy fuertes en puerta”.
De Haedo no se vio capacitado para proyectar más allá, ya que “no tenemos todos los elementos” como para saber si es esperable que se mantenga dentro del rango o no. Para el experto eso dependerá, principalmente, de la indexación salarial, “si es que se va a volver a ella o se la abandona definitivamente”.
Más allá
Desde el BCU se apunta a lograr cerrar el período de Gobierno con una inflación por debajo del 4%, lo que en estos momentos aparece como una apuesta muy ambiciosa.
Los expertos mostraron opiniones mixtas. Iturralde aseguró que “es perfectamente posible” y que “no hay ninguna razón por la cual se tenga que acostumbrar a menos que eso”. Mordecki consideró que parece algo “bastante difícil de alcanzar” y dependerá de la estrategia que lleve adelante el BCU una vez superada la recesión. De Haedo prefirió no comentar ya que –reiteró- “tendría que tener un poco más de información para poder ser optimista”. Y Carriquiry evaluó importante lograr una baja “sostenida e importante” del indicador hacia adelante, sin comprometer la “necesaria” mejora de precios relativos y la recuperación de la actividad económica. “Resulta clave que la política monetaria relativamente expansiva sea acompañada por una política salarial consistente”, explicó.
De acuerdo a Carriquiry, los ajustes salariales venideros “deben ser moderados, evitando apurar una recuperación del salario real que entorpezca” el rebote del empleo. Subrayó que el gobierno debería evitar reintroducir mecanismos de indexación salarial que refuercen la inercia inflacionaria.
¿Platitos chinos?
En el gobierno pasado, el entonces presidente del BCU, Mario Bergara, solía referirse a los “platitos chinos” para hablar de la necesidad de atender varios frentes para mantener los equilibrios macroeconómicos. Sin embargo, las nuevas autoridades han insistido que en épocas de normalidad la prioridad es la inflación.
Consultados al respecto, tanto Iturralde como De Haedo se mostraron a favor de este enfoque, pero con sus propias lógicas.
El director ejecutivo del CED argumentó que “en materia de políticas públicas, pedirle muchos objetivos a un solo instrumento no suele ser bueno” y cada dependencia del Estado “debería atender a su juego”. El del BCU es, justamente, la inflación.
En tanto, De Haedo sopesó los dos objetivos que tiene el BCU: el crecimiento de la actividad económica y la estabilidad de precios. Entendió “razonable” que los bancos centrales -en general- atiendan ambas situaciones. “No es cuestión de forzar al extremo uno de los dos objetivos al costo de un deterioro muy grande del otro”, explicó. Por eso, lo más lógico, concluyó, es que el BCU trate de que la inflación baje, pero sin caer en una recesión (aún mayor).
Desdolarización: BCU inició nueva ronda de intercambio
En su búsqueda de desdolarizar la economía local, el BCU comenzó una serie de reuniones con los agentes económicos más relevantes para dar cumplimiento a este objetivo.
Estas instancias de diálogo dieron comienzo en el mes de abril con directivos de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay, y se producen tras la convocatoria realizada por el presidente del BCU, Diego Labat, a las cámaras empresariales para el estudio conjunto de las formas de superar la dolarización y avanzar en el desarrollo del mercado en pesos.
Esta semana comenzó una nueva ronda de reuniones a distancia (dado el contexto de crisis sanitaria) con un intercambio con la Asociación de Bancos Privados del Uruguay (ABPU), que estuvo encabezada por el gerente de Investigaciones Económicas del BCU, Gerardo Licandro.
Posteriormente, entre mayo y junio será el turno de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción (Appcu), la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) y la Asociación de Concesionarios y Marcas Automotores (Ascoma).