El ministro de Economía y Finanzas actuó como disertante en un almuerzo en el Hotel NH Columbia. Allí, dio una charla sobre las perspectivas económicas de Uruguay, donde informó que la previsión de crecimiento de la economía para el 2019 “no es inferior al 3%”. No obstante, advirtió que “sin una transformación que alivie el peso de los aportes a la seguridad social (…) la situación fiscal puede tornarse insostenible”.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
El discurso que el ministro dio el pasado miércoles 7 giró en torno a cuatro puntos centrales: el desempeño macroeconómico robusto y sólidas bases institucionales de nuestro país; el crecimiento diferencial en la región; el “saludable” perfil de riesgo que Uruguay ha alcanzado; y por último, el ambicioso plan de infraestructura que apuntalará al crecimiento.
En el primer punto, hizo referencia en el crecimiento económico de Uruguay: según Astori, Uruguay tuvo un promedio de crecimiento del 4,6% entre los años 2005-2014 y que el 2017 va a cerrar con un estimado de 3% de crecimiento de la actividad. Además dijo que Uruguay se volvió el país con más alto ingreso por habitante de su PIB en la región latinoamericana, con US$ 17.252 de ingreso per cápita. Por último, se refirió al “magnífico resultado” en turismo receptivo en Uruguay, recibiendo ingresos de US$ 2.300 millones en la última temporada, lo cual alimenta el “muy importante superávit” en la balanza de pagos.
Luego, sobre el segundo punto, informó que hoy Uruguay se sitúa 16 puntos por encima de crecimiento, en comparación con Argentina y Brasil en el período 2011-2017. Sin embargo, a pesar de esto, reconoció el poco progreso en materia de acuerdos comerciales con prácticas arancelarias frente al progreso de los competidores.
En cuanto al tercer tema, puso bastante énfasis sobre la deuda, sosteniendo que hoy la mayoría de la deuda pública está nominada en moneda nacional, lo cual a su vez lleva a “un perfil de riesgo aceptable”. Agregó además que hay una “formidable demostración de confianza” en Uruguay por parte de los inversores, la cual se demostró en el tratamiento de la deuda durante 2017, ya que “por primera vez Uruguay emitió deuda a escala global en moneda nacional nominal”.
Como cuarto y último punto, habló sobre la inversión que hay hoy en nuestro país. Sobre esto, aclaró que Uruguay hoy le da al inversor nacional las mismas “facilidades, estímulos y regímenes esenciales a los que accede un inversor del exterior”. A modo de conclusión, se refirió a las negociaciones con UPM por la planta de celulosa, la cual le generaría a Uruguay “un crecimiento de las exportaciones de más de US$ 2.000 millones, un aumento de recaudación de unos US$ 120 millones anuales en tributos, la generación de unos 8.000 puestos de trabajo y la dinamización de una región muy deprimida del país, que recibiría un impacto muy importante de actividad”.
Una vez terminada su exposición, el ministro se dedicó a responder preguntas de los presentes, las cuales tocaron temas variados: desde déficit fiscal y seguridad social, hasta lo relativo a salarios nominales y aportes al Estado, pasando por inversión, empleo e inserción internacional.
Sobre lo primero, sostuvo que el déficit fiscal es el principal desafío macroeconómico y que “sin una transformación que alivie el peso de los aportes a la seguridad social – que exceden los US$ 3.200 millones – la situación fiscal puede tornarse insostenible”. Afirmó también que el gobierno reconoce “que hay problemas en factores de la producción” y que se está trabajando para que “empresarios de sectores con resultados negativos puedan superarlo de la mejor manera posible. Finalizó afirmando que “hay un incentivo pendiente” en cuanto a la inserción internacional, y que “es necesario seguir disminuyendo el precio del Estado”, pero sabiendo definir “con precisión” cuáles son las prioridades – poniendo a la educación y seguridad pública como ejemplo – a las cuales no se puede renunciar.