La reciente caída que ha mostrado la inflación internacional podría ser transitoria, por lo que es “demasiado pronto para cantar victoria”, asegura un informe elaborado por los economistas del FMI, Anil Ari y Lev Ratnovski, donde se analizan más de 100 shocks inflacionarios desde los años 70. En el documento se realizan advertencias, recomendaciones y reafirman la importancia de “reconocer las ventajas de la estabilidad de precios”. “Cuando la inflación perdura, el país termina pagando un precio mayor”, concluyen.
A comienzos de la década de 1970, el conflicto armado en Oriente Medio disparó los precios del petróleo, y los bancos centrales del mundo entero lucharon frenéticamente para controlar la inflación. Al cabo de más o menos un año, la situación se normalizó. Confiados en haber restablecido la estabilidad de precios, muchos países relajaron la política monetaria para reavivar sus economías golpeadas por la recesión, haciendo que la inflación reapareciera.
De forma similar, la inflación mundial tocó máximos históricos en 2022, cuando la invasión rusa de Ucrania desencadenó un shock en términos de intercambio similar al de los años setenta, agravando problemas que se arrastraban de la pandemia, y que generó los niveles más altos de inflación en cuarenta años.
Gracias al mayor aumento de las tasas de interés en una generación, la inflación parece estar cediendo, y el actual conflicto de Oriente Medio no ha trastocado mucho los precios del petróleo, al menos por el momento. Sin embargo, se advierte que “sería prematuro para las autoridades celebrar la derrota de la inflación”.
En primer lugar, se señala que la historia enseña que la inflación es persistente. “Corregir” la inflación y volver al nivel previo al shock lleva años. Segundo, históricamente los países suelen dar la inflación por vencida y relajan la política monetaria prematuramente, lo cual constituye “un error”: la inflación no tarda en volver. En 90% de los países estudiados, la inflación se desaceleró drásticamente en los primeros años después del shock inicial, pero luego volvió a acelerarse o se mantuvo a un ritmo más rápido.
Las autoridades de hoy deben evitar los errores de sus predecesores. Los bancos centrales advierten con razón que están lejos de derrotar la inflación, pese a lo alentador de las cifras recientes.
Constancia y credibilidad
De acuerdo al estudio, los países que lograron vencer la inflación adoptaron políticas macroeconómicas más restrictivas tras el shock inicial y -fundamentalmente- las mantuvieron durante varios años.
La credibilidad de las políticas es otro factor importante. Los países con expectativas inflacionarias mejor ancladas o con una trayectoria histórica de inflación baja y estable tenían más probabilidades de derrotar la inflación.
El informe reconoce que “no será una tarea fácil”. Se advierte en especial por las condiciones del mercado del trabajo. En muchos países, los sueldos de los trabajadores cayeron en términos reales y deberían subir más para ponerse a la par de los precios. Sin embargo, si ese aumento es demasiado fuerte, esa suba “podría atizar la inflación y crear un pernicioso espiral de precios-salarios”.
El artículo insta también a “reconocer las ventajas de la estabilidad de precios”. “Históricamente, los países que corrigieron la inflación registraron menos crecimiento económico a corto plazo que los demás, pero esa relación se invirtió a mediano y largo plazo: cinco años después del shock inflacionario, gozaban de más crecimiento y menos desempleo”, explican los autores.
Asimismo, se advierte que desatender la inflación acarrea costos de ineficiencia e inestabilidad macroeconómica que van acumulándose mientras la inflación se mantiene elevada. En consecuencia, las pérdidas de bienestar acumuladas a causa de una inflación no corregida o permanentemente alta predominan a mediano y largo plazo. “Cuando la inflación perdura, el país termina pagando un precio mayor”, concluye el informe.