En medio de advertencias sobre las consecuencias catastróficas para la economía estadounidense y mundial que implicaría un cese de pagos, demócratas y republicanos siguen sin lograr un acuerdo para ampliar el techo de deuda, y la fecha límite del 1º de junio está cada vez más cerca. El presidente estadounidense Joe Biden volvió a reunirse con el líder republicano en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, en un encuentro que fue calificado como “productivo”, pero que no condujo a una solución inmediata.
No es la primera vez que la cuenta regresiva se acerca al cero, pero a 10 días de la fecha límite, demócratas y republicanos siguen sin ponerse de acuerdo para permitir el aumento del techo de deuda de EEUU que le permita al país evitar un cese de pago o default.
Biden volvió a reunirse el pasado lunes con McCarthy, un encuentro que fue calificado como “productivo”, pero que no condujo a una solución inmediata.
“Acabo de completar una reunión productiva” con el jefe republicano de la Cámara de Representantes, aseguró Biden en un comunicado, donde pidió negociaciones “de buena fe” para encontrar un compromiso presupuestario. Reconoció la persistencia de “diferencias” que los equipos de trabajo deberán limar, en muy poco tiempo.
Con esta coyuntura, no son pocos los que entienden que un cese de pagos es un escenario factible. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, recordó que era “muy probable” que Estados Unidos se encontrara sin dinero público después del 1° de junio, si es que no se logra un acuerdo.
No obstante, Biden se mostró “optimista” sobre la posibilidad de un “avance”.
En la misma línea, McCarthy sostuvo que, si bien no hubo acuerdo, sí se generó “una discusión productiva en las áreas donde tenemos diferencias de opinión”. “Creo que el tono de esta noche fue mejor que en cualquier momento anterior”, agregó, pero “todavía tenemos diferencias filosóficas”.
Biden, que regresó el pasado domingo de la cumbre del G7 en Japón, tenía planeado originalmente extender su gira diplomática por Oceanía, pero el lío político-presupuestario en Washington lo obligó a acortar su viaje.
La pulseada
Para eliminar el riesgo de quiebra, el Congreso —con el Senado en manos de los demócratas, pero la Cámara de Representantes con mayoría republicana— debe votar para elevar el techo máximo autorizado de la deuda pública. Para dar la luz verde, los republicanos exigen una fuerte reducción del gasto público. Biden, quien va a buscar la reelección en 2024 con un compromiso de justicia social, se opone.
El presidente estadounidense le dijo a McCarthy que estaba a favor de una reducción del déficit, pero que era necesario “interesarse en las lagunas fiscales y asegurarse de que los ricos paguen su parte justa” de impuestos.
El “techo de la deuda”, más de US$ 31 billones —un récord en el mundo— se alcanzó hace varios meses, pero hasta ahora el gobierno federal maneja la situación a través de arbitrajes contables.
En caso de incumplimiento, EEUU ya no podría pagar a los tenedores de bonos del Tesoro las inversiones financieras globales por excelencia. Tampoco podría seguir pagando algunos sueldos de funcionarios públicos ni pensiones, entre otros gastos.
Algunos analistas privados y organismos internacionales advierten que las consecuencias serían catastróficas, no solo para la economía estadounidense, sino también para el resto del mundo.
Indicadores clave apuntan a una recesión
La probabilidad de que EEUU ingrese en una nueva recesión se disparó en los últimos meses, según indican los principales expertos y algunos indicadores clave.
Los aumentos de la tasa de interés, los últimos datos económicos y en especial la crisis bancaria, provocaron el miedo a un impacto en el PIB por un menor acceso a financiación.
Una de las últimas alarmas fue un indicador utilizado recurrentemente por la Fed: El diferencial de rendimientos de los bonos del Tesoro a corto plazo que saldrán dentro de 18 meses, frente a los actuales a tres meses. Según el cálculo de Harvey Analytics, la diferencia actual entre estos dos factores hace que la probabilidad a un año de una recesión se sitúe en 99,3%.
La Fed define esta curva de tasas en uno de sus estudios llamado “El diferencial de rendimiento a corto plazo como indicador principal: Un espejo menos distorsionado”. Según el documento este es un indicador fiable para predecir recesiones o estancamientos económicos con un “poder predictivo sustancial” en comparación a los que están basados en letras con un plazo mayor. De hecho, el propio presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo que este indicador es el favorito de la institución para marcar las probabilidades de una recesión.
Las otras veces que el indicador estuvo por encima del 99% fue en los años 70 y 80. En ambas ocasiones esta situación derivó en recesiones en el plazo de un año.
Pero no es la única luz roja que se prendió en el tablero. También lo es la curva de la deuda de EEUU. Los bonos a dos años son más rentables que los títulos a 10 años. Esta inversión entre los dos valores es un indicador clave de que se avecina, o bien una recesión, o al menos una fuerte desaceleración.
Según el último estudio de la Fed de San Francisco, la inversión de la curva solo se ha producido 10 veces en los últimos años y todas, a excepción de la de 1966, predijeron una desaceleración o recesión. La situación ahora, con una diferencia de 58 puntos básicos, es la mayor inversión de la curva desde el año 1981.