Un gran cambio se está produciendo en el mundo del trabajo a raíz de los cambios tecnológicos. Estos pueden generar una mejora del bienestar de la población o por el contrario profundizar las desigualdades existentes. La diferencia entre el cielo o el infierno, pasa por la aplicación de inversiones, reformas institucionales y políticas públicas que permitan aprovechar las ventajas de ese proceso de transformación, asegura el Banco Mundial.
Por Ricardo Delgado / @ricardo_dl
Cuando era chico, jugaba con legos. No los llamaba así, les decía “bloquecitos”, pero pasaba horas diseñando estructuras de diversa índole, casi todas incomprensibles, sin ningún tipo de lógica arquitectónica, y la mayoría, con el propósito de romperlas luego de armarlas. Pero de ahí a aplicar a la construcción con Legos la robótica, y además encontrarle una funcionalidad para resolver un problema sanitario, ya es otro cantar.
Bueno, básicamente eso fue lo que hicieron Belén, Nicolás y Axel, del Liceo “José Alonso y Trelles” de Tala, que fueron premiados en Houston en el “First Lego League World Festival” como “Mejor Equipo de Robótica Novato” con un proyecto para prevenir la leptospirosis, una enfermedad infecciosa trasmitida por la orina que afecta tanto a animales como humanos. La verdad solo cabe un adjetivo: fenómenos.
Este fue uno de los casos mostrados como ejemplo de innovación, emprendedurismo y creatividad, que formaron parte de la presentación “Uruguay: envejecimiento, cambio tecnológico y empleo”, donde se explicaron los diversos desafíos que enfrentará el país en los próximos años respecto a su mercado laboral.
El otro caso presentado como introducción fue el de Martin Larre, CEO de Sinergia Cowork y fundador de Woow y Kidbox. Si bien es abogado, su trabajo corre por un carril totalmente diferente, y se ha dedicado al desarrollo de emprendimientos relacionados a las tecnologías de la información, también promoviendo la innovación y un sistema de trabajo alternativo al tradicional.
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Ambos casos, sirvieron de aperitivo para escuchar la presentación del informe del Banco Mundial “Cambio Tecnológico y el mercado de trabajo en Argentina y Uruguay” ya que son dos ejemplos distintos pero complementarios de cómo se deberá encarar en un futuro próximo el mundo del trabajo.
La presentación estuvo a cargo de uno de sus autores, Ignacio Apella, quien estimó que el cambio tecnológico ya está ocurriendo, pero que para el caso de Uruguay –cuya población se está envejeciendo- podría ser una “buena noticia”. No obstante, reconoció que existen importantes desafíos tanto para el Gobierno como para la sociedad en su conjunto.
Ya desde su introducción, el documento del Banco Mundial reconoce que “el cambio tecnológico, tal como el avance de las tecnologías digitales, las comunicaciones y la robótica, pueden implicar una mejora en el bienestar general de la población y reducir la pobreza, a partir del incremento de la productividad global de la economía”. Sin embargo, enseguida advierte que “si ese proceso no es acompañado por inversiones complementarias, es decir reformas institucionales y políticas públicas dirigidas a aprovechar las ventajas que este proceso otorga, el avance tecnológico podría también profundizar una situación de desigualdad”.
Apella detalló que las tecnologías o robots pueden sustituir muy fácilmente las tareas rutinarias, ya sea manuales o cognitivas, por lo que se espera haya una caída del empleo asociado a las mismas. Por el contrario, las cognitivas y no rutinarias no son fácilmente reemplazables, por lo que se proyecta que crezca su demanda en el futuro, al tiempo que mantendrían cierta estabilidad aquellas actividades no rutinarias y manuales. Fundamentó que esa evolución, ya pudo observarse en los mercados de trabajo de Uruguay y de Argentina, en los últimos 20 años.
El experto del Banco Mundial, explicó que la automatización va a generar una destrucción de puestos de trabajo para empleados de calificación e ingreso medio, lo que implica el riesgo de que aumente la desigualdad.
Para Apella, desde las políticas públicas se debe apuntar en dos direcciones: en primer lugar atender el desempleo tecnológico y en segundo lugar, generar nuevas ocupaciones. Todo ello, requiere de “readaptar la oferta de trabajo”, identificando “las habilidades que se requieren para adaptarse a ese mercado de trabajo”. No obstante, también evaluó que se necesita una reforma del sistema formal de educación, donde se apueste a la motivación, y se pase de un sistema de “memorización” a otro de “análisis crítico”.
Pasado de revoluciones
Un orador de lujo, como Enrique Iglesias, fue el encargado de comentar el informe del Banco Mundial, mostrando mayormente una visión optimista respecto a los cambios que se avecinan, aunque también lanzando alguna advertencia a futuro.
Iglesias valoró que en Uruguay, pero también a nivel global y regional, no se ha ahondado en las cuestiones demográficas como el envejecimiento poblacional y los desafíos que implica. “No hemos tomado muy en serio cómo nos va a condicionar”, sostuvo el experto, quien hizo un llamado a la sociedad toda a pensar en este tema, fundamentalmente en un país como el nuestro que junto con Cuba es el de mayor envejecimiento de América Latina.
Para el prestigioso economista uruguayo, “estamos frente a varias revoluciones tecnológicas al mismo tiempo”, con una realidad que evoluciona de forma “muy difícil de anticipar y a un ritmo vertiginoso que no estamos acostumbrados”.
Reconoció que va a haber una “destrucción importante de empleos” y “un desplazamiento de la mano de obra”, lo cual se puede ver de dos formas: la optimista, que asegura que “van a desaparecer empleos pero se van a crear otros”, o la pesimista, de que “esta realidad va a quitarle el trabajo a la gente” generando una crisis de empleo. Iglesias se quedó con la primera opción.
“El tema para nosotros es que estamos enfrentando un problema, un cambio de la época que estamos viviendo”, reflexionó.
Para Iglesias, los últimos 70 años de historia fueron “muy brillantes” a nivel mundial como sociedad, sin conflictos bélicos de escala planetaria y con un aumento importante de la clase media. Pero evaluó que esa realidad está cambiando, en parte porque esas clases “están enojadas, porque mejoraron pero menos que el de arriba”, lo que está generando cambios en el mundo y puede verse reflejado por ejemplo en la victoria de Donald Trump en Estados Unidos o de Emmanuel Macron en Francia. Por estos motivos, opino que “la discusión tecnológica no puede reducirse a la creación de empleo”, ya que incluye a muchas otras áreas.
A modo de reflexión, señaló que se debe “discutir la demografía”, pero también hay que apostar a un cambio en la educación. “Hay una demanda pública por una reforma de la educación. Hay que mirar la calidad de la educación”, resumió.
Consultado respecto a la posible aplicación de una renta básica universal (una renta monetaria que se otorgue a cada persona) como posible solución ante los desafíos que se avecinan, reconoció que al principio la ida le parecía “un disparate”, pero “hoy no me parece tanto”. “El tema hay que estudiarlo”, dijo Iglesias, y recordó que Uruguay fue el primer país en implementar una pensión a la vejez, lo cual puede verse como “un primer paso” en esa dirección. “No se puede descartar”, dijo el economista, quien también evaluó la posibilidad de que se grave la actividad de los robots: “Son cosas que hay que analizarlas porque es un tema muy complejo”.
Pero subrayó que para que esta discusión llegue a buen puerto es fundamental “mantener el orden económico”, porque “si se descuida el corto plazo, se entra en otra discusión”.