El resultado fiscal del sector público está directamente asociado al ciclo electoral. En el promedio de los gobiernos desde la restauración democrática, el mejor resultado se observa en el tercer año de gobierno y el peor en el quinto. Esa “secuencia habitual” se estaría cumpliendo nuevamente en la administración de Luis Lacalle Pou, de acuerdo al análisis realizado por el Observatorio de la Coyuntura Económica de la Universidad Católica.
El Monitor de Coyuntura, la publicación semanal del Observatorio que es dirigido por el economista Javier de Haedo, se dedicó en esta oportunidad a analizar el déficit fiscal y su relación con el ciclo electoral, comparando el desempeño del promedio de los gobiernos tras la restauración democrática con el de la actual administración de Luis Lacalle Pou.
“En nuestro país la evolución del resultado fiscal está muy relacionada con el ciclo electoral. En general, los gobiernos ajustan cuando asumen y desajustan antes de irse en el marco de lo que se ha denominado como ‘carnavales electorales’. ¿Cómo vienen las cosas, en este sentido, en el actual período de gobierno?”, se cuestiona el artículo.
El Observatorio toma para la comparación cada uno de los cinco años del “gobierno promedio” desde el retorno de la democracia, entre 1985 y 2019, donde se observa que “el mejor año en materia fiscal es el tercero y que el peor es el quinto” (ver gráfico). Entre esos años, el deterioro del resultado fiscal promedio es de 1,3% del PIB. No obstante, si se excluye al gobierno de Jorge Batlle (el único en el que el resultado fiscal mejoró en 2,1% del PIB entre los años tres y cinco), el deterioro promedio de los otros seis gobiernos es de 1,9% del PIB.
En cuanto al desempeño de la presente administración de gobierno, excluyendo el “efecto fiscal covid” (por ser un factor extraordinario y cuantificado con precisión), “resulta claro que en este período se vuelve a dar la secuencia habitual”. “El mejor año es ‘casi’ el tercero, más precisamente a setiembre de ese año (el primer mes de la segunda mitad del quinquenio) y a poco de terminar el cuarto año, solo 12 meses después de ese mejor dato, ya se tiene un déficit de 4,2% del PIB, es decir, 2,3 puntos peor que el de 12 meses antes”, describe el informe.
Ajuste transitorio, no estructural
El informe del Observatorio explica que en términos generales se puede sostener que el ajuste fiscal de inicio del período fue por su naturaleza transitorio (entre otras razones, por la caída real de los salarios y las pasividades y por la desaceleración de las inversiones). En tal sentido, se enfatiza que “no se trató de un ajuste estructural, permanente del gasto, fue apenas una represión transitoria”. Todo lo contrario ocurrió en los 12 meses cerrados a setiembre, cuando subieron considerablemente todos los componentes del gasto primario. “No fue ‘culpa’ de los ingresos del Sector Público No Financiero (SPNF) dicho deterioro fiscal”, señala la publicación.
Respecto a qué se puede esperar para el resto del período de gobierno, el observatorio da a entender que continuará el deterioro de las cuentas públicas. Por un lado, se advierte que está en marcha un proceso de recuperación adicional de los salarios y las pasividades, y es previsible que haya un impulso incremental en la inversión del SPNF. Por el otro lado, se entiende que “resulta imprevisible la evolución de la recaudación en el contexto de un sostenido gasto de los hogares fuera de fronteras, en particular en Argentina”.