El director Ejecutivo de Ceres, evaluó cómo “frágil” el actual crecimiento económico por lo que no sería “una expansión persistente como en el boom anterior”. Ante eso, propuso que los beneficios acordados con UPM se extiendan por dos años a todas las nuevas inversiones, sin importar su tamaño.
El economista Ernesto Talvi, director Ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), brindó su conferencia de cierre del año titulada “Fin del Enfriamiento y Aceleración Económica en Uruguay: ¿Ante un Nuevo Ciclo Expansivo?” donde analizó las características del crecimiento económico local, realizó algunas advertencias y propuso extender los beneficios otorgados a UPM como condición para instalar una segunda planta en el país a todo el resto de la economía.
A su entender, el gobierno debería establecer por un período limitado de dos años, a todos los proyectos de inversión nuevos (sin importar su tamaño o su procedencia) un paquete de estímulos similar al que negoció con la firma finlandesa. Ello incluye reducciones impositivas y en los precios de los servicios públicos, aspectos laborales, de infraestructura y el apoyo a las empresas pequeñas para que puedan beneficiarse también de esa ventana de oportunidad. Talvi aseguró que comparte el acuerdo alcanzado por UPM, pero se mostró preocupado respecto a la posibilidad de que el país gaste US$ 500 millones en el tendido ferroviario Tacuarembó-Montevideo, y que aún así la empresa finlandesa no construya la planta.
Frágil
Respecto a la evolución de la economía local, Talvi aseguró que la aceleración de la actividad que se registró durante este año se debió fundamentalmente al “flujo de capitales golondrina” y al encarecimiento en dólares de los vecinos. En ese sentido, evaluó que el repunte tiene fundamentos potencialmente frágiles y no ha sido acompañada por creación de empleo ni inversión, lo que tiene su explicación en lo que entiende fue un sobredimensionamiento de las inversiones en maquinaria, equipos y personal para hacer frente a un crecimiento económico que finalmente no fue tal.
Talvi detalló que en 9 de los últimos 10 trimestres se perdieron puestos de trabajo, y porque por cada punto de crecimiento del PIB hubo una destrucción de 2.300 puestos de trabajo, cuando durante la fase inicial del boom económico anterior (2004-2013) se creaban, por cada punto de crecimiento, 7.000 puestos de trabajo.
En ese sentido dijo que si las relaciones habituales entre actividad y empleo hubieran operado desde el comienzo de la aceleración de la economía, lo esperable, a las tasas actuales de crecimiento, hubiera sido crear 28.000 empleos y no destruir 9.000, a lo cual agregó que si el desempleo se ha mantenido estable es porque un número muy grande de personas se está desalentando y ha dejado de buscar trabajo. “Si no se hubieran desalentado el desempleo se ubicaría hoy en 9%, y no en 8%”, estimó.
Respecto a la hipótesis de que el fenómeno de la automatización es parte de la explicación, evaluó que si ello efectivamente estuviera ocurriendo sería esperable ver aumentos en los gastos de capital, en especial en lo relativo a automatización y robótica, pero los datos están mostrando lo contrario: la inversión decreció 2,4% por cada punto de crecimiento económico, en contraste con lo que ocurría durante la fase inicial del boom anterior, en la cual la inversión aumentaba 3,4% por cada punto de crecimiento.
“Sobredimensionamiento”
Talvi evaluó que la explicación de la destrucción de empleos en la actual coyuntura de crecimiento está en la “hipótesis del sobredimensionamiento”. Recordó que entre 2004 y 2013 Uruguay creció a ritmo vertiginoso en buena medida por la fuerte demanda de China que elevó los precios de los productos primarios que exporta (carne, soja, arroz, leche, lana, pulpa de celulosa). Sin embargo, esa demanda se deterioró lo que hizo caer los precios internacionales. El director ejecutivo de Ceres, ejemplificó que Uruguay era como un auto que circulaba a 120 km por hora y ahora debió reducir su marcha a 20 km por hora. “El conductor, que tenía su agenda armada suponiendo que iba a llegar a una hora, deberá reprogramar todos sus compromisos. El coche sigue avanzando, pero la menor velocidad es un hecho traumático que obliga a cambiar los planes”, sostuvo. De la misma forma, las empresas que esperaban que el boom continuara, invirtieron en capacidad productiva y en contratar y entrenar trabajadores en anticipación a una demanda que se no se materializó, y por ende se vieron con exceso de trabajadores y maquinaria. Ese exceso puede satisfacer el repunte de la actividad económica que sigue muy por debajo de lo inicialmente esperado.
Para Talvi, fue ese exceso de capacidad productiva que se generó durante el boom, en previsión de su continuidad, lo que explica porqué está creciendo la producción a la vez que muchas empresas reducen personal y la inversión en maquinaria y equipos.
Al igual que las empresas, el experto evaluó que las familias también asumieron que los ingresos continuarían a 120 km por hora, y en consecuencia asumieron compromisos y tomaron deuda para comprar bienes, con la seguridad de que podrían responder por las cuotas cómodamente todos los meses. Sin embargo, al desacelerarse la economía los ingresos crecieron menos de lo previsto, lo que obligó a las familias a refinanciar para no reducir su nivel de consumo actual, extendiendo el plazo por el cual deben seguir cargando con el pago de las cuotas.
De igual forma, el Estado también aumentó el gasto público como si la recaudación fuera a seguir a 120 km por hora, y quedó con un gasto elevado al mismo tiempo que los ingresos fiscales pegaron un frenazo. Esto se tradujo en un creciente desequilibrio fiscal y para intentar reducirlo se recortó la inversión pública, se subieron impuestos y tarifas públicas a familias en dificultades y empresas con márgenes deteriorados, en proceso de reestructuración y redimensionamiento.
Cuentas públicas: “el resultado de esta terapéutica es que después de tres ajustes el déficit fiscal es exactamente el mismo con el que estábamos hace dos años”
Respecto al nivel de déficit fiscal, sostuvo que es el mismo que teníamos hace dos años cuando comenzó el ajuste, a su entender, debido a un camino de medidas incorrectas: en vez de reducir el déficit a través de un control del gasto y la profesionalización del manejo de las empresas públicas, se optó por subir impuestos y tarifas y reducir la inversión pública. “El resultado de esta terapéutica es que después de tres ajustes el déficit fiscal es exactamente el mismo con el que estábamos hace dos años”, sostuvo.
Sin embargo, como “buena noticia” dijo que el proceso de reestructuración de las empresas y de las familias no será para siempre, y que una vez las empresas logren adecuar la plantilla de trabajadores y los niveles de capacidad productiva a las nuevas circunstancias, y cuando las familias logren ir saldando sus deudas, entonces las relaciones habituales entre crecimiento y empleo, y entre crecimiento e inversión, deberían restablecerse.
“Dos perros de razas bien distintas”
«¿La actual aceleración económica es el comienzo de una expansión persistente como en el boom anterior? No, porque la presente y la anterior son dos perros de razas bien distintas». Con esta frase, el director Ejecutivo de Ceres se refirió a la actual coyuntura económica, más dinámica de lo que se preveía hace un año, respecto a la fase anterior de crecimiento económico que Talvi ubicó entre 2004 y 2013.
Para Talvi, “la aceleración económica actual tiene fundamentos potencialmente frágiles: encarecimiento en dólares de la región y flujo de capitales golondrina que llegan para financiar déficit fiscales a cambio de rentas altas».