El envejecimiento de la población que se está registrando en Uruguay no va a detenerse, y eso plantea importantes desafíos para el mercado laboral. De acuerdo a un estudio de la OPP pensando a 2050, para evitar una caída de la tasa de actividad las políticas deberían enfocarse en mejorar los niveles educativos de la población y en la reducción de la brecha de género. En ese sentido se destaca la importancia que tendría el Sistema Nacional Integrado de Cuidados en permitir esos objetivos.
Somos un país de viejos y no hay nada que haga pensar que ello vaya a cambiar. Por el contrario, la tendencia demográfica local marca que la tendencia al envejecimiento de la población continuará en los próximos años. Obviamente es una noticia positiva: la gente vive más. Pero también trae consigo importantes desafíos para el futuro del país, fundamentalmente en lo que hace a la fuerza laboral de la economía.
Teniendo en cuenta esta realidad fue que se elaboró el estudio “Prospectiva de la participación laboral en Uruguay 2050”, que fue presentado esta semana por el director de Planificación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Fernando Isabella, donde se abordó la necesidad de analizar la posible evolución de la oferta laboral en los próximos 32 años.
El trabajo se enmarca dentro de la elaboración de la “Estrategia Nacional de Desarrollo, Uruguay 2050” que lleva adelante OPP, donde se “apuesta a reflexionar sobre el Uruguay del futuro” y “pretende establecer las bases para que Uruguay se encamine hacia un desarrollo sostenible”. Ello implica no solo crecer económicamente, sino hacerlo de forma sustentable, con justicia social y adoptando una visión integrada del desarrollo, señala el organismo.
El director de la OPP, Álvaro García, aseguró en la presentación que había una necesidad de pensar aspectos estratégicos de la economía nacional con una mirada de largo plazo. Defendió que en “un mundo complicado, un mundo cambiante”, es de suma importancia “aplicar análisis prospectivos, (…) con una mirada larga que nos permita encarar las políticas públicas”. De hecho, García aprovechó la presencia en sala de legisladores para solicitarles encarar estos temas también a nivel legislativo. “Deseo que el Parlamento también pueda llevar a cabo políticas de largo plazo. Que se incorpore una mirada larga”, indicó García.
Pasará, pasará
No se trata de “adivinar” qué es lo que va a pasar, sino interpretar “qué es lo que puede llegar a pasar, y de qué depende que ello pase”, explicó Isabella al comenzar su presentación, agregando que se trata de “aportar elementos de largo plazo” para así aplicar políticas públicas.
Este estudio se centró en la oferta de trabajo, es decir, la gente disponible para participar en el mercado laboral. El funcionario destacó que el aumento de la participación en el mercado laboral fue un factor fundamental para el crecimiento económico que se registró en los últimos años. “Es uno de los habilitadores del desarrollo productivo”, comentó.
Por ese motivo, es que implica un gran desafío a futuro el envejecimiento de la población, y la caída en la participación en el mercado laboral que ello conlleva.
Isabella subrayó que el proceso de envejecimiento es “algo bueno” que va en sintonía con las trayectorias de las economías desarrolladas, pero va a provocar que el porcentaje de población de entre 22 a 55 años tienda a disminuir. De hecho, en cualquiera de los escenarios considerados, el porcentaje de población entre estas edades va a caer, incluso en los escenarios más optimistas de saldo migratorio favorable. Actualmente, el porcentaje de esa población es del 48%, y en el escenario más pesimista (emigración poblacional) podría bajar a 2050 a 41%, mientras que en el caso más positivo (inmigración) el porcentaje se ubicaría en 45%.
Haciendo un análisis retrospectivo, se observa que la Tasa de Actividad (proporción de personas en edad de trabajar que tienen un trabajo o lo buscaron) ha aumentado en los últimos años, pero lo ha hecho a influjo principalmente de la Tasa de Actividad femenina, lo que implica una reducción de la brecha de género. En particular, ello se debe a un aumento en el nivel educativo al que llegan las mujeres. Si bien el estudio muestra que el nivel educativo tiene poca incidencia en la tasa de actividad de los hombres, en el caso de las mujeres no ocurre de la misma forma: “el nivel educativo influye mucho en la participación laboral de la mujer”.
Otra tendencia observada es un retraso en la edad de ingreso al mercado laboral –en parte por ese mayor nivel educativo- y también en el egreso del mercado laboral.
Que será, será…
Las hipótesis consideradas analizan diversos escenarios según diversas variables, pero principalmente establecen escenario pesimistas, con emigración, y manteniendo los actuales niveles educativos y de participación femenina; un escenario moderado, donde el saldo migratorio es cero, y los niveles educativos y la brecha de género mejora al ritmo que lo ha hecho en los últimos años, y una optimista, donde se logran mejores resultados en educación y en participación femenina.
“Aplicar análisis prospectivos, con una mirada larga que nos permita encarar las políticas públicas” | Álvaro García
Isabella detalló que en el peor escenario (emigración y sin avances en el nivel educativo ni en la brecha de género) la tasa de actividad caería 7 puntos desde el 65% actual a un 58,8% en 2050. Con saldo migratorio cero, la caída sería algo menor y la tasa de actividad se ubicaría en 61,1%. A su vez, si mejora la brecha de género en sintonía con la tendencia actual (escenario moderado) la actividad sería de 63,7%, muy cercano a los niveles actuales. Incluso, si mejora la brecha de género y la educativa (escenario positivo) la tasa de actividad podría incrementarse en 9 décimas de punto, a 65,9%. Si además se toma inmigración los resultados serían aún mejores.
En tal sentido, el estudio incluye un análisis del impacto positivo que significaría sobre el mercado laboral la aplicación del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, al permitir que las mujeres con hijos puedan continuar sus estudios y/o permitirles su participación en el mercado de trabajo.
A modo de conclusión, Isabella destacó que aunque el envejecimiento tendrá una incidencia negativa en la participación laboral (sea cual sea el escenario previsto), no necesariamente esa tendencia debería provocar un descenso de la tasa de actividad. Para el jerarca, “hay margen de acción para las políticas públicas” para evitar que ello suceda, las cuales se deberían concentrar en mejorar el nivel educativo de la población y en reducir la brecha de género.
El futuro en juego
El trabajo elaborado por OPP fue comentado por la directora de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, Rosa Inés Angelo, y el titular de la Asesoría Macroeconómica del Ministerio de Economía, Christian Daude.
Angelo destacó la importancia de este tipo de estudios que tienen una visión de largo plazo y que no están enfocadas en “las cuestiones de urgencia”. Destacó que Uruguay es un país que cuenta con una calidad democrática y de convivencia, que hacen posible el desarrollo de políticas de largo plazo.
A propósito de los resultados del estudio y de la importancia de mejorar los niveles educativos para potenciar la participación laboral, Angelo sostuvo que la universalización de la enseñanza media “se ha incorporado en la agenda y en los marcos jurídicos” y que es una obligación que se debe llevar adelante.
Por su parte, Daude resaltó la importancia de estas herramientas de análisis para la formulación de políticas, ya que “permite tomar tendencias globales y ver cómo está el país en estos cambios”. “Nos jugamos el futuro en este tipo de cosas”, subrayó.
Daude indicó que la visión de largo plazo permite “ir dando los pasitos intermedios”.