El Comité de Estabilidad Financiera interpreta que “el sistema financiero doméstico se encuentra estable y operando con normalidad”, y en ese sentido “luce apto para facilitar el desempeño presente y futuro de la economía, al tiempo que cuenta con capacidades para gestionar los riesgos que podrían afectarle”.
En su análisis de la coyuntura internacional, sostiene que la elevada incertidumbre a nivel político es lo que explica la mayor volatilidad en los mercados financieros, y advierte que en ese contexto, pueden ocurrir “eventos puntuales” que podrían “determinar una reversión repentina del período de baja volatilidad que se viene dando”. Entre ellos se mencionan la incertidumbre sobre la aplicación del plan de estímulos fiscales en Estados Unidos, más proteccionismo y políticas anti-migratorias a nivel global, aumento de la polarización política y una escalada de las tensiones geopolíticas y militares.
En lo que refiere a la economía local, destaca que ha seguido creciendo, mostrando un desacople respecto al resto de la región. “En este contexto, los factores de riesgo que podrían derivar en un deterioro de la situación macroeconómica doméstica han continuado reduciendo su intensidad: han mejorado las expectativas de actividad y de inflación”, señala el comunicado.
En cuanto al sistema financiero, sostiene que “los indicadores de los usuarios de crédito y del sector bancario son adecuados”, en tanto los niveles de “morosidad se mantienen en niveles razonables, aunque han desmejorado levemente como corolario de la desaceleración de la actividad”. En ese sentido, se entiende que la materialización de los riesgos a nivel mundial “no tendría impactos significativos sobre la estabilidad del sistema financiero”, tanto por su propia solidez, como por la baja exposición a los riesgos identificados.
