El experto en Negocios Internacionales, Ignacio Bartesaghi, afirmó que es importante prestar atención a lo extra comercial en un posible TLC con China. En particular, resaltó la importancia de la cooperación técnica que puede provenir de China, así como la tecnología y la posibilidad de asociaciones entre empresas. “El gobierno deberá superar las restricciones internas y regionales para insertarse de forma más competitiva en la economía mundial. Seguir a la espera de un segundo plan con los socios del Mercosur, no parece razonable y afectará indudablemente el desarrollo del país”, sostuvo.
Por Adolfo Umpierrez | @AdolfoUmpierrez
“Las cadenas globales de valor, la importancia del comercio electrónico, la incorporación de bienes, los flujos transfronterizos de capitales y personas, así como las inversiones, hacen necesario un cambio de enfoque”, expresa Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay, en el último informe publicado acerca de las repercusiones que podría tener la firma de un Tratado de Libre Comercio con China.
En este sentido, interpreta que los efectos económicos esperados por la firma de este TLC “deberían considerar entre otros, los derivados del acceso en el comercio de servicios, como el turismo, la captación de inversiones y la mejora en el entorno de negocios por la regulaciones sanitarias, fitosanitarias y técnicas”. A su vez, Bartesaghi resalta la importancia de la cooperación técnica que puede provenir de China, así como la tecnología y la posibilidad de asociaciones entre empresas. El experto destaca, además, que “existe un efecto geopolítico principalmente para Uruguay”, que a su entender lo posiciona mejor en el escenario internacional y pone a Uruguay en una relación estratégica con el gigante asiático que podría redundar en beneficios en otras áreas como las inversiones en infraestructura.
Los números
El comercio que actualmente mantiene Uruguay con China tiene restricciones de acceso que “es esperable que sean mejoradas en el marco de una negociación bilateral”. Según las estadísticas de intercambio comercial con el gigante asiático, Uruguay abonó un arancel promedio del 6%, con picos máximos de 15% en el caso de algunos productos lácteos.
De acuerdo a los datos aportados por el Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la UCU, en base a información recabada desde Trade Map y Market Access, la carne y sus derivados ingresaban a China en 2015 con un arancel de exportación del 12%, mientras que el pescado lo hacía con un 10% y las habas de soja con un arancel del 3%.
En términos de importaciones el 50% de los bienes que importa Uruguay de China se trata de productos electrónicos como máquinas, herramientas y vehículos o partes de estos. Bienes que, en su mayoría no son producidos a nivel local. En el crecimiento desmedido de las importaciones radica el mayor reparo desde quienes ofrecen resistencia a la negociación de este tipo de acuerdos.
“Un acuerdo bilateral con China favorecería la baja de aranceles en bienes que Uruguay no produce y protege por el Arancel Externo Común del Mercosur, con un efecto positivo para el consumidor.
“Un acuerdo bilateral con China favorecería la baja de aranceles en bienes que Uruguay no produce y protege por el Arancel Externo Común del Mercosur, con un efecto positivo para el consumidor. Por otro lado, el país adquiere una importante cantidad de bienes de Admisión Temprana, lo que permite al país aumentar su nivel de competitividad de las exportaciones. En definitiva, China es un importante proveedor de materias primas e insumos demandados por la industria nacional”, sostiene Bartesaghi.
Sin embargo, otros sectores como la vestimenta y el calzado, que cuentan con aranceles de entre el 20% y el 35% para ingresar a Uruguay, junto a otros sectores de la industria química podrían verse afectados por un TLC con China. De todas maneras, “debe tenerse en cuenta que China viene deslocalizando esta parte de su industria de baja tecnología en otros mercados como Vietnam o Indonesia, entre otros, focalizándose en la producción de bienes con mayor componente tecnológico”.
En resumen
Entre las conclusiones que Bartesaghi expresa en el documento publicado en la web de la UCU, el investigador expone que el Mercosur no está en condiciones de “mandatar a sus miembros a negociar en forma conjunta”, dado que es evidente que el bloque no ha logrado alcanzar una negociación aduanera. “Por otra parte, registra un incumplimiento mayúsculo de sus normas comunitarias”.
A su vez, concluye que en China se identifican oportunidades comerciales para productos alimenticios con mayor proceso aún no colocados por Uruguay, y demandados por un país que en 2020 espera tener a 600 millones de personas en la clase media.
“El análisis de los impactos comerciales para el sector de mayor competitividad internacional de Uruguay, no debe limitarse exclusivamente a la baja de los aranceles, sino que es necesario calibrar adecuadamente los beneficios esperados tras la negociación de normas sanitarias, fitosanitarias, técnicas y disposiciones sobre facilitación del comercio”, agrega.
Al mismo tiempo, Bartesaghi sostiene que China le presta cada vez más importancia al comercio de servicios, rubro en el que Uruguay “posee algunas ventajas y complementariedades con aquel país”. Por otro lado “se debe tener en cuenta la importancia progresiva de los capítulos de cooperación, lo que podría traer aparejados impactos de importante consideración para el país en capítulos más allá de los comerciales”.
“Sería inconveniente perder la oportunidad de suscribir un acuerdo de estas características con la segunda economía a nivel mundial y primer importador de alimentos”, evalúa Bartesaghi. “El gobierno deberá superar las restricciones internas y regionales para insertarse de forma más competitiva en la economía mundial. Seguir a la espera de un segundo plan con los socios del Mercosur, no parece razonable y afectará indudablemente el desarrollo del país”, cierra el informe.